Si alguna cosa evidencia la negativa de Junts per Catalunya de llegar a un acuerdo de mínimos por el caso de los contratos fraccionados de Laura Borràs —según acreditó por unanimidad la Sindicatura de Comptes— es la voluntad de buscar un cuerpo a cuerpo con los republicanos.

Tanto es así que ni cuando ERC aceptó la propuesta lanzada desde Junts —repetimos, la propuesta de los de Puigdemont— para no votar el suplicatorio, los de Junts se hicieron atrás acto seguido. ¡Qué confusión! Ni sus mismas propuestas son capaces de sostener.

Junts no tiene ninguna intención de llegar a un acuerdo con ERC de ningún tipo. Junts busca y buscará sistemáticamente el enfrentamiento para posicionarse ante las próximas elecciones en Catalunya. Los llamamientos a la unidad, electoral, son cada vez más instrumentales. El único objetivo es el desgaste. Y esta deriva sólo irá a más. Al tiempo. Puede ser una buena estrategia electoral, pero somete al independentismo en un profundo desánimo.

En Junts se impone siempre la fracción más radical, más radical contra ERC. Los partidarios de confrontarse, todo el entorno más próximo a Waterloo, marcan la pauta. La actitud en las redes sociales del puigdemontismo es de una agresividad propia de la derecha más populista e impropia de demócratas. Ya no sólo contra los republicanos, también contra buenos periodistas a quienes tratan de intimidar. Contra todo el mundo que ose discrepar. Viene de lejos.

Cuando todos los presos de Lledoners habían llegado a un acuerdo de consenso ante las sustituciones como diputados, la fracción más dura de Junts —capitaneada por el vicepresidente Josep Costa— reventó el acuerdo. Desde entonces, en Junts han ganado siempre los partidarios de acentuar el enfrentamiento con los republicanos, con una virulencia que provoca vergüenza ajena.

Y esta actitud la han trasladado a la ANC. Puedo dar fe. Incluso Paluzie ha estado a punto de ser víctima de ello a manos de Joan Canadell, un hombre que aspira a tener un papel destacado en la propuesta electoral de Junts. No sólo hay una voluntad inequívoca de poner la ANC al servicio de una formación política concreta, tal como cuando Forcadell dejó la presidencia la quisieron convertir en un instrumento de Artur Mas. Es que se margina a todo el mundo que tenga un planteamiento posibilista. La ANC está siendo absorbida por una radicalización extrema y estéril, al servicio de un electoralismo descarnado. Canadell es un paso más en esta línea y su voluntad de controlar desde fuera la ANC ha quedado tan evidenciada que la misma Paluzie se lo ha reprochado.

Los republicanos tienen que entender que el único objetivo de los (pos)convergentes es y será retener el poder. Y que para hacerlo sólo tendrán un camino, erosionar ERC, sin piedad

No empieza con buen pie la reelegida presidenta al frente de la ANC. La tendencia del "pocos y puros" se vuelve a imponer de nuevo a la de los "muchos y diversos". Como mínimo me parece desafortunado el planteamiento de Paluzie al decir lo que tienen que hacer la CUP y ERC en la votación de mañana por el suplicatorio de Laura Borràs. Y, todavía más, con los argumentos que utiliza la presidenta y que se contradicen por sí solos: comparte el análisis de fondo de republicanos y cupaires, admite el fraccionamiento de contratos, pero después parece que quita importancia, a la vez que parece cuestionar la actitud de Borràs, para finalmente exigir a republicanos y cupaires que hagan lo que disponga Junts per Catalunya. Al final, obediencia partidista.

Los republicanos tienen que entender que el único objetivo de los (pos)convergentes es y será retener el poder. Y que para hacerlo sólo tendrán un camino, erosionar ERC, sin piedad. Además, esta es una estrategia que cohesiona todas las corrientes internas sabedoras que han sustituido cualquier planteamiento serio por el ruido y la retórica. Y, al mismo tiempo, esta es la palanca de ascenso de un mundo ultranacionalista que proviene, sobre todo, del entorno que había sido a Reagrupament, y en menor medida, de Solidaritat. O incluso, de personas que se habían significado por su defensa acérrima de los PSOE de los GAL y la corrupción.

Poco se ha hablado de que Carles Campuzano rompiera el carnet o de la urgencia para convocar elecciones en boca del secretario de organización del PDeCAT, Ferran Bel. Lledoners marca el compás del 2/4, más lento y melódico, con Damià Calvet de candidato y Buch en el partido; Waterloo prefiere el 4/4, un compás más acelerado donde se impone con la estridencia del de la Cambra bajo la batuta y el ritmo de la partitura más juntista.

La reordenación dentro del espacio (pos)convergente no tiene fin y la partitura y la orquesta sigue desafinando. Las viejas siglas y el banco malo pesan y la venda en los ojos se ha vuelto traslúcida.

Desdichadamente este es el diagnóstico de la situación. Junts hace y hará todo lo posible para dinamitar cualquier acuerdo y para acentuar las reyertas cainitas porque consideran que esta es su principal ventaja electoral. A menos que el president sea valiente, y acabe ya con todos estos pactos que hacen que el PSOE presida todos los entes metropolitanos, además de la Diputación de Barcelona. President, sea honesto y valiente, y vele por la integridad ética del independentismo. Basta de callar ante las corruptelas en l'Hospitalet por el ignominioso pacto de la Diputación. ¿Cómo puede ser que en el Govern de la Generalitat haya una disputa permanente y allí donde cohabitan y gobiernan con el 155 sea una balsa de aceite?

President, sea valiente y ponga las urnas. Por responsabilidad y por dignidad, no permita que las ponga el Tribunal Supremo, ya tuvimos bastante con las que puso Rajoy.