Convendría que todo el mundo que tuviera interés en saber, en compartir y en informarse se leyera Contra l'adversitat, el último libro de Oriol Junqueras. Y es así que inicia el texto, citando un párrafo de la Ilíada de Homero, cuando este advierte que "ante la adversidad no hace falta lamentarse, sino aportar soluciones".

Nada que ver con el género de la literatura del lamento y el resentimiento. Es un texto vibrante, limpio de reproches, estructurado en tres bloques: vida entre rejas, historias de familia y una mirada al futuro.

Junqueras nos presenta en el primer bloque algunas anécdotas y vivencias, un elogio a compañeros de presidio condenados por delitos comunes y sus peripecias y, finalmente, un espléndido repaso al presente que proyecta en un futuro de esperanza y optimismo, con un rigor impactante que tan a menudo hemos echado de menos sustituido por el guirigay y las barbaridades.

Hay un segundo bloque en el que hace un repaso a su familia y se remonta hasta seis generaciones, una familia que generación tras generación ha sufrido la represión y ha combatido la injusticia, siempre al lado de las clases populares, en defensa de la justicia social y de Catalunya. Un recuerdo muy sentido para sus abuelas y su madre, personas que nos confiesa que lo hicieron amar la libertad y el conocimiento.

Junqueras advierte del peligro de dejarse arrastrar por los despropósitos y plantear el embate en los términos que querría el adversario

El tercer bloque es el más político, sin duda. Si bien todo el libro está empapado de experiencias personales y familiares que revelan un compromiso que se pierde en el túnel del tiempo. Junqueras advierte del peligro de dejarse arrastrar por los despropósitos y plantear el embate en los términos que querría el adversario. Así, nos dice: "No tenemos que caer en las provocaciones de un sistema que siempre prefiere tratarnos más como una cuestión de orden público que como una fuerza democrática masiva. No es casual, por ejemplo, que, ahora hace un siglo, el poder ordenara el asesinato de Salvador Seguí y de Francesc Layret, porque el poder teme especialmente aquellos que son capaces de construir grandes consensos".

La capacidad analítica y de seducción de Junqueras empapa cada párrafo cuando defiende el diálogo y lo justifica magistralmente cuando afirma: "Tenemos que insistir siempre en el diálogo, justamente porque nuestra insistencia a la hora de dialogar desenmascara su hipocresía. Nosotros no defendemos el diálogo porque seamos ingenuos sino porque sabemos que es nuestro deber ante la sociedad y porque es indispensable para que la opinión pública internacional entienda la razón que nos asiste ante las mentiras del PSOE". Este es un capítulo escrito justo después de saber que ha sido condenado a 13 años de prisión y afirma: "Pido que hagamos todo lo posible para alcanzar los resultados necesarios para obligar al PSOE a sentarse a dialogar. Es evidente que sólo se resignarán a dialogar si no les queda ninguna otra opción. Como todos sabemos, ellos huyen del diálogo como un vago huye del trabajo".

Contra l’adversitat es un Junqueras en estado puro, con un acento feminista a partir de los referentes que acompañan el relato. Pero es sobre todo un canto a la vida, a la esperanza y a perseverar para ganar la libertad. Una delicia de libro que no dejará a nadie indiferente, que entretiene, enseña e invita a reflexionar.