El, hasta ayer, ministro Illa se tendría que haber dedicado en cuerpo y alma a proporcionar vacunas a las comunidades autónomas, como si no hubiera un mañana. Pero en lugar de eso, las últimas semanas se ha dedicado a hacer campaña electoral.

Busquen y remuevan la hemeroteca política mundial y encuentren un caso como el español, como el caso del ministro Illa. No lo encontrarán. El máximo responsable político de la salud pública del estado español lo deja en plena pandemia. Y no lo deja por su mala gestión. No lo deja por la deplorable imagen al frente del Ministerio de Salud. El ministro Illa lo deja para centrarse en una campaña de partido. ¡Chimpún!

Es insólito, esperpéntico, de una irresponsabilidad que asusta, que el ministro Illa deje su cargo en el peor momento. Illa deja el cargo con la tercera ola desbocada y acusado de negarse a aprobar medidas más drásticas contra el incremento de contagios para evitar que eso dejara Catalunya sin elecciones.

España ha sumado más de medio millón de contagios en sólo tres semanas. Sólo la última semana se han notificado casi 250.000 contagios, prácticamente un 10% de los 2,5 millones que se han diagnosticado a través de pruebas diagnósticas durante toda la pandemia.

La incidencia acumulada de los contagios llega a cifras que rozan los 900 casos por cada 100.000 habitantes. Este martes el Ministerio de Sanidad ha notificado 36.435 nuevos casos de Covid-19, 15.660 de los cuales en las últimas 24 horas.

Esta es la estampa que deja el flamante candidato del PSC a presidir la Generalitat de Catalunya. ¿Creen que el peor ministro de Sanidad del mundo es el mejor candidato para presidir la Generalitat de Catalunya? ¡Por amor de Dios!

Los datos de defunciones de la última semana por la Covid-19 en España dan miedo: 1.400 defunciones y una cifra total acumulada —desde la primera ola— de 56.799, según los datos oficiales. Una cifra que, según el Instituto Nacional de Estadística, ya llega a más de 80.000.

Illa deja el cargo con la tercera ola desbocada y acusado de negarse a aprobar medidas más drásticas contra el incremento de contagios para evitar que eso dejara Catalunya sin elecciones

Hablemos claro. El PSOE, el PSC y todos sus satélites prefieren priorizar la demoscopia electoralista por delante de la gestión de la crisis sanitaria, social y económica en la que está inmersa el país. ¿Qué quieren, que renunciemos a la gestión de la pandemia? ¿Qué quieren, que haya un récord de abstención? ¿Qué nos están diciendo, que prefieren unos comicios que son un auténtico suicidio sanitario a poder celebrarlos con la más que probable tranquilidad epidemiológica en tiempo de bonanza?

En Galicia se aplazaron las elecciones con tasas de contagio muy inferiores a las que tenemos en estos momentos en Catalunya. ¡Y ustedes, gente del PSOE, estuvieron de acuerdo! Que no nos vengan ahora con cuestiones técnicas, con todo tipo de artefactos jurídicos para esconder su verdadera intención: convocar las elecciones por pura demoscopia, caiga quien caiga, con el modus operandi de la judicialización de la política y priorizando que la ciudadanía vaya a los leones en plena pandemia por puro electoralismo.

El ministro Illa tenía que comparecer mañana para dar explicaciones sobre la gestión de la pandemia. Pero Illa ha preferido dimitir antes para evitar dar explicaciones de su nefasta gestión. Dejar empantanado todo un país. Marcharse por la puerta de atrás para evitar asumir responsabilidades y para evitar frenar "el efecto Illa" en las encuestas.

El PSC se llena la boca con afirmar que hay que garantizar el ejercicio democrático. Que hay que velar por los derechos constitucionales de la ciudadanía. ¡Ah! ¿Y toda la gente que se quedará en casa contagiada, confinada o que simplemente tenga miedo de ir a votar, qué? ¿Es normal que no puedan ejercer con total normalidad un derecho constitucional como es el derecho de participación de los electores? Es de primero de la carrera de derecho saber que existen las leyes y los principios generales del derecho. Y que por causa de "fuerza mayor" se pueden posponer unos comicios cuando es la misma LOREG quien no contempla esta situación.

Y no nos vengan ahora con las excusas de la judicialización del decreto del Govern que proponía aplazar las elecciones al 30 de mayo. Es la propia Comisión de Venecia, en resolución del 25 de mayo del 2020, quien recomienda —vista la experiencia en el aplazamiento electoral en diferentes países— incluir la propuesta de "una nueva fecha electoral" en caso de proponer el aplazamiento.

Son los colegios de sanitarios y todo tipo de expertos los que recomiendan endurecer las medidas existentes. Pero el PSC prefiere pasárselo por el forro. Illa y los suyos lo que tendrían que estar haciendo es asegurarse de que las vacunas llegan. Lo que tendrían que estar haciendo es trabajar para que lleguen las urgentes ayudas económicas para paliar los efectos de la Covid-19. Pero no. Priorizan la demoscopia, el cambio de cromos, el partidismo por delante de la salud de la ciudadanía.

El Govern de la Generalitat, la institución que Illa cree que puede presidir, resulta que ha anunciado un plan de choque de 618 millones de euros para los sectores más afectados: trabajadores, empresas y autónomos. El Govern que Illa dice que está preparado para dirigir resulta que ha realizado 374.000 pruebas diagnósticas a la semana (más que Andalucía y Madrid juntas) mientras el Gobierno se ha desentendido.

La estrategia de Illa y el PSC es muy clara: concentrar el voto unionista en el PSC, birlarle la cartera a Ciudadanos y aceptar los votos de la extrema derecha de Vox para llegar a la presidencia. Y todavía tienen la cara —haciendo de bomberos pirómanos— los satélites del PSC de Izquierda en Positivo de pedir, ahora, que hay que aplazar las elecciones, cuando sólo hace unos días fueron unos de los que presentaron recurso al TSJC para impugnar el decreto electoral. ¡Qué cara!