¡Con lo contentos que estábamos después del 0 a 4 en el Bernabéu! Qué calvario que hemos vivido después de una jornada de gloria tan efímera como caer del caballo repentinamente después de creernos que efectivamente habíamos vuelto, ni que fuera a galopar.

Todo lo que ha venido después de aquella convincente goleada ha sido una decepción hasta hacernos caer no con los pies en el suelo, sino de cabeza. Ni en la Europa League hemos podido levantar el ánimo, ni este consuelo. Cuánta razón Koeman cuando decía que con lo que tenía no se podía aspirar a más. Y a ciencia cierta que ahora tampoco, a pesar de la larga lista de fichajes. La enésima chapuza.

Pep nos la ha liado, compró a Ferran Torres a precio de saldo y nos lo vendió como si fuera una rutilante estrella. Atención al como si fuera, porque en el City no contaba. Tiene cara de buen chico y le pone ganas. Pero como artillero tiene la mira telescópica defectuosa. Falla más frente a la portería que una escopeta de feria. Con esta eficacia goleadora no hay nada que hacer.

Y no era la primera vez que Pep nos vendía una perla. Eric Garcia tampoco es un fichaje para tirar cohetes. Detrás no ha aportado más seguridad y ha cometido errores clamorosos. También parece buen chico. Y si el Barça aspirara a un premio a la simpatía o al Nobel de la Paz, tendríamos serias opciones. Todas las que no tenemos con un equipo que desde el 0 a 4 no ha hecho un partido decente. No es que lo haya perdido todo, que también, es que lo ha perdido sin ganas.

El Madrid gana donde el Barça lleva un lustro largo, camino de una década, haciendo el ridículo

Para acabarlo de arreglar, las chicas invencibles han acabado en Europa a los pies de una apisonadora francesa. El PSG tenía una marcha más. El Barça de baloncesto caía ante el Madrid en las semis de la Champions. Y cuando es el Madrid todavía hace más daño. Además, Florentino vuelve de París con una nueva Champions. El Madrid gana donde el Barça lleva un lustro largo, camino de una década, haciendo el ridículo. Con o sin Messi en el campo.

No puede ir peor; la derrota social, económica y deportiva no puede ser más sangrante. Y no vale encantarse. No nos creemos que hemos tocado fondo y que ya no podemos caer más abajo. La tendencia actual es seguir cavando, erigiendo prematuramente en figuras jugadores como Ricky Puig y tantos otros, que también son buenos chicos con los riñones cubiertos.

Este sábado, la mayoría de culés éramos más de Liverpool que los mismísimos Beatles. Pero lo cierto es que ni el bálsamo de la derrota madridista hemos encontrado para tanta llaga. La enésima Champions blanca es más sal en una herida que sangra —supura— sin que hoy podamos saber cómo hacer ni que sea un torniquete para parar la hemorragia.

Jan, estamos esperando que vuelvas. De verdad. Lo peor es que no hay alternativa de ningún tipo, sino resignación estoica. Gracias a Dios, ya no tenemos a la patata de Coutinho, pero sigue vivo el culebrón de Dembélé y tantos otros que más vale que se vayan —aunque pasen por caja— a tener que sufrir su escaso rendimiento, a precio de oro, una temporada más.

Suerte y aciertos, Jan. Los necesitarás.