El motivo de escribir una segunda parte sobre la relación entre el CNI y Abdelbaki es Satty y la afirmación que era confidente de la inteligencia española hasta el día de los atentados del 17-A es porque no paran de incrementarse las dudas y las incógnitas.

El silencio, la opacidad y el bloqueo del Estado ante las informaciones reveladas por Público y Carlos Enrique Bayo todavía hacen aumentar más las sospechas. La última, el bloqueo ―por segunda vez― de la apertura de una comisión de investigación para aclarar la relación entre el imán de Ripoll y el CNI ―a propuesta de ERC y JxCat― y que, de rebote, ha comportado el veto a la comparecencia del presidente del Gobierno, los ministros de Interior y Defensa y la directora del CNI. ¿El motivo? Esta es la incógnita. La excusa, que las actividades de la inteligencia española y los gastos del fondo reservado pasan por la antiguamente llamada "comisión de secretos". La realidad, los votos en contra de PSOE, PP, Cs y Vox que vetan saber la verdad entre la relación del CNI con el autor intelectual de los atentados.

No soy de los que piensa que detrás de los atentados del 17-A hubiera una conspiración Estado-Catalunya. Sí que comparto la opinión de que el CNI monitorizaba los movimientos de Es Satty y el resto de célula terrorista antes de los atentados. También comparto la idea de que se escondió la información a los Mossos y que eso supuso una grave negligencia, un error de características descomunales y que, sin duda, este hecho trasladado a cualquier otro país normal, digamos con una democracia moderna, hubiera generado una crisis política que hubiera hecho caer al propio gobierno. Pero en eso el estado español tiene las rodillas peladas.

La negativa del Gobierno provisional de Pedro Sánchez a dar explicaciones es de una irresponsabilidad acojonante. Las escuetas palabras de la vicepresidenta Carmen Calvo, una indecencia. El gobierno Sánchez, queriéndolo o no, ha tomado el relevo de la operación de blanqueo del CNI, hecho que sigue sembrando todo tipo de dudas y especulaciones.

La inteligencia francesa no dudó en reconocer que hubiera podido hacer algo más y la comisión de algunos errores durante a los atentados que sufrió Francia. La transparencia y la asunción de responsabilidades en el marco de la actuación de un atentado terrorista también marcan la calidad democrática de un país. El Estado en manos de José María Aznar intentó mentir con el atentado del 11-M y lo pagó con la derrota electoral. Pedro Sánchez tenía la oportunidad de hacer algo diferente, ¿por qué no lo ha hecho?

La ridícula imagen que está dando el Estado es preocupante, y que la ciudadanía se tenga que conformar con las revelaciones periodísticas es insuficiente

Buena parte de las revelaciones periodísticas de Público acabaron con la comparecencia del periodista Carlos Enrique Bayo ante la comisión de investigación sobre los atentados en el Parlament de Catalunya ―programada desde hacía meses―. Ninguna sorpresa durante el turno de palabra de PSOE y Cs, bueno, quizás una, que el PP no se presentó. Reproches para cuestionar las fuentes de las publicaciones e, incluso, atribuir al periodista que si todo eso era un encargo del independentismo. Cinismo en estado puro. Sorpresa también de la CUP que, un poco despistados ―quizás por eso de que ahora mismo suman con la oposición en el Parlament― también pusieron en duda las conclusiones del periodista. En las bancadas independentistas se puede destacar, sobre todo, la intervención de la diputada Montserrat Fornells con preguntas que hicieron mojarse a Bayo, quien no dudó en afirmar que hubo una negligencia probada, que el atentado se hubiera podido evitar y que Es Satty era agente doble ―calificadas como opiniones personales del compareciente―.

Y una semana de informaciones hirientes contra el corazón del Estado no podían quedar sin respuesta. El diario El País publicaba: "El independentismo abraza la teoría conspiratoria del 17-A". La Vanguardia, en portada: "La realidad de la investigación del 17-A". El rotativo del grupo Godó explicaba con todo tipo de detalles, gracias al acceso a informes de la investigación sobre los atentados de Mossos d'Esquadra, Policía Nacional y CNI, que fueron los cuerpos policiales y la inteligencia española, con sus propias investigaciones quienes fueron capaces de reconstruir los movimientos de la célula terrorista gracias a las evidencias recogidas post-atentado. Unas afirmaciones que ponían en duda y contradecían las informaciones reveladas por Público. El dirigente socialista, José Zaragoza, tardó poco en tuitearlo y darle veracidad.

Así, ¿a quién hacemos caso? No seré yo quien se lo diga, que cada uno saque sus propias conclusiones. En la información publicada por ambos diarios se utilizan informes y fuentes diferentes. Público confirma que el CNI tenía información sobre la célula terrorista antes de los atentados, previa e independiente a la información obtenida con la reconstrucción del post-atentado y que explica La Vanguardia. Uno de los hechos más relevantes son las tarjetas SIM francesas que los integrantes de la célula terrorista compraron en París con identidades falsas, pocos días antes de los atentados. En ambos diarios salen citados los números de teléfonos asignados a Omar Hichamy y Younes Abouyaaqoub, pero si fueron adquiridos con identidades falsas, ¿cómo sabían que pertenecían a los terroristas? Esta es la evidencia de que el CNI los tenía monitorizados previamente.

Los informes del CNI donde constatan que los terroristas utilizan frases cortas para comunicarse por sospechas de ser escuchados telefónicamente se elaboran previamente en los llamados "informes cronológicos de actividades de los investigados" ―elaborados con el vaciado de los dispositivos recuperados post-atentado―. Por lo tanto, todo eso nos lleva a deducir que sin vigilancia previa era imposible saber a quién pertenecían las dos tarjetas SIM de prepago compradas con identidades falsas de entre las miles que se compran en un día en la ciudad de París.

Pero si alguien todavía tiene alguna duda, Carlos Enrique Bayo ―sin despeinarse― en su última revelación en Público confirma que la evidencia de que el imán de Ripoll era confidente del CNI es gracias a las fuentes de inteligencia y a los informes del CNI previos al atentado y a los cuales Carlos Enrique Bayo ha tenido acceso. O todavía más concluyente que los dos controladores del CNI encargados de vigilar a Es Satty fueron enviados al extranjero ―África y Latinoamérica― después del fracaso de la operación encubierta, concretamente el responsable del CNI en Girona y el enlace a los servicios centrales en Madrid.

La ridícula imagen que está dando el Estado es preocupante. Que la ciudadanía se tenga que conformar con las revelaciones periodísticas es insuficiente. Que tendríamos que clamar al cielo por la opacidad de las actuaciones del Estado sobre los atentados, una realidad. El bloqueo político para crear una comisión de investigación hacia los atentados no puede frenar el derecho a conocer la verdad. La solución, la creación de una comisión de investigación independiente que lleve a aclarar los hechos, salir de dudas y depurar responsabilidades. ¿Hasta cuándo tendremos que esperar?