"En el sur se acostumbra después que concluye un acuerdo que las partes se estrechan las manos, como un acto de buena fe. - No soy del Sur"
Django (Tarantino)

 

Ahora que el candidato a presidente del Gobierno se ha empezado a quitar cadenas —las de lo que hizo, las de lo que prometió, las de lo que dijo, las de lo que no pronunciaba—, ha decidido meter la directa y lanzarse desinhibido por la pendiente para llegar antes a la definitiva investidura. Dan por hecho que esta será alrededor del 8 de noviembre, o sea, la semana que viene. Están desatados en Madrid. Esto es como meterse al mar helado, mejor tirarse de golpe que ir poquito a poquito. En ese punto justo estamos, en el de tirarse de cabeza para acabar cuanto antes.

La fotografía-peaje realizada en Bruselas no es, en este descenso del PSOE a sus propios infiernos, sino una metáfora sugerente. La realidad es la que es, la foto es la que se hizo. Luego cada uno cuenta la feria según cree que le irá mejor, y si para eso hay que cerrar el plano y que no se vea la urna y quitarle el sonido para que no se oiga el tono de la conversación, pues se hace. O si llamas president al que decías prófugo —ese que ibas a traer y a sentar en el banquillo—, pues alegas que también lo haces con Zapatero y González. Que sí, que lo han dicho así, equiparando a Puigdemont con sus expresidentes socialistas, dejando boquiabierta a la parte crítica de su parroquia. Tampoco estuvo mal pensada la fecha, que si bien era de aniversario de exilio para Puigdemont, a los socialistas les permitía desdibujar el trago con los fastos de Leonor, que era seguro hoy iban a ocupar todo el espacio mediático.

Sánchez tiene prisa, pero la prisa toda es de Sánchez. Las otras partes de la negociación insisten en eso, en que no son ellos los que han pisado el acelerador ni se han fijado una fecha tan próxima. Aun así, no habría problemas siempre y cuando nadie intente hacer faena de trilero, es decir, usar la fuerza de la prisa, el aliento de la pendiente, para alterar, cambiar o dejar caer cuestiones que estaban en el aire. La primera en la frente: el PSOE ya acaba de reconocer que habrá de presentar el anteproyecto de Ley de Amnistía de forma previa a la investidura. Ustedes lo sabían, Junts nunca ha dicho otra cosa, aunque les aseguro que aquí en Madrid había mucho vocero asegurando que eso no haría falta. Así que el texto pactado se conocerá antes de la votación. El proyecto está cerrado, si nadie intenta jugársela al otro, y ha pasado a manos de ERC para que le dé el visto bueno. Una forma de que salgan en la foto, dado que hasta donde se sabe no han aportado ni sugerencias ni apuntes al borrador durante estos últimos dos meses. Resulta altamente improbable que pongan pegas ahora. Fuentes socialistas han reconocido que con esa presentación previa del anteproyecto en el Congreso cumplen "el pago por adelantado" que el expresident ha exigido para investir a Sánchez.

Puigdemont se ha salido con la suya más que Sánchez

No será lo único, el acuerdo político al que han llegado ambas fuerzas se hará público también antes de la investidura o no habrá votos. En ese acuerdo político se incluye el mecanismo de verificación, de tres patas no nacionales, que ha sido aceptado por el PSOE para conseguir que Puigdemont se fiara de sus intenciones. Conducen rápido por pendiente pronunciada hacia la investidura exprés de la semana que viene, aunque conviene no olvidar que cuando circulas así parar es casi imposible y controlar la trayectoria, muy complicado. A Sánchez parece que aún le quedan malos tragos que pasar.

Por ejemplo, con el contenido del acuerdo político. En Madrid se tiene la impresión de que la amnistía es el peaje completo, el sapo que una vez tragado asegurará una digestión tranquila. Hay malas lenguas, sin embargo, que dicen que el acuerdo político desvelará sapos que serán como bombas en manos de la oposición a Sánchez y que no será un debate tranquilo el que tenga que afrontar para volver a ser presidente. Obviamente, no podemos conocer todos los entresijos, las partes están siendo muy discretas, pero con lo que sabemos casi es posible decir que en el toma y daca Junts ha salido mejor parado que el PSOE. O, lo que es parecido, Puigdemont se ha salido con la suya más que Sánchez. Lo comprobaremos pronto.

Haciendo política-ficción puedo imaginarme cómo se van a poner los de Vox, los del PP y hasta parte de los socialistas cuando posiblemente comprueben que la amnistía incluye a personas que están procesadas en la Audiencia Nacional o cuando vean que el mecanismo de verificación está compuesto por tres vectores, ninguno de los cuales es español, y que se llevará a cabo fuera de la Península, o cuando lean el contenido real del acuerdo político que es la verdadera madre de todas las batallas en este pacto. Todo eso lo sabremos antes de la investidura junto con el texto de la amnistía.

Así que allá vamos, cuesta abajo y esperando todos que a nadie se le ocurra poner una zancadilla, ni mucho menos tropezarse, que no es uno de los riesgos menores. En Moncloa, consideran que cuanto más se tarde en cerrar el acuerdo, más presiones externas e internas habrá, y más organizadas, lo que podría convertir la alegre carrera hacia el poder en un infierno. Tal vez esa forma de negociar les ha pasado factura. Ardo en deseos de saberlo.