Adau Colau volverá a ser la candidata de Barcelona en Comú. Será su tercera legislatura. En la primera irrumpió con un triunfo meritorio. Como también lo hizo Carmena en Madrid. En la segunda, perdió y retuvo la Alcaldía gracias a Manuel Valls que hizo aquello de "antes roja que rota". Veremos cómo acaba la tercera.

La apuesta de Colau para retener la vara de alcaldesa comportó que por primera vez "la peor derecha" fuera determinante para inclinar la balanza y decidir el color de un Gobierno. Colau bendijo y dio carta de naturaleza a un cordón sanitario contra una formación de izquierdas y soberanista que cocinó el socialista Collboni. Y dinamitó así la primera oportunidad en 40 años de un acuerdo de gobierno sin ninguna de las dos fuerzas históricamente hegemónicas.

La apuesta de Colau para retener la vara de alcaldesa comportó que por primera vez "la peor derecha" fuera determinante para inclinar la balanza y decidir el color de un Gobierno

Es sorprendente que los republicanos no hayan tomado nota de lo que significó aquello, de la magnitud y alcance de la fechoría. A menudo parece que los republicanos hagan aquello de poner la otra mejilla, no la devuelven, encajan los garrotazos con resignación estoica. Pasa que cuando no la devuelves, todo el mundo se atreve. Y, acto seguido, la jugada se repitió en la Diputación de Barcelona con la colaboración entusiasta de Junts bendecida por Puigdemont. Y fue del canto de un duro que no tuviera una tercera réplica en el Govern de la Generalitat. En buena medida la decisión de investir Aragonès le ha costado la cabeza a Jordi Sánchez que contradijo la posición defendida por Laura Borràs aunque si hoy es Presidenta del Parlamento lo es gracias a "la Esquerra Repelente", cargo que compagina con el de verdadero líder de la oposición.

Ahora hemos sabido que el CNI se alarmó tanto ante la victoria de Ernest Maragall que intervino móviles de negociadores. A saber qué uso se hizo de la información y si tuvo nada que ver con el acuerdo de investidura Colau-Collboni-Valls. O que ayudara a hacer posible que aquella investidura fuera la primera en que una derecha extrema —"la peor", nos decían— ungiera un alcalde de una capital como Barcelona.

Ahora hemos sabido que el CNI se alarmó tanto ante la victoria de Ernest Maragall que intervino móviles de negociadores. A saber qué uso se hizo de la información y si tuvo nada que ver con el acuerdo de investidura Colau-Collboni-Valls

Colau ya debe estar pensando cómo driblar una pregunta que tarde o temprano le harán. Claro que el valor de su respuesta es escaso. En campaña incluso se ofendió cuando le preguntaron si se planteaba ser investida con los votos de Manuel Valls.

El barómetro municipal apunta que ganará las próximas municipales. Duele decirlo. Pero los sondeos internos de republicanos y socialistas coinciden en señalar que el rival de Maragall será Collboni si es que Collboni es el candidato. Los sondeos municipales afirman que el PSC repunta por todas partes a costa, en buena medida, de Ciudadanos. Los socialistas catalanes se las prometen felices y están bien situados para desbancar a Colau y para batirse en duelo con los republicanos en la región metropolitana. Excepto en Badalona, donde Albiol volverá a ganar de calle. Con respecto a los comunes aspiran a mantenerse como tercera fuerza metropolitana mientras Junts podría seguir retrocediendo y refugiándose en el papel de muleta del PSC en la Diputación, en el grosor de los consejos comarcales y en ciudades tan importantes como Sabadell.