Todo apuntaba a que los juntaires se las prometían muy felices. La salida de Junqueras les desmontó los pronósticos. Diez días de campaña de Junqueras fueron suficientes para revertir unos sondeos internos que les daban la victoria desde hacía semanas. Junqueras en acción tumbó una estrategia de confrontación que ha consistido en convertir el independentismo en una especie de movimiento hooligan basado en el insulto, la difamación y las fake news.

Hasta bien entrada la tarde del pasado domingo electoral, el ejército de execrables —y su entorno burbuja— no paró de recriminar y lanzar todo tipo de improperios a todo aquel que no comulgara con su bancada. La campaña se fundamentó en el espantajo del tripartito, una farsa más, una fabulación más. Cuando no tienes nada que ofrecer tangible, inventas. Para los nostálgicos de la sociovergencia, los del juego de sillas con el PSC en la Diputación de Barcelona y en la mayoría de consejos comarcales de Catalunya, ha resultado que esta era su baza electoral. Siempre acompañada del ejército de sicarios en las redes sociales. Groseros, maleducados, xenófobos y conspiranoicos. Los del "pocos y puros". Verdaderos caballeros del purismo que han atomizado la campaña con el estercolero de la sombra de un falso pacto con el PSC hasta el punto de tener que promocionar un documento para atiborrar a los defensores del purismo excluyente. Los que reparten carnés de independentistas buenos y malos dependiendo de la lengua que hables, de dónde hayas nacido o de dónde vengas. Cinismo identitario. "Shakespeare era catalán". Vergüenza ajena.

El independentismo obtiene cifras de récord. Por primera vez supera el 50% en votos, aunque con la baja participación parecía una quimera. Pero con una gran diferencia, con los republicanos por delante de los (post)convergents de Junts. La CUP saca pecho y sale beneficiada. El independentismo, en conjunto, gana. ¿Sin embargo, el independentismo podrá formar gobierno? ¿Tendremos por primera vez un president republicano? La disposición de Junts es nula. Borràs detesta esta posibilidad y a Puigdemont le escuece tanto o más mientras Jordi Sànchez oficializa vetos de todo tipo.

¿Puede una formación política como Junts investir a Aragonès sin implosionar? Difícilmente

¿Puede una formación política como Junts —que fundamenta su cohesión interna en la aversión a Junqueras (el Mosén, le dicen por tierra, mar y aire) y los republicanos— investir a Aragonès sin implosionar? Difícilmente. Las primeras valoraciones de los nacionalistas identitarios son muy reveladoras. Que si un empate técnico, que si han hecho un milagro, que si no han ganado es por culpa del PDeCAT... todo indica que irán a reventarlo todo. Es donde se sienten más cómodos, habituados como están a hacer de guardianes de las esencias y de arremeter contra cualquiera que no se doblegue a sus postulados.

No pueden asumir ni tolerar que Oriol Junqueras, en dos semanas, les ha pasado la mano por la cara. O mandan ellos o prenden fuego a la barraca. Que en el "sí" del independentismo se haya impuesto la formación política que obtuvo menos puntos en el examen de la satelizada ANC no lo podrán digerir. La misma entidad que en 2017 favoreció a Puigdemont mientras reprobaba un hipotético triunfo de Junqueras. Una entidad que le gusta más fiscalizar que trabajar por la transversalidad del movimiento independentista. Y a veces, incluso más a la derecha.

El independentismo ha frenado de nuevo a los del 155 y la operación de estado. Pero se puede ver empujada a nuevas elecciones. Junts jugará a eso, que todo el mundo lo sepa. La posibilidad de que Catalunya pueda iniciar una nueva etapa con el liderazgo de los republicanos y con los apoyos del resto de fuerzas independentistas y soberanistas es una traición a la causa. Abordar el nuevo proyecto con grandes consensos y mayorías amplias es un anatema. ¿Hacer posible la amnistía y la autodeterminación, reconstruir el país? DUI, responden poseídos por sus legionarios en las redes. ¿La responsabilidad ganará los delirios? Ojalá. Pero los indicios del mal perder y la confrontación cainita hacen pensar en si serán capaces de enviar a Catalunya a unas nuevas elecciones. Una enorme irresponsabilidad.