La España del "a por ellos" está desatada con la intervención de José Maria Aznar este martes en la comisión de investigación de la financiación ilegal del PP. Ya sabe, aquello de la Gürtel y tal.

Casado y Rivera son unos aficionados comparados con Josemari, el inventor de la política del golpe bajo, la mala educación, la mala leche, la descalificación gratuita  y la puñalada (dialéctica) a traición. Más de uno (y de una) de los suyos, cuando lo ha visto por televisión ha empezado a gritar, con sollozos de deseo: ¡¡¡Vuelve José Mari, vuelve!!!.

Es exactamente lo mismo que han exclamado sus detractores, a quien también les provoca grandes pasiones. Negativas, naturalmente, pero muy intensas. Aznar saca lo peor de sus enemigos porque para ellos encarna como nadie la expresión del mal. Cuando en la política actual de lo que se trata es de conseguir movilizar a los tuyos mucho más que lo que les puedan movilizar los rivales, contra Aznar se vive mejor. Su sola presencia genera tanto rechazo, que el trabajo ya viene hecho.

Hoy Aznar ha conseguido poner de acuerdo a todo el mundo a la hora de reclamar su retorno. Los unos porque lo consideran el salvador de la patria y los otros porque lo consideran lo mejor para destruirla.

El problema es que en una comisión para hablar de la corrupción del PP, Aznar ha hablado, entre otras cuestiones, de la guerra de Iraq, de ETA, de los presos políticos, de la moción de censura de Pedro Sánchez, de la crisis económica, de la venta de armas a la Arabia Saudí, de la unidad de España, de la transición, de la Constitución, de Irán, de Venezuela, de golpismo, de impuestos, de déficit, de deuda, de la híper regulación de los mercados, de cuando se casarán los hijos de Gabriel Rufián y de los hijos de Pablo Iglesias. Y cuando le ha sobrado tiempo, por fin ha hablado de corrupción, pero de la de los otros.

A Rafael Simancas (PSOE) Aznar le ha sacado el tema de los ERES de Andalucía, ARufián el caso del conseller Ausàs y los cartones de tabaco que bajaba de Andorra sin pasar por la aduana, a Oskar Matute (Bildu) que Batasuna se financiaba con el impuesto revolucionario cobrado por ETA, a Mikel Legarda (PNV) no-se-qué de una caja de ahorros y a Pablo Iglesias, aparte de aquello de los hijos, le ha restregado el caso Monedero. Sobre lo que vendría a ser la cosa suya, no ha salido del guion según el cual ha habido dos casos aislados y sin importancia y que no sabe nada ni conoce a nadie.

Pero el gran momento ha sido cuando Aznar, y para defender a los suyos y a sí mismo, ha sacado el tema de la presunción de inocencia. Ha llegado a decir que "en la cárcel hay personas acusadas que no han sido ni juzgadas". Por cierto, justo después de llamar golpista a Rufián (magnifica presunción, oiga). ¡Hombre, José Mari, pero qué me estás container! ¿Sí? ¿De verdad? ¿En España hay gente en prisión sin haber sido juzgada? ¡No me fastidies!

Ha sido tan gordo que después de usar el argumento tres o cuatro veces, alguien le habrá dicho que mejor dejarlo estar y entonces se lo ha hecho venir bien para explicar que en el caso catalán es lógico porque hubo violencia. ¿Cuál? Bien, pues al respecto ha dado los mismos detalles que sobre la aparición de las siglas JMA en los papeles de Bárcenas: la culpa es de los golpistas, de los que han fracturado Catalunya. Y de ETA, Venezuela, Irán y el resto de la lista... Sólo se ha dejado TV3. Claro, tanto tiempo retirado, a veces falla la memoria...