El inicio de la nueva legislatura ha empezado de capa caída y puede ir a peor. Si no es que estamos ante una legislatura no nata que amenaza con acabar antes de empezar. La nueva presidenta del Parlament empezó en su parlamento inaugural "ensanchando la grieta", que habría dicho el exvicepresidente Josep Costa, en esta agotadora reyerta cainita, santo y seña del populismo desenfrenado que representa esta fracción del independentismo más conservador y reaccionario, en la cual republicanos —y por omisión también cupaires— han regalado la presidencia del Parlament.

El acto de fe de los republicanos ha tenido de vuelta una lamentable puesta de largo de la nueva presidenta, arremetiendo contra aquellos que la acababan de investir. El mal gesto de la flamante presidenta juntaire no tiene precedentes. Los cupaires se abstuvieron y el único grupo que le dio apoyo —EL ÚNICO— fue sobre el que Borràs descargó toda la acritud que arrastra, todo el rencor. Borràs, además, hizo una trampa de manual. Un elogio interesado a Carme Forcadell para guardar las apariencias. Precisamente a Forcadell, que no hace ni cuatro días había sido objeto del ensañamiento en las redes sociales de la legión de fanáticos seguidores del independentismo caviar que le dijeron de todo —de todo quiere decir de todo— por defender la propuesta de "frente amplio". Como también le han dicho de todo a Dolors Bassa o a Meritxell Serret. Y, por supuesto, a Oriol Junqueras. Tras la infinidad de insultos están siempre los mismos perfiles, seguidores del mundo juntaire, verdaderos responsables del ambiente irrespirable que crean en las redes sociales. Es trumpismo en estado puro. Es el verdadero estercolero del independentismo, una vergüenza que tiene unos responsables directos que alimentan esta demencial actitud que hace un daño incalculable al independentismo y que lo identifica con la mentira, la burrada, la difamación y el acoso.

Borràs no ha dejado de poner en duda la posibilidad de investir a Aragonès. Antes y después de las elecciones. Las señales de alarma son evidentes

Los votos que los republicanos han regalado gratis et amore a Laura Borràs saldrán muy caros. No sólo han sido correspondidos desde el minuto uno con el habitual jarabe de palo, son la antesala de un lodazal. Borràs utilizará el Parlament para seguir haciéndose la víctima y arrastrará así toda la legislatura. La sola idea de investir a un republicano a la presidencia de Catalunya les provoca urticaria. Ahora, los juntaires quieren reformar el reglamento del Parlament para impedir la suspensión de los electos por casos de corrupción. ¡Qué farsa! La única intención que hay detrás, la única, es seguir enfangando ante el más que probable procesamiento. Estos días hemos vuelto a escuchar aquello que es una persecución de la policía patriótica. Volvamos a decirlo claro. La investigación de Borràs la iniciaron los Mossos d'Esquadra. No quiero ni pensar qué habrían dicho si esta conselleria hubiera tenido como responsable político a un republicano.

Borràs ha perdido las elecciones por tercera vez consecutiva frente a los republicanos. Primero, dos veces ante Gabriel Rufián. Ahora, ante Pere Aragonès cuando este lo tenía todo en contra. El mal perder de Borràs empezó la misma noche electoral después de haber acabado la campaña del 14-F con una entrevista en el diario El Punt Avui (el día 12 de febrero) con un significativo "Estas elecciones son un plebiscito entre Junts y ERC". En el mismo diario, Puigdemont ponía en duda, la víspera de entronizar a Borràs como presidenta del Parlament, que se llegara a hacer gobierno. Toda una declaración de intenciones. Borràs no ha dejado de poner en duda la posibilidad de investir a Aragonès. Antes y después de las elecciones. Las señales de alarma son evidentes. El mundo de Junts buscará todo tipo de excusas hasta el último momento para hacer posible la investidura y así las cosas empujan la legislatura por el mal camino. Lo que mal empieza, mal acaba.