Decían del presidente Josep-Lluís Núñez, de aquel Barça al que le secuestraban Quini cuando estaba a tres días de romper el maleficio de la Liga, que si el Club hubiera comprado un circo le crecerían los enanos.

Precisamente esta es una de las grandezas, la grandeza, que el cruyffismo atribuye al legendario '9' del Barça: haber cambiado la dinámica de un club perdedor. Tanto era así que hubo unos años que ganar una Recopa, en Basilea, era celebrado como si hubieran tocado el cielo con los dedos. Si ahora preguntáramos por la Recopa pocos sabrían nada de aquella competición que disputaban los ganadores de la Copa del Rey, la Copa del Generalísimo durante muchos años, por la que luchaban Athletic de Bilbao y Barça. Porque las ligas y las copas de Europa, la Champions, eran un asunto de claro signo madridista.

El actual Barça viene de realizar el mayor dispendio por un jugador de fútbol, Coutinho, astronómico. Por no hablar de tantos otros, incluido el del díscolo Dembelé, que parece instalado en el papel de eterna promesa. Nunca se había pagado tanto dinero por tan poco. Por si todo no fuera deplorable, el Barça mantiene una ficha millonaria, entre otros, de un jugador como Umtiti, que está más cerca de ser un nuevo caso Amunike que de ningún tipo de valor tangible.

La perla del Club, Ansu Fati, tiene una rodilla averiada que nadie acaba de saber cómo resolver. Y los años pasan también para el chico de la cantera, por joven que sea. Pasan los años y crece la incertidumbre sobre cuándo y cómo podrá volver a jugar a fútbol. Ahora bien, la ficha sigue bien viva y sin ninguna rentabilidad en el campo.

El Barça acarrea una deuda inviable y mantiene una masa salarial desbocada que, por mucho que Piqué predique ahora con el ejemplo, no es sostenible con el actual nivel de ingresos y una deuda imperiosa que vence cada año. Jaume Giró es el mejor directivo que habría podido tener el Barça. Giró es un tipo serio y listo. Le tocaba poner la cara pero no estaba tan claro para quién y quién tomaría las decisiones. Entre otros, porque era un intruso en medio de un grupo de amigos. Lo captó enseguida y se largó.

Por si no fuera suficiente, ahora resulta que el Barça se ha quedado con 57.602 abonados y una nueva reducción de ingresos. Son miles, decenas de miles, los que se han apuntado a esta modalidad que te mantiene como socio numerario pero que te ahorra el coste del carné que, todo sea dicho de paso, sale tres veces más barato que ser socio del Madrid. Tampoco ningún presidente ha querido impulsar la medida de subir la cuota de socio. Por impopular y por no poner en peligro la reelección. El socio culé quiere un club de primera pero paga una cuota de segunda.

La directiva del Barça, para salir del pozo, tiene que tomar decisiones por impopulares que estas sean. Tocar de pies en el suelo y no participar de ninguna red más reverencial, como la que tenía la estrella azulgrana -y otros- que disponían de un respeto incondicional y no de un respeto exigente. Esta nueva Junta de Laporta tiene esta enorme responsabilidad, un reto inmenso y poco lucido. Lo que parecía el escollo más difícil ya está hecho aunque sea a destiempo. Afrontar la tormenta y hacer lo que toca por doloroso que sea es ahora el reto. Más vale pasar un sarampión a corto plazo que ir pasando con un resfriado permanente.