Río de la Plata, invierno austral de 1526. Hace 497 años. Una expedición privada capitaneada por el navegante Sebastià Cabot y formada por los galeones mercantes catalanes Sant Gabriel, Santa Caterina y Trinitat, y por el galeón castellano Santa María del Espinar se adentraban en el estuario del río de la Plata, e iniciaban la navegación de aquel curso fluvial que los llevaría a fundar las primeras colonias europeas en la América austral: San Lázaro y San Salvador. Aquella iniciativa pionera revela la existencia de un proyecto singularmente catalán de expansión colonial en América, totalmente al margen de la conquista militar y extractiva de la monarquía hispánica. Aquella expedición exportó un modelo colonizador propio con una larga tradición en la navegación comercial catalana, que se remontaba a la época de los Consulados de Mar medievales.

Representación de un galeote del siglo XVI. Fuente World History Encyclopedia
Representación de un galeón del siglo XVI / Fuente: World History Encyclopedia

Los catalanes... ¿los primeros?

Aquellos catalanes no fueron los primeros europeos que exploraban el río de la Plata. Pocos años antes (1516) les había precedido una expedición real hispánica comandada por el navegante castellano Juan Díaz de Solís. Pero aquella expedición iniciática hispánica, promovida y financiada por la Corona, se limitó a cartografiar las costas. En cambio, la expedición catalana de 1526, planeada y ejecutada con criterios estrictamente empresariales de búsqueda del beneficio, tenía como objetivo prioritario la creación de establecimientos coloniales, que tenían que impulsar y fomentar el comercio con las naciones indígenas. San Lázaro, creada en el estuario del río de la Plata (delante de la actual ciudad de Buenos Aires), y San Salvador, creada río arriba (en la orilla del río Paraná, muy cerca de la actual ciudad de Rosario), se fundaron con este propósito.

Diferentes modelos coloniales

Tendemos a pensar que la conquista y colonización del continente americano fueron, exclusivamente, de fábrica pública, es decir, promovida y dirigida por los respectivos estados que intervinieron en aquella empresa. Pero eso no es exactamente así. Estos estados autorizaban la iniciativa de empresas privadas, originarias de sus dominios, dentro de los respectivos espacios de colonización que se habían reservado. Las primeras colonias inglesas en Norteamérica eran propiedad de compañías de merchants de Londres que poseían flotas propias y que tienen marineros, soldados y campesinos en nómina. Y lo mismo pasaba con las compañías mercantiles neerlandesas (los Países Bajos formaban parte del edificio político hispánico) y los establecimientos que creaban en las Antillas. O las del Sacro Imperio de los Habsburgo en busca de El Dorado.

El 'patrocinio' de la monarquía hispánica

El objetivo inicial de Sebastià Cabot y los armadores de aquella expedición catalana era las islas Molucas, en el mar del Sur (el actual Océano Pacífico). Después del Tratado de Tordesillas (1494), que dividió el mundo en dos campos de influencia (el de la monarquía hispánica y el del reino de Portugal), las Molucas, por su situación geográfica, habían quedado en un limbo. Pero eso no fue obstáculo para que la cancillería hispánica de Carlos de Gante firmara el patrocinio de la expedición catalana. En aquel caso, el concepto "patrocinio" tenía un significado diferente del que puede tener en la actualidad. En aquel contexto, equivalía estrictamente a "autorización". Y eso es lo que pasaba con las expediciones neerlandesas de la primera mitad del siglo XVI (que partían con el patrocinio de la monarquía hispánica) y lo que pasaría con la expedición de Rifós, Forcadell y Ribes.

Planisferio (principios del siglo XVI). Fuente Bibliothèque Nationale de France
Planisferio (principios del siglo XVI) / Fuente: Bibliothèque Nationale de France

La usurpación

Así pues, queda claro que el modelo colonial privado que impulsaba aquella empresa no estaba, en absoluto, reñido con la iniciativa que podríamos catalogar como pública (la que impulsaba la corona hispánica). Cuando menos, al inicio del proceso colonizador (primera mitad del XVI). De hecho, la empresa colombina, concebida en el despacho del banquero valenciano Lluís de Santàngel (1487-1492) y documentada en un contrato llamado Capitulaciones de Santa Fe (1492), es una iniciativa de naturaleza mercantil. No sería hasta el golpe de estado perpetrado por los Reyes Católicos (1500), que impuso a los Colón la renuncia a aquel contrato, que la monarquía hispánica tomaría la iniciativa y el monopolio (que le permitía firmar los patrocinios) en la empresa colonizadora americana. El año 1500 —y no el 1492— marca el inicio de la conquista hispánica en América.

El modelo hispánico y el modelo catalán

Efectivamente, los traidores Francisco Roldán y Michel Moliart —que difamaron y calumniaron a los Colón— y el juez Fernández de la Bobadilla —enviado por los Reyes Católicos para arrestar a los Colón y relevar a los navegantes en el gobierno de la colonia— marcan el inicio de un nuevo modelo, basado en el eje conquista militar-dominación policial-esclavización y aculturación de los indígenas-espolio de recursos. Las atrocidades que cometieron los europeos sobre la población autóctona americana se escriben a partir de este cambio de modelo: del modelo colonial colombino, de tradición catalana, al modelo extractivo hispánico, inspirado en la brutalidad romana de la antigüedad. Y si bien sería mentir si afirmáramos que aquel modelo catalán descansaba sobre una relación idílica entre europeos y americanos, sí que es cierto que era menos agresivo y menos invasivo.

Mapa de la costa atlántica de Norte América (1566). Fuente Bibiliothèque Nationale de France
Mapa de la costa atlántica de Norteamérica (1566) / Fuente: Bibiliothèque Nationale de France

La memoria de los Consulados de Mar

El modelo catalán tenía una profunda raíz que se remontaba a la época de los Consulados de Mar medievales barceloneses esparcidos por todo el Mediterráneo. Estos edificios, propiedad del Consulado de Mar de Barcelona (una institución privada que contaba con el apoyo del gobierno municipal y de la cancillería real), actuaban como espacios de negociación y pacto de los mercaderes catalanes desplazados fuera del país y, también, de proyección comercial, políticas y culturales catalanas por toda Europa. Habían sido los Consulados de Mar exteriores los que habían impulsado las empresas militares catalanas del Mediterráneo (siglos XIII y XIV). Era lo que, en cierta manera, pretendían Rifós, Forcadell y Ribes: fundar y consolidar nuevos establecimientos que harían la función de punto de intercambio comercial y de punto de partida de futuras empresas colonizadoras privadas catalanas.

¿Por qué no se consolidaron las colonias catalanas?

El porcentaje de éxito de las empresas privadas era muy menor que el de las empresas de la monarquía. Las primeras colonias inglesas en América del Norte sufrieron abandonos y reocupaciónes y no se consolidarían hasta el siglo XVII. El fracaso de San Lázaro y San Salvador, como en las primeras colonias inglesas de Virginia, se escribiría por la debilidad militar de estas compañías, incapaces de garantizar la seguridad de los colonos y la del aparato de generación de recursos alimentarios. Y también, por las dificultades para abastecer inicialmente la colonia, a causa de la lejanía de las casas matrices. La suma de estos elementos explicaría el fracaso de aquellos proyectos. No obstante, la expedición de Rifós, Forcadell y Ribes es la constatación de que las clases mercantiles catalanas del XVI tuvieron un proyecto propio para América.