Volvemos de una Semana Santa muy esperada, pero volvemos a la realidad de la política catalana, totalmente preocupante. Y es que las semanas pasan y quizás ya sería hora de digerir, aceptar y avanzar. El veredicto de las urnas fue claro. Raramente (o no) los campeones de la unidad ahora resulta que están muy enfadados porque a su izquierda la gente se entiende. Les cuesta entender que se suma a partir del consenso. Como buenos herederos de una tradición hegemónica han interpretado las siempre interesadas apelaciones a la unidad como una adhesión incondicional a sus tesis. La lista única propugnada durante su momento por algunos siempre ha sido un arma arrojadiza en una guerra de desgaste.

Ya pasó cuando la lista única de Artur Mas, que se lo pregunten al president Quim Torra. Cuando ERC y la CUP aceptaron una lista única en 2015 (con carácter plebiscitario y sin políticos) los campeones de la unidad se sublevaron como si les hubieran arrancado una muela. A Quim Torra no le dijeron guapo, precisamente, por bendecir aquella opción como presidente de Òmnium que era. No fue el caso de Jordi Sànchez, entonces presidente de la ANC, que se opuso ferozmente. La única lista posible de Sànchez era la de Artur Mas. Aunque sin la CUP, como así fue.

Precisamente Jordi Sànchez, que ahora es secretario general y negociador de Junts, ha concedido una entrevista durante esta Semana Santa en que hay algunas afirmaciones que se pueden coger con pinzas al lado de propósitos que sólo camuflan el escozor provocado por el resultado electoral y el desconcierto ante el acuerdo alcanzado por la mayoría del independentismo. El primero, atribuyendo a Joan Tardà y Gabriel Rufián una de estas "afirmaciones" tan eficaces para ponerlos a los pies de los caballos de las redes sociales. Y es que Tardà y Rufián sólo han dicho exactamente lo mismo que ERC durante toda la campaña electoral, que quieren un frente amplio de inspiración uruguaya. Es decir, ERC, Junts, CUP y comunes. Nunca han dicho otra cosa, por mucho que ahora ideen esta falacia en plena controversia por las declaraciones de uno de los hombres de confianza del president Carles Puigdemont, Jaume Alonso-Cuevillas.

La vocación unitaria de Junts es precisamente esta: o vienes a las mías y con mis reglas o rompo la baraja

La segunda idea que suelta Jordi Sànchez es que Junts investiría un Govern de ERC y comuns si no hay más remedio. Y que se quedarían en la oposición, una afirmación que por sí sola ya provoca una sonrisa. La manía, sin embargo, invita a reflexionar sobre la descoordinación interna que sufren, sobre las manifiestas contradicciones (el asunto Cuevillas es revelador de la distancia entre las palabras y los hechos), sobre la aceptación de los resultados electorales y sobre la necesidad de formular hipótesis surrealistas para salir del paso. Concretemos.

Primero, Junts no dejará de estar en el Govern. Cierto que esta es una idea que la presidenta Laura Borràs ha soltado repetidamente. Pero es que precisamente Borràs ya se ha cubierto las espaldas. Ella y las de todo su entorno con la presidencia del Parlament. Segundo, aquí el único acuerdo que sulfura es el de republicanos y cupaires. Ningún otro. Claro que si retrocedemos a la campaña electoral, los republicanos (presuntamente) ya tenían un acuerdo cerrado con el PSC. ¿No lo recuerdan? A falta de ninguna otra idea, esta fue la apisonadora electoral para arremeter contra ellos. Tercero, Junts, actualmente, es de mucho quien más cargos tiene en el Govern de la Generalitat. No sólo es quien más tiene con diferencia. Es también quien más años hace que tiene estos cargos. Si alguien ha tenido cargos a título oneroso precisamente es Junts y su tradición política. Cuarto, mientras especulan con que ahora no saben si entrar en el Govern porque el acuerdo entre CUP y ERC (el 70% del independentismo, más o menos) no los interpela, resulta que bajo mano pretenden unas conselleries estratégicas y están obsesionados con el área que gestiona los recursos publicitarios y el control de la CCMA. "Van de farol", que decía Clara Ponsatí, estos sí. Y quinto, la codicia de Junts para pretender ocupar todos los espacios de poder se ha traducido en un récord absoluto de pactos con el PSC. Nadie ha pactado tanto con ellos. Nunca, ni en los mejores tiempos del pujolismo había habido esta infinidad de pactos.

Y para acabar. Harían bien en resolver con urgencia el problema interno que arrastran. Las múltiples fracciones del conglomerado de sensibilidades que lo integran expresan discrepancias estratégicas considerables. Junts tiene un secretario general que se reivindica de izquierdas y, a la vez, un hombre como Joan Canadell (tercero en la lista) desacomplejada y manifiestamente a la derecha. Canadell se descartó a solas para estar en un Govern presidido por un republicano. La vocación unitaria de Junts es precisamente esta. O vienes a las mías y con mis reglas o rompo la baraja.

Mientras tanto, las semanas pasan y una mayoría independentista de record espera.