La actitud del mundo (pos)convergente hacia la Policia de la Generalitat de Catalunya genera un profundo desconcierto y es impropia de una fuerza de gobierno que ha presidido la Generalitat los últimos once años consecutivos con Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra. Actitud impropia es llevar 34 de los 41 años al frente de la Conselleria d'Interior (o de Governació) y lanzar, ahora, un "hay que revisar de manera inaplazable y urgente del modelo de orden público de los Mossos d'Esquadra". Como si la cosa no fuera con ellos. Ejercer de gobierno y oposición a la vez.

Si hay un problema en la gestión del orden público, no se puede pretender sacudirse las pulgas y fingir que no tienes nada que ver. Ni es serio, ni es honesto

El progresivo protagonismo de la expresión más populista de este partido se traduce en las manifestaciones que expresan algunos de sus dirigentes en las redes, hábitat donde son hegemónicos. Unas formas que no suman y que permiten visualizar el lodazal en que han sumido al independentismo y de como, hasta qué punto, están deteriorando progresivamente, a ojos de buena parte de la sociedad catalana, un movimiento profundamente democrático. Uno de los habituales del guirigay es "El hombre del disenso" que esta semana ha vuelto en una de sus enésimas salidas de tono, como si él mismo no formara parte de este engranaje que proyecta una permanente esquizofrenia discursiva. La última del vicepresidente del Parlament ha sido una crítica oportunista a los Serveis Jurídics de la Generalitat, que, de hecho, lanza como un dardo a la cabeza del vicepresident Pere Aragonès, a cuenta de la práctica de ejercer la acusación ante personas detenidas por el Cuerpo de Mossos d'Esquadra. Su tuit decía: "Es evidente que estas peticiones de prisión no responden a la voluntad del Govern ni de los partidos que le dan apoyo. Por lo tanto, para evitar el abuso que se hace, no queda más remedio que retirar a los abogados de la Generalitat de estas acusaciones. Quien las quiera hacer, que se las pague". Pues bien, el organismo que hace estas acusaciones es el Gabinet Jurídic Central del Departament de la Presidència. Es decir, un organismo regido por Junts per Catalunya. Desde siempre, sin interrupción. Y hasta donde yo sé, el vicepresidente del Parlament es diputado del partido de Junts y lo seguirá siendo. ¿Qué han hecho a lo largo de estos años? ¿Qué han hecho a lo largo de esta legislatura? ¿Que no sabe o no quiere saber que el Gabinet Jurídic Central de la Generalitat de Catalunya cuelga directamente de un área de gobierno que hace años que no ha cambiado de manos? ¿Ahora quiere olvidar que cuando había president en la Generalitat —que retiraba y reponía pancartas por mandato judicial y que izaba banderas arriadas— este organismo mantuvo las acusaciones? Es inaudito y demuestra la insostenible ligereza en la que se ha instalado determinada fuerza política.

Pasa exactamente lo mismo con el Cuerpo de Mossos d'Esquadra y la Conselleria d'Interior, que, con su actitud, el partido del vicepresidente del Parlament pone a los pies de los caballos. Con un agravante que en ningún caso es menor. Hace diez años que esta Conselleria d'Interior, como la presidencia de la Generalitat de Catalunya, cuelga de la misma formación política o de sus progresivas refundaciones. Los problemas de gestión que se puedan derivar no puede ser que se externalicen o que se finja que no se tiene nada que ver, con pronunciamientos públicos que ponen en duda a la propia Policia de Catalunya, un cuerpo de policía profesional, un referente en Europa y ejemplar en muchos aspectos. Si hay un problema en la gestión del orden público, no se puede pretender sacudirse las pulgas y fingir que no tienes nada que ver. Ni es serio, ni es honesto. Además que evidencia un nulo sentido de país, un nulo sentido de estado, porque si hay una herramienta que es fundamental y básica en cualquier estado, esta es precisamente la competencia de orden público y la seguridad.