Bienvenida sea la enésima refundación de Convergència Democràtica, que capitanea con mano de hierro Waterloo. A ver si, finalmente, ordenan su confusión y se olvidan de líar al conjunto del independentismo. Los convergentes han mutado de siglas a velocidad de crucero, a menudo de golpe, huyendo de la corrupción, intentando enterrar los activos tóxicos en sucesivas siglas. Que esta sea la definitiva y les permita limpiar, nos dejaría a todos más descansados.

Probablemente, por eso, el acta fundacional de la nueva refundación aborda la corrupción y las malas prácticas administrativas. Ahora bien, eso significa predicar con el ejemplo y emprender un camino de una ética escrupulosa. En defecto, dime de qué presumes y te diré de qué careces. Porque sólo hay que tener en cuenta el último informe de la Sindicatura de Comptes para constatar la vigencia de esta praxis. Y la maniobra torpe de convertir unos trapis, como mínimo, en mala práctica administrativa, ni ayuda ni es edificante.

Pero lo peor no es este caso concreto, reconvertido por el mundo (post) convergente en patriotismo, lo peor es comprobar cómo se vuelven a tapar las vergüenzas en las instituciones, a gran escala. Lo que está pasando en la Diputación de Barcelona, socialistas y (post) convergentes, no es anecdótico. Es el síntoma de que la corrupción vive allí enquistada. En plena reyerta intestina del mundo (post) convergente, con un liderazgo que acentúa el mesianismo hasta el paroxismo, con las diferentes facciones de Junts zurrándose, aparecían muy juntos para afianzar la luna de miel a la Diputación de Barcelona. Es una operación descarada para mantener el statu quo, que nos devuelve a la Catalunya dual, para abortar la sustitución de las hegemonías políticas en la región metropolitana.

Junts confirmaba que el PSC no tiene que sufrir por nada, que cuentan con su silencio, que tienen y tendrán la presidencia mientras de ellos dependa. Junts calla ante las presuntas corruptelas que afectan a la presidenta de la Diputación, como han hecho desde el inicio de la legislatura, ya sea cuando se distribuyen los recursos a discreción o cuando se trata de taparse mutuamente las vergüenzas.

Claro que Junts necesita callar. No están en condiciones de señalar a nadie. Justamente porque su portavoz en la DIBA arrastra unos trapis importantes, una nueva 'mochila patriótica', que es la terminología más apropiada para describir cómo la nueva (post) Convergència ha reconvertido los casos de corrupción que les afectan. El portavoz de Junts en la Diputación está atado de pies y manos, porque está investigado judicialmente por varios casos. La eterna sombra de la mala praxis que sobrevuela y mancha el entorno (post) convergente. ¿No saben hacer limpieza o es que, tal vez, no lo pueden evitar?

El partido por delante del país o la eterna confusión entre partido y país. Sólo espero que no se atrevan a hacer lo mismo con la Generalitat de Catalunya

No era sólo la voluntad mutua de impedir que el republicano Dionís Guiteras presidiera el ente, que también. Era también la necesidad compartida de socialistas y convergentes de mantener una omertà en toda regla. Junts no está en condiciones de denunciar las corruptelas socialistas por la sencilla razón de que su portavoz también està imputado y porque forma parte del pacto estructural que firmaron. Tanto socialistas como (post) convergentes van con los calzoncillos sucios.

Tanto unos como otros, socialistas y (post) convergentes, se afanan por volver al pasado, para recuperar aquella Catalunya dual, que es el peor adversario de la República. Por este motivo, un hombre de probada solvencia y patriotismo como el alcalde Dionís Guiteras no podía presidir el ente, por miedo de que hiciera lo que ya hizo en Moià: sanear la institución. Allí, en Moià, los convergentes habían batido todos los registros conocidos de endeudamiento, habían dejado el Ayuntamiento en bancarrota, en la ruina. La llegada de Guiteras fue balsámica, limpió, acabó con la mala gestión y las malas prácticas y ordenó el Ayuntamiento que los convergentes habían convertido en saco roto.

Precisamente por esta razón, entre otras, no podían tolerar que Guiteras presidiera la Diputación, limpiaría y no permitiría los abusos a los cuales hoy asistimos y esta mala praxis que algunos llevan en los genes se perpetuara. Por este motivo, precisamente por este, los convergentes prefirieron hacer presidenta a la socialista Núria Marín para impedir que un hombre honrado, un patriota de toda la vida como Guiteras pudiera presidir la tercera institución del país. Y, al mismo tiempo, por esta obsesión enfermiza de evitar la alternancia. Antes hundirán el barco que permitirán que lo capitanee alguien más. Es puro clasismo.

El partido por delante del país o la eterna confusión entre partido y país. Sólo espero que no se atrevan a hacer lo mismo con la Generalitat de Catalunya. Porque, si pueden, lo harán. Y se venderán baratos, tan baratos como en la Diputación y en el conjunto de la región metropolitana, erigidos en una muleta agónica del PSOE. La sociovergencia para salvar el partido, el pacto entre socialistas y (post) convergentes para seguir tapándose las vergüenzas, eternamente. Mantener la hegemonía y el poder en las instituciones a cambio de engatusar a la parroquia con juegos florales, de cronificar el paso del tiempo.