La sentencia del Tribunal Supremo que avala la exhumación del caudillo me cogió fuera del país. No fui el único, poco tardó el presidente Pedro Sánchez en reaccionar desde la otra punta de mundo, desde la cumbre de la ONU: “... y con esto, se cierra un capítulo oscuro de la democràcia”. ¡Qué cara!

¿Cómo puede decir eso el presidente que tiene el honor de presidir el segundo país del mundo con más desaparecidos? ¿Cómo tiene la indecencia de querer pasar página con miles de cunetas llenas de cadáveres y miles de fosas sin abrir? ¿Cómo tiene la vergüenza de esconder que la sentencia de muerte del president Lluís Companys continúa vigente, igual que la de centenares de miles más? ¿Por qué no explica la nulidad del despliegue de la ley de memoria histórica española por la falta de voluntad política de su gobierno? ¿Por qué no reconoce que durante su mandato el Gobierno no ha abierto ni una fosa ni ha identificado a ninguna víctima? ¿Cómo puede ser que el franquista Antonio González Pacheco, alias "Billy el Niño", que tiene interpuestas 36 querellas por tortura, todavía tenga vigentes cinco medallas y la bonificación mensual de 50% en su pensión? Y lo más básico, ¿por qué un presidente que se autollama "de izquierdas" abandona las políticas de memoria y permite que personas de este país se marchen de este mundo sin saber dónde están sus familiares desaparecidos?

El PSOE ejerce las mismas políticas neoliberales que la derecha española más reaccionaria. Pedro Sánchez imprime y comparte el discurso de Vox, PP y Cs, desde la amenaza de un 155 hasta la nulidad de las políticas de memoria.

Pero lo que me sorprende más es ver como alguien compra este discurso, el discurso de los suyos por encima de su voluntad como familiar de desaparecido; la política por delante de la dignidad. Hablo de Miquel Iceta, el líder de los socialistas en Catalunya, quien también reaccionó a la sentencia del Tribunal Supremo como "el final de una anomalía histórica", y no le falta razón. Sin embargo, ¿no es también una anomalía histórica, de concepción de la lógica humana, que pasados 80 años su gobierno, el de su PSOE, avale la anomalía democrática de no buscar y desenterrar a los millares de desaparecidos? Y lo digo por conocimiento de causa, porque el señor Iceta también es familiar de desaparecido, pero ha decidido interponer la política por delante de sus derechos.

No podemos hacer gala de que hemos vencido al franquismo con el intento de sacar al genocida de su guarida. Cuando un país tiene que recaer en la justicia para eliminar la victoria del fascismo es que alguna cosa no hemos hecho bien. Nunca puede ser que el fascismo tenga que pasar por un juzgado. El fascismo, simplemente, no se debate, se elimina.

Pedro Sánchez se colgó la medalla ante la ONU de borrar el franquismo, la misma organización internacional que ha denunciado el Estado por prolongarlo y perpetuarlo. Las Naciones Unidas, en dos ocasiones, han emitido informes contra el estado español por la vulneración de los principios fundamentales vinculados con las políticas de memoria: verdad, justicia reparación y garantías de no repetición.

No podemos hacer gala de que hemos vencido al franquismo con el intento de sacar al genocida de su guarida

Y justo la semana pasada se cumplían 6 años de la reunión que tuvimos con el Grupo de Desapariciones Forzadas de la ONU en Catalunya. Allí, en aquel hotel de Barcelona, también estaba el amigo Joan Pinyol, pero en aquel momento todavía no nos conocíamos. Poco tiempo después lo hicimos porque nos une la misma causa, la lucha por la verdad y la justicia. Después de conocer la sentencia del Supremo, inmediatamente lo llamé:

Roger: ―¡Joan, qué vergüenza eso del PSOE!

Joan: ―¡Humo y más humo con la rosa cogida en un puño!

Después tuvimos una larga conversación y es por eso que la queremos compartir, porque estamos decididos a llegar hasta el final. Palabras de Joan Pinyol, quien tiene el abuelo enterrado en el Valle:

"La sentencia del Supremo que da luz verde a la exhumación de la momia de la pirámide franquista es un capítulo más del culebrón socialista que busca a la desesperada una determinada simpatía electoral. Las intenciones del gobierno de Pedro Sánchez para sacar a la abeja reina de la colmena fascista son sólo una puesta en escena hambrienta de aplausos por parte de un electorado sensible a la memoria histórica, o dicho de otra manera, humo envasado en unos sobres que contienen el logotipo de la rosa roja cogida con un puño. No busquemos en ello nada más, bastante pena da.

