El entorno crematístico de Torra ya ha tomado partido públicamente en la disputa entre Laura Borràs y Damià Calvet para arremeter con la virulencia habitual contra este último. Es el enésimo cribado de este mundo que enarbola la bandera de la unidad para tirársela por la cabeza a todo el mundo que no comulgue con la magia. El amante de los castillos de fuegos, el sociólogo Salvador Cardús, cargaba contra Calvet, candidato apadrinado por Lledoners y probablemente por Waterloo, con la virulencia habitual que nos tiene acostumbrados este integrismo en permanente huida adelante. Un mundo que se ha erigido como el guardián de las esencias, que no ha demostrado nunca nada, que no se ha jugado ni un triste pelo del culo. Pero que cada día parece más radicalizado, verbalmente, mientras no les falte el plato en la mesa, claro está, plato que ya han blindado gracias a las pagas vitalicias del autonomismo, en lenguaje neoindependentista. El sociólogo (ahora asesor áulico de Torra) la tomó contra el conseller Calvet porque este osó decir que la independencia no es para mañana y que un nuevo referéndum (Lo volveremos a hacer) no sólo es la vía sino que, probablemente —a menos de que seamos capaces de ser tantos que caiga por su propio peso—, es la única vía realista.

Hay una especie de gente que blande la estelada con tanta furia que se ha convertido en un auténtico centrifugador, una máquina de estropearlo todo y generadora de disensos. Así que cuando alguien de este espacio postconvergente dice alguna cosa sensata enseguida se le lanzan a la yugular, no fuera que estuviera dando la razón a los republicanos que es lo que hacen en pequeño comité a todos los cenáculos juntaires. Y todo eso después de que la precampaña de Laura Borràs haya presentado sus credenciales pidiendo la intervención de la Guardia Civil en el campo, pactando con PP, Vox y Ciudadanos y, la traca final, pidiendo plaza de funcionaria del Estado. ¡Hombre! ¿Sra. Borràs, pero que no lo teníamos al alcance? Por si acaso, asegurémonos las lentejas, debió decir la candidata. Por cierto, magnífico reportaje del periodista Xabier Barrena hace unos días en El Periódico explicándonos que Borràs irrumpió a escena poniendo voz a un texto escrito por el entorno más próximo a Oriol Junqueras.

Hay una especie de gente que blande la estelada con tanta furia que se ha convertido en un auténtico centrifugador, una máquina de estropearlo todo y generadora de disensos

Con todas estas, ayer mismo fue el turno del candidato de Demòcrates, Toni Castellà, que se organizó unas primarias tan a medida como las que se montó el filósofo sin obra conocida Jordi Graupera, más pagado de sí mismo que Oriol Mitjà, que ya es decir. Castellà se vendió viniendo a decir que ellos son los únicos y verdaderos independentistas. Qué manía en hacernos pequeños. Pocos y puros. El sociólogo Cardús ya se ha visto superado en esta carrera para ver quién es más auténtico, siempre hay uno dispuesto a asegurar que es más que nadie. Y lo ha hecho precisamente Toni Castellà que se ha pasado media vida siendo un leal servidor de Josep Antoni Duran i Lleida y que vive del sueldo público desde que llevaba pañales. Sinceramente, con estos que pierden la fuerza por la boca, a lo máximo que podemos aspirar a volver a hacer es un aquelarre con exceso de ratafía contando historias cerca del fuego.

Y por si todo esto todavía fuera poco, algunos ahora nos vienen con la cancioncilla de que esto de las elecciones del 14 de febrero ya veremos. El último en sumarse a la fiesta es el síndic, Rafael Ribó. Ir liando el tema. Sin olvidar que si no se celebraron elecciones como hicieron vascos y gallegos, fue exclusivamente para especular con el calendario electoral irresponsablemente. No por interés de país sino por intereses estrictamente electorales y ahora estamos pagando las consecuencias. Déjense de especulaciones, de cálculos electoralistas y recuerden que pronto hará un año de aquella frase lapidaria: "Esta legislatura ya no tiene más recorrido político". Y no se preocupen por el mes de febrero que, tal como dijo anteayer el conseller de Acció Exterior, Relacions Institucionals i Transparència, Bernat Solé: "El 14 de febrero se podrá votar por correo sin necesidad de salir de casa. Seguimos trabajando por unas elecciones que minimicen el riesgo sobre la salud y que garanticen el derecho de voto a todo el mundo".