Hoy es ese día de retorno a la realidad. Las luces de Navidad continúan en su sitio, pero apagadas. Y los contenedores se llenan de los cartones y los papeles que no hace muchas horas fueron ilusión. Y mañana será enero. Ahora ya sí de verdad será enero. Y volveremos a cenar en casa una verdurita. Y pasaremos los fines de semana en el sofá, con la manta. Porque hace frío, porque no tenemos un euro, porque el estómago tiene que volver a sitio y porque estamos resacosos de tanto ir arriba y abajo. Y haremos la pequeña hibernación, esperando a que llegue el calor de la primavera. Sí, hablo del fin de eso que llamamos "las fiestas", pero también de política.

El lunes, Artur Mas convocará elecciones. Y también se apagarán las luces que han iluminado la independencia que nos dijeron que teníamos a tocar. Y también los contenedores rebosarán de los papeles con los que envolvimos la ilusión de que todo estaba hecho. 18 meses. Y teníamos prisa. Mucha prisa. Nos dijeron que estaba todo hecho y no nos costó mucho creérnoslo. O hacerlo ver. Sin embargo, ¿era real? Sí, sí, tú ves a los Reyes. Tú los ves allí en la cabalgata. Están. Físicamente. Y los saludas. Y te saludan. Y te tiran caramelos. Pero cuando llega el día 6 por la tarde, vuelve la realidad. Y la ilusión se va. Hasta el próximo año. ¡¡¡Adiós Reyes, hasta cuando volváis!!! Eran muy reales, pero eran una ficción.

Quizás sería momento de que los que han organizado la cabalgata nos expliquen que ya se ha acabado la luz, la música, las lentejuelas, el confeti y las carrozas. Somos el 48%. Y es hora de que a estos centenares de miles de personas se les empiece a explicar que ahora es cuando hay que seguir creyendo en los Reyes de Oriente. Todavía más. Porque hay que mantener la ilusión. Porque sin ilusión estamos perdidos. Ahora bien, también se les tiene que decir que los Reyes no volverán la próxima semana. Ni la otra. Ni dentro de 18 meses. Vendrán cuando toque. Vendrán cuando la ilusión colectiva sea lo bastante fuerte para que los Reyes vean la estrella que los guía y sepan el camino. Y el camino no será fácil, pero somos nosotros los que lo tenemos que construir. Y cuanta más gente se ponga, más fácil será. Porque los Reyes sólo vendrán si mantenemos la ilusión, tenemos fe, somos inteligentes y vamos a una. Y no con un 48%, sino con un 70%. Porque tiene que ser una ilusión colectiva. Tenemos que ser muchos y haciendo según qué nunca sumaremos. Frente al mal humor, las amenazas y las manipulaciones del carbón, hace falta proponer, convencer, dejarse de tonterías y de infantilismo, hacer autocrítica y dejar de dar patadas a la lata a ver si ganamos tiempo. Menos cabalgatas de luz y color y más trabajar para hacer posible la ilusión del máximo de gente. Y con sinceridad. Sin crear cortinas de humo tan consistentes como una pompa de jabón.

Llega un día en el que sabes la verdad de la magia de Melchor, Gaspar y Baltasar, pero sigues creyendo en ellos. A partir de aquel momento, sin embargo, desde la verdad. Y no sólo no pierdes la llama de la ilusión, sino que más adelante la transmites a quien más quieres. Y un día les dices la verdad, como te la dijeron a ti. Y un día ellos también transmitirán la ilusión y la verdad. De generación en generación. Pero sabiendo que los Reyes no volverán en 18 meses. ¿Es tan complicado hacer eso? ¿O preferimos continuar el autoengaño pretendiendo que unos grandullones se crean que las barbas son de verdad? O que lo hagan ver.