Un día verán la luz las cartas que Oriol Junqueras ha escrito a su mujer en que narra el regreso a Catalunya, todo el periplo de prisiones y furgones, desde Estremera a Lledoners, compartiendo viaje y presidios con Jordi Cuixart, Raül Romeva y Jordi Sànchez. Es conmovedor cómo Junqueras cuenta el viaje y describe el paisaje a sus compañeros, las sensaciones que expresa y la fortaleza de espíritu con que lo explica todo. La narración es un testimonio de conocimiento y honradez, y de una emotividad contagiosa. Transmite amor, mucho amor, a su familia y al país. Emoción por e retorno a Catalunya y por estar más cerca de los suyos y de todos nosotros. Lo escribe con una entereza y una dignidad inmensas, mientras confiesa repetidamente que cada día se siente más fuerte.

Lledoners es una prisión, una prisión de verdad. Pero los presos políticos, todos, se sienten ahí mejor. Y para los familiares, especialmente para los hijos más pequeños, las ventajas son notables. El último día que los pude visitar, Raül Romeva y Oriol Junqueras sonreían como nunca. Posiblemente cuando vuelven a sus celdas tienen momentos de todo. Momentos de tristeza, de rabia y la sensación de perderse la vida, la infancia de sus hijos o la adolescencia. Carles Mundó cuenta que mientras fue compañero de celda de Junqueras se rió como nunca y que incluso había llegado a tener dolor de barriga de tanto reírse.

Romeva y Junqueras nos transmitieron un mensaje muy claro y contundente el último día. Están convencidos de que no tendrán un juicio justo, como no han tenido una instrucción justa. Y al mismo tiempo avisan de que solo hay una actitud posible ante lo que vendrá: mostrarse convencidos de que no han hecho nada malo, que votar y poner urnas nunca podrá ser delito. Durante el juicio, quizás en otoño, volverán a trasladarlos a Madrid. Otra vez lejos de casa, lejos del país, lejos de sus hijos y compañeras. También Jordi Cuixart, a quien pudimos saludar por casualidad, nos dijo exactamente lo mismo, con una sonrisa y un cálido abrazo.

Solo hay una actitud posible ante lo que vendrá: mostrarse convencidos que no han hecho nada malo, que votar y poner urnas nunca podrá ser un delito

La principal preocupación de Romeva y Junqueras son Dolors Bassa y Carme Forcadell. "Reivindicadlas cada día, no las olvidéis", nos exigieron de forma insistente. Las dos estaban juntas en Alcalá-Meco. Ahora, están mucho más cerca de los suyos, pero en prisiones diferentes. Las dos fueron a prisión después de votar a favor de la investidura de Jordi Turull, a quien también pudimos saludar en los locutorios de Lledoners, tras los cristales, mientras estaba con Quim Forn y Josep Rull, acompañados de su abogada. También sonreían y nos recomendaron: "Vivid la vida por nosotros, disfrutadla". No pudimos hablar casi de nada, pero fue agradable poder intercambiar cuatro frases y encajar las palmas en el cristal. El juez Llarena los volvió a enviar a prisión por aquella investidura fallida, aquella que fue rechazada al grito de "¡Autonomistas!" por los independentistas más independentistas de todos los independentistas.

Es un orgullo compartir un proyecto vital con personas como ellos. Y con ellas. Son muy buena gente. No los podemos ayudar tanto como quisiéramos, no los podemos abrazar como nos gustaría, no les podremos compensar nunca estos nueve meses que llevan en prisión. Y todavía menos todos los que han de venir. Porque saben que va por largo, que quizás serán años. Romeva nos decía: "No aceptaremos nada que no sea la libre absolución y, si lo que quieren es condenarnos a veinte años, pues veinte años". Junqueras y Romeva lo tienen claro como el agua y lo expresan con humildad, no pretenden dar ningún ejemplo a nadie. Solo expresan su posición respetuosamente. Son gente de paz, se aman la libertad y a sus familias tanto o más que cualquiera de nosotros. Es más, nada los haría más felices que poder volver con sus hijos y compañeras. Y, en cambio, les esperan muchas noches en una celda y muchas visitas de locutorio. Cuando el último día los pudimos abrazar, abrazar de verdad, fue difícil contener la emoción. Junqueras tranquilizó a un antiguo colaborador: "No sufráis, seguid luchando. Ganaos el corazón de la gente, de todo el mundo. Lo que estamos viviendo es normal, es lo que han vivido otros, en otros momentos, aquí o en otros procesos. Lo tenéis que vivir como una oportunidad para ganar la libertad de todos, del país entero". Ojalá todo el mundo los escuche, tome nota y haga de su actitud, firmeza y coraje un ejemplo de vida y un camino a seguir.