El España mata nos vuelve ahora como un boomerang. Las consignas fanáticas acaban por pasar factura. Y si hace cuatro días alguno de nuestros máximos representantes salía sistemáticamente a la palestra para ejercer de antagonista, ahora tenemos la vuelta. Los nuevos rebrotes y contagios por la maldita pandemia son ahora responsabilidad del Govern. Y no resulta fácil gestionar estos rebrotes cuando no nos podemos permitir volver a las andadas. Confinar nuevamente el país sería devastador.

Cabe decir que los datos con los que la OMS informa de un nuevo récord de positivos en el mundo en un solo día, 230.000, son preocupantes y hacen que nos demos cuenta de que lo que mata, por todas partes, es el virus. Además de la pobreza, que siempre ha matado tanto o más que cualquier virus.

En la ciudad de Barcelona se han triplicado los casos en una semana y todavía preocupan más los rebrotes en l'Hospitalet de Llobregat, con 300 casos activos, algunos de los cuales en el barrio de la Florida, la zona con el mayor índice de densidad de población de Europa, con más de 70.000 habitantes por kilómetro cuadrado. Pero, sobre todo, preocupa la situación en la comarca del Segrià.

Parece que no recordamos la dura realidad social y económica que arrastra el país con centenares de miles de ERTE —que, desgraciadamente, muchos acabarán en ERE—, la dura sacudida a pymes y autónomos o la promesa de ayudas que llegan con cuentagotas. Parece que no somos lo bastante conscientes de la realidad social de centenares de miles de familias o de los graves efectos económicos en el comercio, en la hostelería, en el turismo o en la cultura.

A pesar de la situación y la incertidumbre por unas nuevas medidas aprobadas por el Govern de la Generalitat, siempre hay alguien que está dispuesto a superarse. No tienen bastante con la larga cola de expedientes, juicios prolongados o con despachos que parecen auténticas librerías. No sabemos si detrás está la frustración de no poder ir de vacaciones o, directamente, es un tema, de nuevo, de banderas. Nunca fallan cuando la estanquera los llama.

El Govern tiene que saber ponderar para encontrar el equilibrio entre asumir riesgos y llevar a cabo acciones que no sean una temeridad económica y social. Este es el reto que ahora mismo tienen encima de la mesa nuestros gobernantes

El nuevo decreto ley dará, teóricamente, suficiente cobertura jurídica al Govern para rebatir el auto judicial de la aspirante a epidemióloga e imponer las medidas. Y el Govern también tiene que saber ponderar para encontrar el equilibrio entre asumir riesgos y llevar a cabo acciones que no sean una temeridad económica y social. Este es el reto que ahora mismo tienen encima de la mesa nuestros gobernantes. Una enorme responsabilidad.

La respuesta del ministro Illa dando apoyo a las medidas del Govern dista mucho del silencio sepulcral de la delegada del Gobierno en Catalunya, la leridana Teresa Cunillera. Ahora, sin embargo, las reiteradas insistencias del alcalde de Lleida, Miquel Pueyo, a Cunillera con el llamamiento a la responsabilidad ante la pandemia siguen sin encontrar respuesta. En cambio, sí hemos leído otro fanático, el ínclito José Zaragoza. Sólo a un cafre se le podía ocurrir igualar la boutade de el España mata. Para superarlo, publica una foto de la consellera de Salut, Alba Vergés, con su bebé. No podía caer más bajo.

No tendría ningún sentido y sería de una enorme irresponsabilidad no hablar del doble debate de fondo que sufre el Segrià históricamente: la situación de los temporeros y el campesinado.

Los rebrotes han aparecido con la llegada —también en alguna empresa— de más de 40.000 temporeros, que es como si en Barcelona hubieran llegado 150.000 personas de golpe. Lo sabe todo el mundo y esconderlo es inútil. Lo que necesitamos es un debate a fondo y no criminalizar a este colectivo.

Como decía, el paer en cap, Miquel Pueyo, denunció esta situación hace meses ante la delegada del Gobierno. ¿Cómo podía llegar tanta gente de varios puntos de la Península cuando nos encontrábamos en pleno estado de alarma, confinados y con la movilidad restringida? ¿Y cuál fue la respuesta de Cunillera? Pues evasivas, cuentos, pelota adelante y de perfil para evitar entrar en el debate de una problemática de la cual es bien consciente, la situación de los temporeros y sus condiciones en las tierras de Ponent.

¿Tanto cuesta entender que si no se les regulariza son invisibles para el sistema? Sencillamente, no se puede ejercer ni exigirles ningún tipo de control. Sin papeles y con la pandemia, ningún campesino se arriesga a contratar, aunque algunos acaban trabajando en negro. Y en situación de confinamiento lo que acaba pasando es que, como no pueden trabajar, acaban en lugares de acogida, en pabellones o albergues municipales. Un drama social para ellos y para el conjunto de la sociedad.

El Estado hizo bandera en la lucha contra la pandemia con la recentralización de competencias. El Estado es el único competente en extranjería. Que se aplique el ejemplo de lo que predica.

Si no se soluciona el problema, puede saltar a otras comarcas. Esta semana empieza la temporada de la pera en el Pla d'Urgell y a finales de mes la de la manzana, por lo tanto, las comarcas de la Noguera y Urgell también se pueden ver afectadas y con el riesgo de extensión al resto de Catalunya.

Pedro Sánchez y Teresa Cunillera tienen que arreglar la situación de los millares de temporeros. Ellos son la única autoridad competente. También para poner un bozal a José Zaragoza, un tipo sin escrúpulos que se supera cada día. La solución tiene que pasar por la regularización exprés y colectiva de los migrantes en situación irregular. Lisa y llanamente.

Y tenemos que afrontar un debate de fondo que muchas veces nos molesta: ¿por qué la situación de los temporeros es la que es? Pues porque el origen de todo es el precio del producto, el bajo precio de la fruta que se paga al productor. El precio de la fruta hace 25 años que es el mismo y el precio por hora que cobra el jornalero, también. ¿Cómo puede ser que el campesino cobre al mismo precio el kilo de fruta que hace 25 años? ¿Si el precio de la fruta es el mismo que hace más de dos décadas, a qué precio puede pagar el campesino al temporero para poder hacer rentable la producción? Mientras no asumamos este histórico agravio y tratemos de ponerle solución, el enquistamiento continuará sine die.

La situación es complicada y, seguramente, harán falta medidas extraordinarias. Seamos responsables, confiemos en las autoridades sanitarias y ayudémonos. Y recordemos que judicializar la pandemia en beneficio del Estado pone en riesgo la salud de todos y la prosperidad económica.