Pasan las horas y los días y continuamos inmersos en el bloqueo generado por la abducción de la pérgola judicial engordada por imputaciones penales metafóricas de conspiraciones rencorosas de venganza y castigo.

Música enfermiza del franquismo casposo, de togas grises, gafas oscuras, masas manchadas de sangre, vendas en los ojos y sentencias sumarísimas carcomidas por ejércitos rancios de coleópteros.

Un pueblo con las manos atadas que recibe los disparos de los panfletos de la parodia penal. En menos de un año, instrucción hecha y "vayan pasando que a la una hay que ir a comer". El fusil no falla cuando se cuestiona el santo Grial del Estado.

El derecho pasa a ser un plato selecto de la carta del menú de la Santa Inquisición Constitucional. La mesa está puesta. Sólo falta que se sienten las brujas. La cacería hace años que empezó.

El juicio de la farsa y la estafa, con escritos de imputaciones penales que caen como serpentinas y confeti que adornan la fiesta constitucional sacrosanta. Los jueces y los fiscales hacen bailar el Código Penal al sonido de la Vox Band Orquestra y brindan con los grandes reservas del régimen del 78, embetunados por las camisas naranjas de los Primeristas de Rivera, los grises de la gaviota azul, y los bailarines del vals del farolillo de la rosa roja.

Destruir y eliminar el Cuerpo de Mossos d'Esquadra

La fotografía del cuerpo de Mossos d'Esquadra ya hacía tiempo que ocupaba el centro de la diana del despacho del Cuarto Reich del ministro Zoido. Las alarmas saltaron en las depuradoras de las cloacas del Estado. ¿Cómo podía ser que una "policieta regional" hubiera sido capaz de resolver el atentado terrorista del 17-A a los ojos del mundo? Había que idear un plan rápido, contundente y eficaz.

El cebo del 20 de septiembre

Preparado a conciencia y con premeditación. Delante de la Conselleria d'Economia se visualizaba la punta del iceberg de la operación de Estado. La Causa General Contra el Independentismo. Cuarenta registros de la policía española coordinados por el juzgado de instrucción 13 de Barcelona que no fueron comunicados a los Mossos. Imposible, por lo tanto, de prever y diseñar ningún tipo de plan de actuación en auxilio de la autoridad judicial y la policía española. El resto ya lo saben.

Y la trampa del 1 de octubre

La "ratonera" estaba preparada hacía días. El olor del cebo se intuía con las maniobras e incumplimientos de los acuerdos de coordinación del Estado con los Mossos d'Esquadra, resultado de las reuniones de los días 28, 29 y 30 de septiembre.

Las instrucciones de la fiscalía y del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya eran muy claras: impedir la celebración del referéndum del primero de octubre. Pero también era muy claro cómo hacerlo, respetando y preservando la convivencia ciudadana. Y los Mossos lo cumplieron

La sangre, la violencia y la testosterona de la policía española llenaron las retinas de medio mundo. Los Mossos consiguieron clausurar 140 colegios electorales. Ningún herido. La Policía Nacional y la Guardia Civil cerraron 92. 1.066 heridos y 577 denuncias presentadas contra ellos por agresiones y torturas.

A ojos de la justicia española, sin embargo, parece que todo fue diferente. De poco sirvió el plan Àgora. Un dispositivo de los Mossos sin precedentes que movilizó a miles y miles de efectivos por todo el territorio, armados con los valores democráticos para hacer cumplir la ley: actuar con congruencia, oportunidad y proporcionalidad. Principios que no figuraron en la Carta Magna de la policía española.

El Cuerpo de Mossos d'Esquadra actuó como policía judicial, con máxima profesionalidad y con el auxilio de la judicatura, como siempre hace cuando se lo requiere. Pero, desgraciadamente, la verdad es accesoria en este caso. La criminalización de los Mossos era el principal objetivo de la operación del Estado. Eliminar el Cuerpo de Mossos d'Esquadra y encerrar en la prisión toda su cúpula.

23-F: Diego Pérez de los Cobos, ¡presente!

Quien de joven flirteaba con la extrema derecha, a primera hora de la mañana, el general valiente (entonces coronel) se enfundaba la misma camisa azul de la Falange con que se uniformó aquel 23 de febrero de 1981, cuando se presentó en el cuartel de la Guardia Civil de Yecla (Murcia) dispuesto a dar apoyo a la insurrección militar de Tejero. Su padre, candidato de Fuerza Nueva en unas elecciones generales y su hermano, expresidente del Tribunal Constitucional.

¿Quién mejor para defender el orden constitucional en Catalunya que aquel valiente dispuesto a dar apoyo al golpe de estado de Tejero?

El mismo que se saltó de manera beligerante los acuerdos de cooperación y coordinación aprobados a la Junta de Seguridad de Catalunya. La policía española contra los Mossos d'Esquadra. Y con la ayuda militar de Enric Millo y José Antonio Nieto, los cuales no quisieron crear un centro de coordinación común entre las tres fuerzas policiales y se inventaron unas reuniones falsas en la Delegación del Gobierno para despistar todavía más a los Mossos. Mentiras y más mentiras.

La profesionalidad del Cuerpo de Mossos d'Esquadra

Los miembros del Cuerpo de Mossos d'Esquadra son servidores públicos. Igual que tantos otros, pero con una gran diferencia. Cuando se sacan el uniforme siguen siendo policías las 24 horas del día, los 365 días del año. Con un ojo pendiente de la ciudadanía y el otro de la familia.

Mujeres y hombres con varias sensibilidades y pensamientos. También ideológicos, evidentemente, pero una vez se enfundan el uniforme todo eso queda apartado. El rigor y la profesionalidad son sus pilares del día a día. Representan la imagen de una institución, de un país, y con eso no hay debate.

El Cuerpo de Mossos d'Esquadra no deja de ser un reflejo de nuestra sociedad, y así tiene que seguir siendo. Pero una cosa es incuestionable ahora, se lo quieren cargar.

En juego está el futuro y el prestigio de una institución que el próximo año hará 300 años. Miles y miles de mosses y mossos han defendido, defienden y defenderán este escudo. Y algunas veces con el precio de la muerte.

Y ahora, víctimas de la espiral de prevaricación judicial del Estado. El mayor Josep Lluís Trapero y la intendente Teresa Laplana, excelentes profesionales que hace media vida que defienden a este cuerpo y los derechos y las libertades de la ciudadanía de este país, ahora imputados por rebelión y sedición, por el simple hecho de hacer cumplir la ley. ¡Por el amor de Dios, dónde hemos llegado! ¿Cómo se atreven? No sólo se los juzga a ellos, sino que se juzga a todo el Cuerpo de Mossos d'Esquadra.

Mosses y mossos de este país, seguid trabajando con profesionalidad, coraje y valor. Seguid actuando con determinación, firmeza y por la defensa de la democracia y las libertades individuales y colectivas. Pero no permitáis que os criminalicen por lo que pasó el 1 de octubre. Todas y todos sabéis que sois víctimas del engaño y del desprestigio orquestado por el Estado con el intento de humillaros. ¡No lo permitáis!

Y cuando cada día salís a la calle, desde vuestra oficina o desde el lugar donde desarrolláis vuestra tarea policial, pensad en aquellos profesionales que hoy hace más de un año que soportan el aliento de la venganza en el cogote. Aquellos que seguro, en algún momento de vuestra vida profesional, han sido vuestros compañeros, jefes, referentes o amigos.

Esperando que vuelva a entrar el aire fresco por las montañas de las Guilleries y que muy pronto podáis volver a decir: ¡Major, intendente, a sus órdenes!