Las Terres de l'Ebre, uno de los 100 mejores destinos turísticos sostenibles del mundo y región declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco, vuelve a estar en peligro. Las Terres de l'Ebre parece que están en venta, de rebajas de manera permanente.

Territorio que reúne las comarcas más meridionales de Catalunya, las que ven difuminar el vigor del río Ebro con la inmensidad del Mediterráneo. Las tierras que acogen los Parques Naturales de los Ports y del Delta de l'Ebre, los espacios de la batalla del Ebro, el castillo de Miravet, los poblados Ibéricos del Castellet de Banyoles (Tivissa), de la Moleta del Remei (Alcanar) y de Sant Miquel (Vinebre) y el enoturismo de la Terra Alta, ahora tienen una de sus comarcas en alerta.

Después del rechazo unánime al intento de espolio del agua del río con el No al trasvase, ahora la amenaza regresa a la comarca de la Ribera d'Ebre. No es la primera vez. La comarca más al norte de las Terres de l'Ebre, en medio de las comarcas de la Terra Alta y el Priorat y bisagra entre la llanura de Lleida y el campo de Tarragona, ha sido la escogida como sede de un macrovertedero industrial que tiene que recibir los residuos de media Catalunya.

El ataque a esta comarca ha sido constante en las últimas décadas. En el 2001, con el intento de una central eléctrica de ciclo combinado en Móra la Nova y, en el 2011, con la propuesta de un cementerio nuclear en Ascó para los residuos radiactivos de media España y del sur de Francia. Proyectos con uno no rotundo del territorio.

Siempre me ha impresionado la habilidad que tienen algunos para difuminar la realidad de los proyectos. Grandes habilidades de grandilocuencia y léxico perfectamente medido para colar la contaminación de una central térmica por vapores de eucalipto, un cementerio nuclear de residuos radiactivos como un "almacén temporal centralizado", a modo de centro de deporte de alto rendimiento, o un macrovertedero de residuos tóxicos y desperdicios nocivos por un balneario con olor a rosas y con un nombre 2.0, "complejo de valoración y disposición de residuos", para esconder la putrefacción de la realidad del proyecto.

La comarca de la Ribera d'Ebre tiene poblaciones punteras en el ranking catalán del reciclaje (Miravet). Por su baja población, esta comarca genera pocos residuos y ahora parece que le vuelve a tocar la subasta de un nuevo vertedero colosal. Y no es que no sean solidarios. La comarca ya acoge un macrovertedero en la población de Tivissa. Un vertedero que, inicialmente, recibía la basura de tres comarcas. Finalmente, las 24 hectáreas y los 3 millones de m3 de capacidad (con una la ampliación a 3,5 millones de m3) han acabado recibiendo los residuos industriales de media Catalunya: unos 6 millones de toneladas de residuos procedentes del área metropolitana de Barcelona.

También son sorprendentes las dotes de delineante que demuestran los ediles que escogen la ubicación del emplazamiento para tal premio. Siempre alejados de los núcleos urbanos de los promotores, rozando los límites de los hitos de los términos municipales y otorgando el gran trofeo a las poblaciones vecinas. Seguramente es casualidad.

El proyecto del macrovertedero de Les Valls, en el municipio de Riba-roja d'Ebre, también cumple todos estos requisitos. Un proyecto que el año 2011 fue paralizado por la Comissió d’Urbanisme de les Terres de l’Ebre. Promesa de inversiones de 18 millones de euros, creación de una cincuentena de puestos de trabajo para el municipio, 400.000 euros por la concesión de la licencia, 300.000 euros al año para las arcas municipales y 6 millones de euros más para la construcción de una carretera de 12 kilómetros. Las rebajas se han avanzado en las Tierras del Ebro.

Rebajas a las inversiones prometidas. De los 18 millones de euros iniciales a los 10 millones de euros. De 50 puestos de trabajo a 14. De los 6 millones de euros para construir un vial a los 4 millones de euros. Y de los 300.000 euros para el consistorio a los 250.000 euros. "Me lo quitan de laso manos". Y el emplazamiento, para no romper las normas de los delineantes con máster, junto a las poblaciones vecinas de Almatret y Maials (Segrià) y de la Reserva Natural de Sebes (Flix). ¿Les parece normal poner un macrovertedero de residuos industriales a pocos kilómetros de una reserva natural llena de marismas y miles de aves en un entorno de naturaleza idílico del río Ebro?

No ha cambiado, sin embargo, la cantidad de porquería industrial prevista inicialmente. Cuatro celdas con una capacidad total de 6,8 millones de m3 (más del doble de capacidad que el macrovertedero de Tivissa) depositadas en 34 hectáreas y en que durante 21 años está previsto que entren residuos de media Catalunya (y 30 años más de seguimiento y control). ¡Una ganga! ¿El beneficio para la comarca? Cero. ¿El beneficio para la población? Ahorro del impuesto de la basura para cada domicilio (unos 90 euros) y lluvia de millones de euros para las arcas municipales y que aportará un tráfico rodado de 100 camiones y trailers diarios, cuatro por hora, que circularán por el interior del núcleo urbano. ¡Pleno al 15!

Este modelo económico basado en la gestión de los residuos no es nuevo. Este es el modelo que el expresident Jordi Pujol implantó ya hace años: enriquecerse del territorio a coste cero y favorecer a un grupo de empresarios amigos y sin escrúpulos, con la promesa de convertir la porquería en oro, tal como hacía el rey Midas. Ilusionismo con grandes bolsas de billetes para las arcas de los escogidos, grandes cantidades de basura para los otros e hipoteca del territorio de por vida por cuatro cuartos.

Ahora bien, el modelo que defienden los herederos del pujolismo en esta comarca, sorprendentemente, no es el mismo en las comarcas vecinas. En la Terra Alta se apuesta por los vinos de calidad y la denominación de origen ante la masificación eólica (y que conste que estoy muy a favor de las energías renovables, pero también de la dispersión equitativa en el territorio) y en el Priorat por una Carta del paisaje que hace inimaginable hasta el desdoblamiento de una carretera por el impacto ambiental que provocaría.

Por suerte, un grupo de cargos electos del territorio han manifestado su oposición frontal al proyecto. En la población de La Torre de l'Espanyol, el 30 de diciembre, la mayoría de alcaldes de la comarca, nueve, 18 concejales y tres entidades, incluida la propia presidenta del Consell Comarcal de la Ribera d'Ebre, manifestaron su rechazo absoluto, a la vez que instaron al alcalde de Riba-roja d'Ebre (el promotor del proyecto) a que no autorice la licencia, así como que el Departament de Territori i Sostenibilitat i l’Agència Catalana de Residus paralicen inmediatamente los trámites.

Mujeres y hombres comprometidos y que quieren un futuro próspero para estas tierras, que no pasa por la instalación de un nuevo macrovertedero que hipoteque el futuro y que deje la huella de los lixiviados, las pestes y los gases putrefactos.

Una comarca que apuesta por el futuro con un modelo de desarrollo económico y social basado en el turismo de calidad con el aprovechamiento de sus activos históricos, patrimoniales y naturales, y con un sector primario y agroalimentario que pone en valor los productos de esta tierra y su gran calidad.

Ya lo ven, el Ebro no está en venta. Solo espero que lo tengan claro. El Ebro no tiene miedo. ¡No pasarán!