Miles son las familias que nunca han perdido la esperanza de encontrar a sus parientes desaparecidos muchos años después del fin de la guerra. La mía es una de las más de 100.000 que todavía lloran la injusta pérdida de un joven que luchó contra el fascismo, por Catalunya y por la República, y que encontró la muerte poco antes del fin de la Batalla del Ebro.

Con el fin de la guerra llegó la represión, la persecución, los purgatorios y la miseria. En casa pasaron hambre y el miedo estaba al orden del día. La abuela, que en paz descanse, siempre recordaba cómo tuvieron que quemar todo tipo de documentación o deshacerse de cualquier indicio o vestigio que oliera a "rojo". Venimos de aquí.

El aniversario de la Constitución española nos deja una preocupante imagen que a la vez es una instantánea del momento: el aumento del extremismo de la ultraderecha y la impunidad. Los cachorros de VOX exhibieron banderas nazis y lanzaron saludos fascistas al final del acto en la plaza Sant Jaume de Barcelona, exaltados por el discurso de Abascal, xenófobo, racista, facha y cargado de odio: "Por primera vez desde 1978 recordamos el día de la Constitución con ETA y el golpismo separatista incorporados a la dirección del Estado".

Alemania se echa las manos en la cabeza ante el ruido de sables de los militares españoles. La prensa del país se hace eco con fuerza del silencio del rey Felipe VI delante de la carta de generales y coroneles jubilados reafirmando el discurso de la extrema derecha y con la amenaza de un nuevo golpe de estado. Y todavía más, con el chat donde hablan "de fusilar a 26 millones de hijos de puta".

A la extrema derecha hay que aislarla, no blanquearla

Como dice el compañero de luchas David Minoves: "Luchar contra el discurso del odio cuando este agita una bandera que no es la tuya es relativamente fácil. Hacerlo cuando el discurso del odio agita tu bandera, cuesta más".

Por todo eso, cuando la extrema derecha crece, cuando la monarquía corrupta encuentra amparo con los militares y cuando el Estado muestra su cara más dura y amarga es inaceptable que un representante de Junts per Catalunya, que el vicepresidente del Parlament de Catalunya ("en nombre de Laura Borràs"), haya asistido a un encuentro con la presencia del partido de ultraderecha Front Nacional de Catalunya (FNC). A la extrema derecha hay que aislarla, no blanquearla. Y todavía más cuando los juntaires, inicialmente, afirmaron por "activa y pasiva" que no estaban. Mentir para después aceptar la obviedad para, inmediatamente, después cerrar filas. Cerrar filas para blanquear la extrema derecha. Así no.

Lo peor del vicepresidente del Parlament no es que se haya reunido con el más bajo de los que enarbolan la estelada mientras han hecho de las redes una alcantarilla, lo peor es que miente sistemáticamente. Ni dimite ni dimitirá aferrado a la silla desde la que predica un totalitarismo excluyente mientras aplica aquello de 'nítidamente' contra los medios de comunicación, los mismos medios que esta gente con quien se reúne cerrarían después de juzgar por traición a sus periodistas.

El ruido del asunto Costa silenció otro episodio bien triste. El máximo responsable en comunicación de los juntaires se vio obligado a borrar un tuit. Era uno de estos mensajes veladamente ofensivos contra el preso político Oriol Junqueras. El exjefe de prensa de Puigdemont, llevado por su aversión visceral, quiso reprobar a Junqueras sin darse cuenta de que haciéndolo también ponía en picota a Joaquim Forn, Jordi Turull, Josep Rull y Jordi Sànchez, del partido que le paga el sueldo. Abducido por la estrategia de la confrontación cainita quiso aprovechar la resolución de Marchena para morder, una vez más, a Junqueras.

El vergonzoso episodio es muy revelador de qué significa la 'confrontación inteligente'. No es la primera vez que el reciclado jefe de prensa borra tuits. De hecho, los borró todos después de la DUI del 27 de octubre de 2017 en una exhibición de valentía inédita. De hecho, no sólo borró tuits para no dejar ningún rastro, es que literalmente se borró él mismo, desapareció cuando más se lo necesitaba. Mientras otros, muchos, aguantaron el tipo él se escondió como un conejo tan pronto como cayó la noche aquel 27 de octubre de 2017.

Pues este que siempre se zafa es uno de los que ahora pretende dar lecciones a los presos políticos. Otra lección de valentía de este tipo de gente que se golpean el pecho como gorilas de día, pero que huyen siempre como conejos cuando irrumpe la noche.