La decisión de los republicanos catalanes de votar no a la prórroga del estado de alarma vuelve a evidenciar lo que todos sabemos, pero que PSOE-Podemos insisten en hacer como si no existiera: que gobiernan en minoría, pero se comportan como si la suya fuera una mayoría absoluta del ordeno y mando.

La actitud de los republicanos, con Gabriel Rufián liderando propuestas en el Congreso, ha sido ejemplar, aunque el autoritarismo del PSOE y de Podemos (incluidos los comunes) no se lo ha puesto fácil. Sobre todo por cómo han afrontado esta crisis: recentralización y exhibición militar, que casa poco o nada con un gobierno de izquierdas viable gracias a los republicanos. La cuestión es: ¿por qué motivo el Ejecutivo de Sánchez es incapaz de negociar en busca de una mayoría? ¿Por qué motivo actúan exigiendo apoyo incondicional y con una filosofía a las antípodas del pacto suscrito?

Desgraciadamente, no tiene ningún tipo de relevancia lo que puedan hacer los nacionalistas de Junts, sencillamente porque sus votos no son determinantes para cambiar la situación. Y lamentablemente, cuando han sido determinantes, en la Diputación de Barcelona por ejemplo, sus votos no han servido para hacer presidente a un republicano de pies a cabeza como Dionís Guiteras, sino para hacer presidenta una españolista como Núria Marín. Cuando los nacionalistas han decidido, han obrado mansamente ante el PSOE.

Lo que provoca vergüenza ajena es que se diga a los republicanos que van a remolque de la derecha, tal como sí que han hecho los comunes de Colau

Ciertamente, había tantos motivos de fondo para defender una nueva abstención (como las anteriores) como para votar que no. En cambio, no había un solo motivo por votar que , que en las actuales circunstancias ya dice muy poco a favor de aquellos que han querido pilotar la nave en solitario excluyendo al resto. Confundir el verbo "coordinar" o "cooperar" con el de "imponer". Preferir recentralizar competencias y descentralizar ad hoc a los criterios de la patronal con las provincias del siglo XIX, muy lejos del modelo de salud catalán basado en las regiones sanitarias y que corresponden a la división territorial de Catalunya con veguerías, fulminadas, el año 2010, por la sentencia del Tribunal Constitucional contra el Estatut.

Pero si alguien ha empujado a los republicanos catalanes a votar que no ha sido el mismo PSOE, y un PSC que no sólo no ayuda sino que caldea el ambiente. Y siembra la discordia. Sólo hay que leer Miquel Iceta que, en plena pandemia y decenas de miles de muertes, echaba leña al fuego publicitando que peor fue el 1 de Octubre. Y no lo dijo por los miles de heridos ni por la violencia policial.

Quizás ERC se podía haber abstenido, a pesar de la actitud del PSOE y comunes. O quizás no. Ahora bien, lo que provoca vergüenza ajena es que se diga a los republicanos que van a remolque de la derecha, tal como sí que han hecho los comunes de Colau, con toda la desvergüenza, contra todo lo que habían manifestado. Se tiene que tener la cara muy dura para recurrir a este argumentario cuando Colau ha sido alcaldesa gracias a los votos financiados por los fondos buitre, también llamados fondos black. A estos votos debe la alcaldía.

Comunes y PSOE (PSC) sí que pactaron la alcaldía de la capital de Catalunya con Ciudadanos. Y que los que gobiernan Barcelona, contra la fuerza que ganó las elecciones (Ernest Maragall), pretendan ahora dar lecciones o recurrir a este argumentario es propio de gente sin escrúpulos, de auténticos fariseos políticos, de mentirosos patológicos, de gente sin principios ni rigor. Antes de dar lecciones, quizás que algunos se miren en el espejo, no sea que vean la paja en el ojo del vecino, pero no sean capaces de ver la viga en el suyo. Y dicho esto, ya se pueden espabilar a ganar complicidades, por la izquierda.