Las 370 iniciativas presuntamente progresistas que ha presentado Pedro Sánchez a Unidas Podemos no pasa de ser un plato de lentejas ofrecido según la filosofía implícita en el refrán castellano que reza "son lentejas, si quieres las comes y si no las dejas". De entrada, Sánchez descartó por enésima vez que representantes de Unidas Podemos entren a formar parte del Consejo de Ministros. Y no lo ha descartado por ahora. Lo ha descartado para siempre. Como si Unidas Podemos tuviera una malformación congénita que le incapacita para gobernar el Estado o que la gente que les vota no sean suficientemente españoles. Además, según Sánchez, no puede haber dos gobiernos en uno, en el sentido de que no puede haber unos ministros bajo su disciplina y otros que sigan la disciplina de su partido. Esto es como decir que en España los gobiernos de coalición son inviables, cuando en Europa ha sido una práctica recurrente que ha dado estabilidad. Con estos planteamientos, Joschka Fischer no habría llegado nunca a ministro ni a vicecanciller y seguramente el Gobierno Federal de Alemania no habría sido tan pionero como lo ha sido en la aplicación de políticas favorables a la calidad del medio ambiente y la conservación del planeta que, por cierto, han acabado irradiando al resto de gobiernos del mundo.

Las coaliciones no son buenas ni malas. Pueden funcionar bien como en Alemania o fatal como en Catalunya, pero esto depende de las personas, no de la ideología. De hecho, Sánchez descarta un gobierno de coalición con Unidas Podemos pero antes lo intentó con Ciudadanos y ahora sólo se lo ha impedido el hecho de que a Albert Rivera le han subido los humos a la cabeza y lo ve todo al revés.

El plato de lentejas de Sánchez consiste, según dijo, en colocar a gente de Podemos en instituciones no gubernamentales, lo que hace aún más humillante la oferta, como pensando que los militantes de Podemos presionarán a Pablo Iglesias para conseguir canonjías y prebendas. Parece como si Sánchez quiera organizar una quinta columna de estómagos agradecidos dentro Podemos que frenen los ímpetus transformadores que pueda tener su líder.

La cuestión de los cargos y los ministerios se ha convertido en principal porque las 370 propuestas del llamado "Programa común progresista" no diremos que lo podría firmar el PP, pero no es una opción de cambio profundo en las estructuras de un Estado en crisis profunda. He observado muchas propuestas ambiguas y genéricas en forma de declaración de intenciones que, bien leídas, no comprometen a nada. Significativamente, en el ámbito laboral y de empleo el PSOE finge que quiere derogar la reforma laboral, pero no lo dice claramente ni se compromete.

Si Unidas Podemos cede, Sánchez necesitará que los independentistas, todos los independentistas, voten en contra para poder justificar la repetición de elecciones. Quizá vuelva a pedirles otra vez el mismo favor.

En todo caso son reformitas que, en muchos casos, no dependen del Gobierno central. Las guarderías las gestionan ayuntamientos y comunidades autónomas y algunas de estas administraciones ya han hecho el esfuerzo de la gratuidad que ahora promete Sánchez a su manera. De momento, la propuesta del PSOE quiere empezar dando permiso a los municipios que tengan superávit a pagárselas: "Con el Objetivo de avanzar decididamente en la universalización y gratuidad de esta etapa educativa en el conjunto del país en un sistema público, se facilitará que las corporaciones locales puedan destinar parte del superávit a realizar Inversiones financieramente Sostenibles (IFS) financiando y mejorando las escuelas infantiles actualmente gestionadas por estas administraciones".

Prescindir de los combustibles fósiles es un compromiso global que partidos conservadores como la CDU alemana ya han asumido con tanta o más valentía que el documento del PSOE. El programa de Pedro Sánchez prevé ahora y hasta el 2040 reducir entre el 15% y el 5% la energía que genera gases de efecto invernadero. La revista Science publicó un estudio según el cual para limitar a 2º C el aumento de la temperatura media del planeta tal como prevé el Acuerdo del Clima de París sería necesario que todos los países del mundo renunciaran a los combustibles fósiles en 2030.

La crisis más importante del Estado es el conflicto con Catalunya, pero la cuestión territorial es la penúltima preocupación del PSOE justo antes de la España vacía. Respecto de Catalunya, Sánchez provoca a los independentistas con un discurso que incluso Duran i Lleida tendría dificultades para justificar el apoyo. El tono del rechazo al derecho a la autodeterminación de Catalunya es provocador pero además pretende "clarificar el reparto competencial" que significa recentralizar todo lo que se pueda y además que "el Estado participe en las actuaciones autonómicas cuando afecten al interés general ", que es una manera de decir que el 155 se aplicará cuando convenga.

Interpretando estratégicamente el documento del PSOE y la actitud de Pedro Sánchez cuesta creer que el líder del PSOE quiera ser investido. Sabe que un Gobierno en minoría será un calvario. No está clara, sin embargo, la capacidad de aguante de Pablo Iglesias, cuando a muchos de los de su partido la repetición de elecciones les provoca pánico escénico. Si Unidas Podemos cede, Sánchez necesitará que los independentistas, todos los independentistas, no se abstengan sino que voten en contra para poder justificarlo todo de nuevo como la otra vez, cuando fingió que quería aprobar los presupuestos y pretendía todo lo contrario para convocar elecciones. Quizá vuelva a pedirles el favor.