La campaña se les hará larga a los conversos que reparten carnés de independentistas. Durante tres años se han dedicado al linchamiento de todo aquel que discrepara. Al nivell de convertir las redes sociales en un estercolero y asociar el independentismo a mala educación, grosería y un acentuado populismo que lo arrastra hacia lo que había representado la Lega Nord piamontesa mientras lo aleja de la centralidad.

Desde el 1 de octubre han masacrado a todo aquel que osara hablar de cosas como "referéndum acordado" o que "hay que ser más y superar el 50%". Han lanzado todo tipo de mentiras y acusaciones; han hecho correr todo tipo de rumores; han sembrado un abismo; han ensanchado la grieta como dice el vicepresidente Josep Costa, siempre dispuesto a enredar. Pero no la han ensanchado con el Régimen del 78, no. La han ensanchado entre el independentismo. Se han presentado como el independentismo nítido ante los traidores, botiflers y cobardes, entre otras sutilezas. Y lo han hecho exhibiendo una especie de autoridad moral y credenciales nunca vistas. No han dudado en mentir y en mentir mucho. Mentiras de padre y muy señor mío, sin rubor de ningún tipo. La trola del volveré de Waterloo es excepcional. Y cabe decir que ha venido de poco que no lo repitieran. De hecho, no descartaría que lo hagan en la recta final si se ven muy desesperados.

Pues bien, como quien no quiere la cosa ahora resulta que, como mínimo, hay que superar el 50% de los votos. Les ha costado tres años de admitirlo, tres años en que se han dedicado a vilipendiar precisamente a los que defendían esta tesis que ahora, de lo obvia que es, da incluso vergüenza tener que recordar. Durante estos tres años, han tenido la Presidència de la Generalitat. Como antes con Puigdemont, antes con Mas y antes con Pujol, aunque de este último reniegan cobardemente.

Durante estos tres años ni han levantado la DUI, ni han firmado ningún decreto siguiendo el mandato del 1 de octubre, ni siquiera han retirado las acusaciones contra las personas que participaron en las manifestaciones de protesta contra la sentencia a los presos del 1 de octubre

Durante estos tres años la única acción heroica que se recuerda es poner y retirar una pancarta o descolgar y colgar la bandera española en un tiempo récord. Durante estos tres años —la actual candidata de este mundo era consellera de Cultura— ni han levantado la DUI, ni han firmado ningún decreto siguiendo el mandato del 1 de octubre, ni siquiera han retirado las acusaciones contra las personas que participaron en las manifestaciones de protesta contra la sentencia a los presos del 1 de octubre. Este es el balance. No hay otro, visto que la gestión de la pandemia la han dejado en manos de los republicanos. A no ser que contemos aquello que han creado la NASA catalana porque está previsto —y lo celebro— enviar un nanocohete al espacio.

El programa de los nítidos habla de un referéndum acordado. ¡Válgame Dios! Lo tuve que leer dos veces. Tres. ¿Pero que no habíamos quedado en que eso era propio de botiflers y traidores y que unilateralidad y bla, bla, bla? Pues bien, cuando aún no me había repuesto de la sorpresa, ahora la candidata vuelve a decir que levantará la DUI. Bueno, que la activarán antes del 2025. Bueno, que ahora dicen que lo harán inmediatamente. Bueno, que "activar" la DUI no quiere decir lo mismo que "levantarla"... ¡Ya basta! Hace tres años que nos toman el pelo, con mención especial a la Diputación de Barcelona, que ni el lazo han repuesto. Lo que sí que han blindado es una alianza con el PSC, una especie de luna de miel que también ha pasado por normalizar la sociovergencia y la corrupción intrínseca a esta. Los catalanes utilizamos aquella expresión “d’anar pel pedregar”, es decir, "andar de capa caída". Pues bien, hay otra con el mismo significado pero quizás más apropiada, “anar de mal borràs”.

Ya lo decía bien Jordi Cuixart el otro día, aquello de que "los partidos soberanistas cumplan las promesas hasta las últimas consecuencias". Id con cuidado que "algunos" no os tomen más el pelo.