En plena campaña electoral, Dionís Guiteras me compartió una foto de Joan Puigcercós. Guiteras ha sido siempre incondicional de Puigcercós y al de Oló le debe su entrada en política y todos los quebraderos de cabeza que le han generado. Por suspuesto, Guiteras se lo echa a la espalda y con una sonrisa sigue aquello de "carga que place, bien se trae". Cabe decir que Guiteras es uno de los principales damnificados por la sociovergencia en la región metropolitana. El otro es el país, sobre todo un nuevo proyecto de país.

En la foto se veía a Puigcercós encima de una escalera, colgando una veleta electoral de Esquerra Republicana. En Oló, donde vive. Puigcercós vive en Sants de lunes a viernes. El fin de semana y siempre que tiene ocasión se refugia en Santa Maria d'Oló, donde viven buena parte de su familia y sus amistades. Cabe decir que en Oló (Osona) los republicanos cambiaron los resultados de 2017 y fueron el partido más votado.

Hace años que Puigcercós vive de su actividad privada. Y se da un hartazgo. Es de los que le ponen horas. Un currante. Nada que ver con los caraduras que proliferan. Quien fue presidente de ERC hasta 2011, es hoy un soldado raso, un militante republicano de base y sobre todo un emprendedor, un pequeño empresario. Eso no ha sido obstáculo para mantener vivo su compromiso político y su lealtad.

Puigcercós es de los que le ponen horas. Un currante. Nada que ver con los caraduras que proliferan

A lo largo de esta campaña, Joan –que puede ser tanto General como Soldado Raso- no dudó en arremangarse y hacer campaña a pie de calle. Como ha hecho en todas las últimas campañas. Un hecho insólito. ¿Cuántas veces hemos visto a expresidentes de formaciones políticas colgar la americana y picar piedra? Hay otras excepciones, como el mismo Xavier Vendrell, ahora procesado por un juez como presunto responsable de Tsunami Democràtic. Pero Vendrell, uno de los imprescindibles, no fue nunca Presidente de ERC.

Puigcercós es el artífice del primer relevo organizado en ERC, sin baile de bastones. Oriol Junqueras le debe sobre todo a Puigcercós una entronización pacífica, sin ruido. El hoy Líder indiscutible de ERC (y artífice principal de la reciente victoria electoral) le quiso agradecer entonces la actitud proponiéndole, en aquel lejano 2011, un sitio en el Senado para aprovechar su experiencia política y, en particular, sus años de diputado en Madrid. Joan Puigcercós agradeció el gesto. Pero cordialmente rechazó una propuesta cómoda y tentadora. "No quiero ser un estorbo, ni vivir de la sopa boba, ni ser un tapón para otros compañeros" respondió. Y se fue con un apretón de manos de manos que ha demostrado ser sincero y fraternal.

Recuerdo una anécdota con el General Puigcercós, que viene a cuento hoy que la Policía de Catalunya está en el ojo del huracán. Fue en 2008. Quizás 2007. Él era conseller de Gobernación y caminando por una de las calles perpendiculares a la Rambla nos cruzamos con una pareja de Mossos de servicio. Los agentes lo reconocieron y se cuadraron delante suyo. Puigcercós, sabedor de donde venía el independentismo, sonrió y me dijo "Hace unos años era impensable, ahora hemos empezado a mandar". Formaba parte del cambio que se estaba produciendo en el país. El independentismo se abría paso y ya no era marginal.

El General Puigcercós (entonces conseller de Gobernación) tenía un interés especial por la policía. Como Junqueras, que también lo ha tenido siempre. Estos días en los que, de nuevo, se habla tanto de la Policía de Catalunya y visto que Junts –que hace diez años que lleva la Conselleria de Interior- no sale adelante, es más urgente e imprescindible que nunca abordar esta cuestión. La de la seguridad. No es tanto una cuestión de nombres. Al menos no sólo, ni prioritariamente. Aunque en Interior, efectivamente, es imprescindible una mujer o un hombre con experiencia, determinación, sentido de país y una probada capacidad para asumir responsabilidades y no para centrifugarlas. Alguien que entienda cómo de importante es la seguridad y lo que representa tener un cuerpo policial propio. Sobre todo para un país que aspira a ser un estado.

en Interior es imprescindible una mujer o un hombre con experiencia, determinación, sentido de país y una probada capacidad para asumir responsabilidades y no para centrifugarlas

Visto todo lo que hemos visto, alguien deberá coger la patata caliente y hacer el trabajo que, por desidia, por miedo, por incapacidad o por falta de apoyos no se ha sabido hacer. Y eso pide –por encima de todo- un gran acuerdo nacional, que defina el modelo policial, que preserve el buen nombre y trabajo de los Mossos d'Esquadra (una Policía moderna y ejemplar en muchos ámbitos) y que evalúe a sus mandos (es obvio que estos también son responsables de las virtudes y de las deficiencias) y una unidad especializada (Brimo) tan cuestionada y que a veces parece sufrir un sesgo ideológico. Sin olvidar que, cuando se tienen las competencias de orden público, se ejercen y que la libertad de expresión es un derecho fundamental, como lo es la seguridad pública. Va bien recordarlo para no dejarnos arrastrar por el alma libertaria que late en una parte de la ciudadanía catalana y porque un mínimo de sentido de estado lo exige imperiosamente.