La infusón de tomillo de la abuela es una receta clásica de la medicina tradicional. Cuando sufrías una indigestión, la abuela te hacía una enseguida. Es lo que recomendaría, de corazón, a la dirección de Junts per Catalunya para digerir el resultado electoral. Que se dejen de Almax y otros productos farmacéuticos y se hagan cada día una buena taza de infusión de tomillo. Es saludable en todos los sentidos y, poco a poco, les hará pasar el mal trago del 14 de febrero. Me atrevería a decir que en las actuales circunstancias es altamente recomendable, porque tal como llevan la gestión de los comicios, acabarán con un ardor de estómago que da miedo que no acabe en algo grave.

Ya se dice que la paciencia es la madre de la ciencia. Pero esta negativa de Junts a sumar con republicanos y cupaires empieza a ser sospechosa. O quieren provocar nuevas elecciones (Dios no lo quiera) o sencillamente les da igual el país y su gente porque por encima de todo hay una cultura partidista tan interiorizada que antes harán descarrilar en el tren que permitir que lo pueda llevar alguien más.

Nadie acaba de entender que hicieran presidenta de la Diputación de Barcelona a la presidenta del PSC y que ahora haga cerca de tres meses que buscan razones para prorrogar la investidura de un republicano

No conozco a nadie, fuera de su círculo de incondicionales, que esté celebrando esta dilación sin contemplaciones. Nadie acaba de entender que hicieran presidenta de la Diputación de Barcelona (DIBA) a la presidenta del PSC y que ahora haga cerca de tres meses que buscan razones para prorrogar la investidura de un republicano si no es que las razones son básicamente emocionales. Aquí radica también parte de la explicación: la actitud de un espacio político. No recuerdo tantos esfuerzos y tanta transparencia para consultar a la militancia el pacto de Junts en la DIBA con el PSC, así como en muchos consejos comarcales del país.

Es, precisamente, en primavera que también florece el tomillo que, cabe decir, es un relajante y somnífero. Se encuentra en todas partes. También en la sierra de Collserola. Les recomiendo vivamente este fin de semana de congreso (si es que acaban haciéndolo o lanzan alguna otra excusa ingeniosa) que hagan una excursión en grupo por Collserola, con distancia y mascarilla, y provistos de un buen cesto, y hagan acopio de tomillo. Si no tienen para todos, siempre pueden recurrir al romero, que es especialmente conveniente ante los porrazos por sus virtudes analgésicas. En lugar de Gelocatil, lo digo de corazón, una buena sopita de romero. El romero no es como el agua de tomillo, que todo lo cura, pero también es un arbusto con infinidad de aplicaciones.

Sea tomillo o romero, que se den prisa de una vez y no nos hagan pasar más vergüenza. No recomiendo el bambú. Primero, porque en Catalunya no se da. Y, sobre todo, porque a pesar de tener multitud de posibilidades, ninguna de ellas es terapéutica. Pero sobre todo, ahora que ya les hemos visto el plumero, que no nos vuelvan a recomendar unidad, que no cura nada y ya hemos constatado con rotundidad que, precisamente, de cultura unitaria no van sobrados. Ya lo decía la abuela. Dime de qué presumes y te diré de qué careces.