Será cosa del calor que de repente Feijóo reconozca en una entrevista dominical en El País que puede ser difícil gobernar el Estado sin Catalunya. No porque la afirmación no sea verdad, sino por su doble obviedad. De entrada, siempre ha sido y sigue siendo muy difícil, por no decir imposible y duro, gobernar un estado como este ibérico que se han dado Franco, Borbones y herederos a costa de todos. Y en un segundo momento, por la falta de vertebración que existe entre lo que Feijóo denomina los cuatro grandes motores electorales (léase "graneros de votos"). De hecho, un espacio tan invertebrado que corrige lógica y necesidades de un legendario corredor mediterráneo. En plena cruzada de reconquista del País Valencià por el PP, Feijóo se muestra satisfecho porque Andalucía le parece tierra firme y no tiene ninguna queja de Madrid (a pesar del horror de alcalde y presidenta de la Comunidad y el hedor que sale de la charca genovesa, camorrista y bien llena de sapos).

El calor ablanda las neuronas... No se acepta ni siquiera la plurinacionalidad de la Península, ¿cómo se puede esperar que desde Galiza se inspire y se implemente un único "cantón" político? Sobre Catalunya, como mínimo, el error que Feijóo comete no solo es endémico y persistente, sino que, además, ofende. Dice que el PP ha tenido que cargar contra toda la "generación de malos políticos" que ha tenido Catalunya "en los últimos años". Unos malos políticos que han sido los responsables de haber "dividido" la sociedad" y no cumplir las leyes. Eso dice Feijóo. Y ahora, lean poco a poco y fíjense bien, porque añade que el error cometido por los de las gaviotas es el de no haber tenido un mínimo de empatía para hacer entender los planteamientos del PP en Catalunya. O sea, la equivocación del PP no es no seguir teniendo ni una pizca de empatía para entender lo que quiere e hizo Catalunya (por si no lo recuerdan: urnas, votar), sino que los culpables de nuestros quebraderos de cabeza somos nosotros, como siempre, y nuestros "malos políticos" bien señalados por el empático 155 y el discursito del 3 de octubre del Borbón.

La equivocación del PP no es no seguir teniendo ni una pizca de empatía para entender lo que quiere e hizo Catalunya (por si no lo recuerdan: urnas, votar), sino que los culpables de nuestros quebraderos de cabeza somos nosotros, como siempre

Pero que el calor no nos asuste. Feijóo ya tiene la solución para que él ocupe la Moncloa y nos empecemos a "vertebrar": conseguir el voto de lo que él dice el espacio constitucionalista catalán, de todos aquellos que se sienten catalanes sin que eso dificulte sentirse españoles... como dicen desde Ciudadanos, como dicen desde Vox si los creen y... sí, también, lo dice una parte de Podemos y todo lo que queda de un PSC absolutamente asimilado al PSOE. Como repiten a modo de coda todos aquellos integristas para los que la Constitución está escrita en una tabla de la ley bajo una zarza ardiente... y para los que el derecho de autodeterminación de los pueblos es anatema.

Quizás también a consecuencia del calor y sumándose al éxodo del ferragosto, Àngels Chacón ha presentado su dimisión como secretaria general de Centrem, un partido más de la herencia convergente y al cual se bautizó como el primero del postprocés. Àngels Chacón ha estado siete meses en la dirección y ya ha tenido bastante. La exconsellera del Govern Torra que nunca acabó de entenderse con el president dice haber disfrutado del cargo como líder de Centrem, pero no con la vida (?) orgánica. Al explicar su dimisión, decía Chacón que le ha costado demasiado convivir con las luchas internas y el reparto de cuotas de poder de los partidos... y la transversalidad de la queja incluso asusta. De hecho, el primer objetivo de Centrem era (y quizás todavía es) presentarse a las elecciones del 2023... y establecer equilibrios en un ámbito como el municipal, donde todo el mundo se conoce, y con un nombre programático tan difícil (o imposible) de conseguir, debió hacer subir todavía más los grados de temperatura que el termómetro indica. Buscar centrarse —o el centro— como programa político es tan difícil, en el mundo de la desigualdad, como la caza de unicornios.

La dimisión de Chacón y las decisiones que desde Centrem sigan pueden hacer la vida más fácil a Feijóo o complicarle todavía más las cosas. Romper o poner en peligro las precarias alianzas independentistas sería el mejor regalo que le podrían hacer al presidente de la tierra de la farinha. Pero Feijóo no se desanima: de hecho, una especie de preparación hacia un Majestic II ya la podemos intuir en los resultados del 14 de febrero del 2021, en los que ERC sacó con Pere Aragonès 605.581 votos (21,3%); Junts, con Laura Borràs i Castanyer, 570.539 (20,07) y el PDeCAT, que presentaba como cabeza de lista a la propia Àngels Chacón i Freixas que es la misma que ahora dimite de Centrem, 77.229 (2,72%)...

¿Lo ven un poco turbio como yo, o es, como supongo, cosa del calor?