La sociedad es fácilmente manipulable si se sabe cómo hacerlo. Y créame, querido lector, querida lectora, que existen expertos y mucha financiación invertida precisamente para saber cómo y de qué manera es posible conseguir que usted tome las decisiones que, aun pareciéndole libres, en realidad están "teledirigidas" (dirigidas por alguien a distancia). Las técnicas de manipulación social se emplean en distintos ámbitos, aunque el más conocido y pionero ha sido el campo de la publicidad, sobre todo enfocada al ámbito comercial de productos. Las grandes marcas han contado a lo largo de la historia con los servicios de psicólogos y expertos en comunicación para que usted se sienta atraído por un producto a la hora de elegir entre varios. Hay diferentes técnicas, pero casi todas coinciden en subrayarle algo "nuevo", algo "diferente", algo mejor que lo demás. Aunque sus afirmaciones no puedan contrastarse en absolutamente nada. 

La influencia en los mercados está regulada, y por ello se han escrito muchísimos análisis y estudios para saber dónde poner la línea roja que la ética debe marcar. Por ejemplo, la publicidad subliminal, prohibida en la mayoría de los países, es un campo interesante de estudio que nos permite saber qué herramientas existen y hasta qué punto se nos puede alterar la percepción de manera inconsciente para nosotros. La ética y también las leyes, como señalo, marcan los límites para que la introducción de determinados mensajes, imperceptibles para la consciencia, sean utilizados. Pero esto no significa que no se hayan usado. Revise la hemeroteca y encontrará casos muy sorprendentes en los que estas técnicas se emplearon para vender refrescos de una marca determinada, o incluso, de una manera más reciente y cercana, en las elecciones de 1982, durante la emisión de un importante partido de fútbol, con interés político ("vota PSOE"). 

Aquellos que ansían poder o beneficios que dependen del público conocen bien de las técnicas de manipulación. La comunicación política estudia, precisamente, la mejor manera de dar un mensaje (o de no darlo) para tratar así de "convencer" o de "capear un temporal" ante la opinión pública. No es tan importante a día de hoy ser un político honesto o cumplidor, sino ser un "buen comunicador", persuasivo y capaz de colocar mensajes cuando sea necesario. Ser quien marca "la agenda" política es el objetivo fundamental de los partidos políticos, y por ello, y para ello, su estrecho vínculo con los "periodistas" o trabajadores de los medios de comunicación es indispensable. Se hablará de esto y no de aquello. Y se le dará un enfoque determinado. De lo contrario, se terminarán las vías de financiación. 

Pero no solamente vendiéndonos las bondades de algo, aunque sean falsas, se promueve la generación de opinión. De hecho, hace años que hemos caído en la red que promueve, precisamente, algo más poderoso en cuanto a generación de opinión: el odio

Está comprobado que una persona reaccionará con más facilidad ante algo que le genere desagrado que ante algo que le pueda resultar neutral o agradable. El odio es un motor muy poderoso y de ahí, que los políticos lleven años instalados en la inversión de energía destinada a atacar al contrincante en lugar de ofrecernos un proyecto: saben que eso acapara atención y vende mucho mejor. Por eso también es frecuente escuchar que la gente vota, en no pocos casos, en contra de alguien y no a favor de una opción. Estar en contra de algo suele generar mucha más energía que pretender defender en positivo. 

Como los medios de comunicación también lo saben, proliferan los programas que se encargan de generar mensajes cargados de ira, violencia y odio. Se han dado cuenta de que eso "engancha" más que momentos de información calmada, respetuosa y plural donde se permita al espectador tomar sus propias decisiones con base en su criterio. Eso se acabó. Lo que se está forzando, a través de las técnicas más contrarias a la ética, es polarizar a la sociedad para que consuma este tipo de productos que solamente implantan odio y rechazo en sus emociones. 

¿Por qué se hace esto? Quizás porque también se sepa que cuando a una persona se le "inoculan" sensaciones negativas, automáticamente se siente ansiosa, o deprimida. Y esa sensación latente de rabia empuja a la ciudadanía a tratar de satisfacerse de la manera más rápida e inmediata, que suele ser consumiendo. Lo que sea. Pero obteniendo cualquier cosa de manera rápida. Basta con analizar los comportamientos de una sociedad que ha pasado a denominarse "de consumo", que pierde su tiempo libre en gastar el dinero que tanto le ha costado conseguir y que se pasa el día con el agua al cuello mientras adquiere productos que, en realidad, no necesita. Somos consumidores y estamos dispuestos a mantenernos en la rueda del hámster sin preguntarnos por qué lo hacemos. 

Hemos abandonado el ser para ocupar nuestros esfuerzos en el tener. Y esos estímulos que nos mueven vienen empujados por una latente sensación de ansiedad, insatisfacción y vacío. Y no, ese vacío no lo llenan unos pantalones, ni una colonia, ni un chisme cualquiera, pero alivia la sensación mientras abrimos el paquete. El vacío solamente se llena con la compañía de los demás, con darle un sentido trascendente a la vida y con cultivar el conocimiento y valorar los momentos llenos de felicidad, que están muy lejos de los objetos materiales. 

Mientras tanto, la gente es presa del odio infundado sobre lo que sea deseo del que dirija la orquesta en cada momento. Analice por un momento la cantidad de mentiras que le han contado continuamente desde la política y desde los grandes medios de comunicación. Analice por qué usted tiene determinadas ideas sobre determinadas personas, probablemente siempre negativas. Y hágase una pregunta: ¿ha investigado usted, más allá de lo que le han contado por la tele o leído en algún panfleto sobre el asunto o persona en cuestión? ¿Conoce usted en primera persona la cuestión o persona que tanto odio le produce?

Probablemente, la respuesta sea negativa, y le sirva para darse cuenta de que las fobias que usted lleva alimentando toda su vida son en realidad fruto del deseo de otros intereses que no alcanza a imaginar. 

Le invito a revisar sus odios y en la medida de lo posible, a prescindir de ellos. Ya verá que además de sentirse mucho más liviano, tendrá probablemente menos impulsos de ser un consumidor atroz. Por muy raro que le parezca esto que le estoy contando, hay personas que trabajan precisamente para ello.