Existe un debate permanente sobre las maldades de estar enganchados todo el día al móvil. Que es una manera antigua de llamarlo teléfono inteligente. Que, en realidad, es un ordenador con una tecnología más potente que la del Apolo 11. Nada nuevo bajo el sol, si tenemos en cuenta que Cervantes escribió una novela sobre un caballero llamado Quijote que se volvió loco de tanto leer novelas. O que a mi generación nos hablaban de la tele como de la caja tonta. Todo ese movimiento de Yo fui a la EGB no se entendería sin la tele que veíamos de pequeños. Por tanto, tanto en el siglo XVII, como en el siglo XX como en el siglo XXI, siempre ha habido quien le ha dicho a quien estaba delante de un libro, de una tele o de un ordenador —normalmente a los de la siguiente generación—, algo parecido a "te quedaras sin neuronas".

Pues bien, ahora ya sabemos quién tiene razón en este ciclo de la vida. Y no somos los que fuimos a EGB, precisamente. Esto si hacemos caso a una investigación realizada durante una década en Reino Unido con más de 140.000 personas mayores de 65 años, que revela que lo que en realidad fríe el cerebro es… ¡la tele! Ah, y eso en el Reino Unido, donde tienen la BBC, y es la patria de Fawlty Towers, Allo, allo!, The young ones, Mr.Bean, Benny Hill y Blackadder.

Los investigadores pretendían comprobar si el sedentarismo contribuye al desarrollo de la demencia, pero se han tropezado con otro resultado. Resulta que existen sedentarismos peores que otros. Según este estudio, las personas mayores que matan el tiempo viendo la tele son más proclives a desarrollar demencia que las que prefieren navegar por Internet. Es decir, todos los que se han reído por lo bajo ante los señores y las señoras de Facebook o la afición de sus padres y abuelos por enviar memes y emoticonos por WhatsApp, que sepan que están haciendo salud.

A saber: en el estudio referido, los niveles elevados de sedentarismo cognitivamente pasivo —es decir, ver la tele— se asociaron con un aumento del riesgo de demencia, mientras que los niveles elevados de sedentarismo cognitivamente activo —ordenador— se asociaron con un riesgo reducido de demencia. Y estas relaciones se mantuvieron igual independientemente de los niveles de actividad física. Ergo, reducir el tiempo que pasamos ante la tele y aumentar, en cambio, el sedentarismo activo —perder el tiempo de app en app—, ayudará a reducir el riesgo de enfermedades neurodegenerativas. A menos que por sedentarismo activo también cuente el rato que estamos ante las plataformas intentando elegir qué caray ver. Se llama paradoja de la elección y Netflix es el gran ejemplo: es la sensación que experimentamos cuando somos incapaces de tomar una decisión ante múltiples alternativas a escoger.

En fin, dado que tendremos que cambiar algunos discursos instalados, también podríamos concluir que es bueno para la salud volcarnos todos a decir tonterías en Twitter. Es decir, que es mejor mirar la tele mientras pones a parir lo que ves. Lo que nos ayuda a tener una aproximación diferente hacia algunos programas como generadores de salud pública. Que tomen nota los programadores.