El Rey de España ha viajado a BCN para entregar los despachos a la nueva promoción de jueces (y juezas). Y delante de los nuevos aplicadores de la ley, su majestad ha dicho, entre otras cosas que: "La independencia de la Justicia es esencia del Estado de derecho y tenemos que proclamarla, preservarla y respetarla tanto en su vertiente institucional, como en su vertiente individual. Bajo el principio de separación de poderes que consagra nuestra Constitución, la independencia del Poder Judicial como institución es imprescindible para el adecuado funcionamiento de nuestro Estado y de nuestra democracia". Y, dirigiéndose directamente a los nuevos representantes de la ley, les ha dicho: "Vuestra independencia a la hora de impartir justicia tiene que convertirse en una norma de comportamiento y en un modelo ético de conducta".

No seré yo quien critique al Rey, válgame Dios, Alá, Buda, Krishna, Brahma, Jah, el MEV (el Monstruo del Espagueti Volador de la religión pastafariana) y el resto de creadores existentes y para crear. Ahora bien, creo que estas palabras eran sobreras. Vaya, que no hacían falta. En España las palabras Justicia e Independencia son sinónimas. Y si no, pregúntelo a los jueces (y juezas) que no juegan a hacer política sino a hacer justicia. Están encantados (y encantadas).

Miles de seres humanos de toda la galaxia visitan cada año España para conocer en persona a la independencia judicial, hablar con ella, pasear a su lado alegremente, correr cogidos de la mano por campos de margaritas y abrazarla de una manera entrañable.

A ver, sí, el presidente del Tribunal Constitucional fue militante del PP, pero no mucho. De hecho había días que ni recordaba que lo era. O lo recordaba muy poquito.

A ver, sí, el resto de miembros del Constitucional están allí por cuota de partido, pero su independencia a la hora de hacer lo que diga el partido que los ha colocado allí es total. Y absoluta. Y ponerlo en duda es ser mala persona.

A ver, sí, en el resto de organismos judiciales y de gobierno de la justicia los cargos dependen de decisiones políticas y los ocupan personas en función de su adscripción ideológica. Ojo, pero eso no quiere decir nada. Bien, sí, quizás los jueces que no se manifiestan claramente a favor de ningún partido tienen más difícil o imposible no ocupar ninguna de estas plazas, pero no diga separación de poderes, diga España.

A ver, sí, esta España donde el ministro del Interior se reúne con un juez encargado de combatir la corrupción y hablan tanto de corrupción que todo el rato miran la manera de fabricar pruebas falsas contra personas y partidos que no son de su cuerda ni de su ideología. Y miran la manera de pasar esta información falsa a periodistas también muy independientes para que la publiquen. Y, ya que están, también miran como la Fiscalía, con el mismo nivel de independencia que el resto, puede afinar las cositas que ellos les envíen. Ah, por cierto, y este juez anticorrupción (y sobre todo totalmente independiente), una vez ha sido pillado, será premiado con el retorno a un bonito juzgado.

En definitiva, majestad, que no hacía falta, que todo va muy bien y que puede estar muy orgulloso de la calidad de las instituciones del Estado que usted comanda. No sufra, esto es una fiesta de la democracia. Diaria.