¿Recuerda a Michael O'Leary, verdad? Quizás por el nombre no del todo, pero si le digo que es el señor Ryanair y que es aquel tipo que siempre salía en las fotos y en las imágenes haciendo muecas al lado de una maqueta de avión, seguro que lo tiene totalmente presente.

El presidente de Ryanair ha hablado al Wall Street Journal de los buenos resultados económicos que les ha comportado el cambio de estrategia de su compañía. “Ser amables nos está funcionando muy bien. Lo tendríamos que haber hecho mucho antes”.

SEN-SA-CI-O-NAL!!! O'Leary ha descubierto que los humanos somos seres sociales (algunos más que otros).

Después de años de maltratar a los viajeros (de palabra y obra), de hacerles pagar tasas mágicas que se sacaban del sombrero (la famosa comisión por pagar con tarjeta de crédito cuando sólo podías pagar con tarjeta de crédito), de humillarlos, de despreciarlos y de tratarlos como ganado, ahora han descubierto que si son más amables, hacen un poquito más de negocio. Vaya, en que escuela de negocios lo han aprendido eso? ¿En la del Marqués de E-SADE?

Viajar en avión ya no es aquello sagrado de cuando Iberia era Iberia y pagabas unos precios prohibitivos para que una tripulación formada por personajes que creían ser de la nobleza te hicieran el favor de acogerte a sus inmaculados aviones. Todo cambió cuando llegó la competencia y, sobre todo, cuando la gente empezó a aplaudir en el momento de aterrizar.

Porque volar no es como comprarse un jersey en una de estas cadenas de ropa donde, mientras haces cola para pagar, te enteras de los turnos de la que cobra porque a un volumen más que alto explica a una que dobla camisetas que está harta de tener que quedarse porque resulta que la que tiene que venir a las 3 siempre llega tarde y, además, después ella tiene que hacer caja y repasar los cambios y nadie la ayuda.

Volar no es como comprarse un jersey y cuando vuelas el objetivo no es hacerte amigo de una tripulación que en aquel momento controla tu vida. Ahora bien, al menos no me mire como si fuera una mierda. Sí, usted está hasta las narices de soportar a viajeros cretinos que creen que aquello es el Saloufest, ya lo entiendo. Yo también estoy harto de soportar a tripulaciones sobradas. La diferencia es que yo pago y ellos cobran. Y a pesar de eso, si me dicen alguna cosa con cara de perro (o de perra), yo acostumbro a sonreírles. Porque es gratis. 

Ah, y nunca he viajado con Ryanair. Y, mientras pueda, seguiré sin hacerlo. Conmigo, su repentina simpatía ha llegado tarde.