Durante mi lucha para sacar a mi abuelo Joan Colom del lado de su verdugo —que ya ha superado una década— he recibido, o bien el portazo más sonoro del PP con su presupuesto 0€ a la memoria, una demanda humana que afecta a miles de familias en nuestra casa; o bien la mareada constante por parte de un PSOE que tiene muchos militantes también en las cunetas pero que se comporta inhumanamente como un sepulturero despótico más.

El PSOE con esta actitud juega con los sentimientos de los familiares, con el de las personas finadas trágicamente por culpa de aquella maldita guerra y al mismo tiempo es, también, un golpe a los bajos de su dignidad. Lo sufrí el año 2010 cuando María Teresa Fernández de la Vega, la vicepresidenta del gobierno Zapatero, me permitió ver los osarios abiertos del Valle de Sus Caídos con un equipo de forenses. Era el 8 de septiembre y testimoniamos que había cajas —como la que contiene a mi abuelo Joan y que repone en la cripta del Pilar— en un perfecto estado, hecho que posibilita su identificación y exhumación. En otras zonas, las filtraciones de agua las han dejado en un estado de degradación lamentable. Todos ellos trasladados al Valle a la fuerza, con nocturnidad y alevosía y sin comunicarlo nunca a las respectivas familias. En el 2011, antes de que llegara la amenaza del fantasma del PP, el PSOE se ventiló el tema del Valle con un informe de una comisión de expertos que determinó la imposibilidad de identificar ningún cuerpo por su mal estado de conservación. ¡Así las gastó con nosotros! En aquel informe del 2011 el PSOE ya apuntaba a la idea de sacar al dictador de su mausoleo. Y todo quedó en una nada. Humo y más humo con la rosa cogida en un puño.

Pero es que un presidente socialista anterior las gastó todavía peor. El año 1990, con gobierno de Felipe González, los 502 cuerpos de los republicanos que el 21 de julio de 1965 la Dictadura había profanado en el cementerio de Lleida —entre ellos mi abuelo— y que fueron inhumados en secreto en el Valle de Sus Caídos, volvieron a ser profanados, removidos y llevados a la cripta del Pilar de la misma basílica de Franco, sin notificarlo tampoco a las familias. Sabían a quién profanaban y el nombre de las familias que había detrás, pero en lugar de solucionar el agravio perpetuaron las malas prácticas de la Dictadura. El franquismo se nos está haciendo muy largo.

Con Pedro Sánchez volvemos a sufrir un acto más de esta pantomima. Nos quiere hacer creer que hay que sacar al dictador de su tumba venerada para que la España de la "Una, Grande y Libre" pueda mirar al futuro y deje de rendir honores a quien hizo verter tanta sangre inocente, como si fuera un imperativo en favor de la democracia y de la normalidad anhelada; como si fuera un deber de justicia hacia un pasado déspota y convulso. Pero el PSOE aplica una fórmula realmente surrealista: conceder la exhumación del cuerpo de un abuelo que descansa en el Valle a la única familia que no lo quiere, la de Franco y, al mismo tiempo, menospreciar a las familias que hace años que reclamamos a los nuestros y que sí que queremos recuperarlos. Para los familiares de víctimas un no oficial y para los Franco todos los miramientos para poder llevarse el cuerpo del genocida. El mundo al revés y la justicia patas arriba. ¡La gran España!

La reciente sentencia del Supremo parece que puede ser definitiva. Pero no sé si cuentan con la oposición de la comunidad benedictina que encabeza el prior Santiago Cantera, candidato de la Falange en unos comicios anteriores y un eficiente servidor del dios que tienen bajo la losa del altar mayor. Tenemos un precedente peligroso cuando se trata de sacar cuerpos del Valle, el prior siempre pone todos los palos en las ruedas posibles. El año 2016, un juzgado de El Escorial sentenció la exhumación de los hermanos aragoneses Lapeña. Una sentencia firme, bajo el amparo de la ley, sin embargo, tres años después, los cuerpos todavía continúan allí, otra vergüenza sumarísima.

¿Han interesado alguna vez los Joans Coloms al PSOE? ¿Si tan sensibles nos quieren hacer creer que son para la memoria histórica, por qué se los ha menospreciado? ¿Por qué no eran sinónimos de rédito electoral?

La sentencia del Supremo es firme, como también es firme nuestra lucha por la dignidad de las personas que fueron una moneda de cambio tristísima en medio de una dictadura despótica y de una transición de pacotilla.

Joan Pinyol y Roger Heredia, unidos para vencer al fascismo y para hacer volver a casa a nuestros familiares.