El viernes, una gran sala de conciertos cerca de Moscú fue el lugar escogido para disparar a todos los allí presentes, incluyendo a niños, dejando —según los datos disponibles en el momento de escribir este artículo— 145 personas fallecidas, y decenas heridas. Por el momento, se ha confirmado que 121 fueron heridas y 107 necesitaron ser ingresadas de urgencia. Se considera ya uno de los peores ataques terroristas sufridos por Rusia en la historia moderna. 

El centro de Crocus, en la ciudad de Krasnogorsk, acogía a unas 7.000 personas para el concierto de Picnic, una banda de rock que adquirió una relevancia política cuando acudió a Crimea a tocar, por lo que, posteriormente, vio cancelada una actuación en Ucrania. Los terroristas atacaron a los agentes de seguridad que custodiaban las puertas del recinto, y después bloquearon el acceso para proceder a tirotear el interior.  Abrieron fuego a quemarropa contra cualquiera que se les cruzaba, incluidos niños. Después del tiroteo, el grupo de hombres armados provocó un incendio que todavía no se sabe cuántas víctimas ha provocado. 

Según informaban el sábado desde las fuerzas de seguridad del Kremlin, once personas, entre ellas cuatro terroristas, fueron detenidas por su implicación en el atentado. Las armas que habían usado estaban previamente guardadas y preparadas para el ataque. Los implicados en el ataque fueron detenidos en la región de Briansk, cerca de la frontera de Ucrania, que era donde se supone pretendían huir, según las autoridades rusas que les han interrogado. Todos los responsables del ataque serán castigados, según anunció Putin en un mensaje público inmediatamente después de conocerse la terrible noticia. Su prioridad, según subrayó el sábado, es evitar que quienes están detrás de esta masacre puedan seguir actuando. Ha declarado el 24 de marzo como día de luto nacional.

Según las imágenes que se han publicado en distintos medios rusos, así como en redes sociales, durante el interrogatorio de uno de los detenidos, éste afirmó que llevó a cabo la matanza a cambio de dinero (medio millón de rublos, que equivale a unos 5.000 euros). Afirmó que le habían propuesto esta “misión” a través de Telegram, donde le indicaron que tenía que matar a gente, sin importar a quién. Según su versión, fue un desconocido quien le hizo la propuesta, ingresando la mitad de la cantidad en su cuenta bancaria, y facilitándole las armas. A comienzos del mes de marzo, Estados Unidos emitió una advertencia a sus ciudadanos residentes en Rusia, instándoles a evitar lugares públicos y reuniones masificadas. La embajada afirmó que los extremistas estaban planeando un inminente ataque en Moscú. Y esto mismo lo hicieron otras embajadas, pocos días antes del atentado. 

El Estado Islámico se atribuyó la autoría del ataque y elogió a los “combatientes” que lo perpetraron. Se ha apuntado al ISKP, rama del Estado Islámico en Afganistán, aunque no hay por el momento ninguna prueba que pueda confirmar estas hipótesis. Desde medios occidentales, como The Guardian, apuntan a que los líderes del Estado Islámico serían conscientes del apoyo ruso al régimen de Al-Assad en Siria y ven a Moscú como “parte de una coalición más amplia de fuerzas cristianas u occidentales contra el islam” y añadían en sus últimos análisis que “los líderes del ISKP también pueden considerar que Rusia, junto con China y otros, son importantes para el continuo gobierno de los talibanes y están tratando de socavarlos, por lo que un ataque en Moscú combinaría con las agendas locales y más globales”.  El New York Times apuntaba también en este mismo sentido, subrayando al ISPK como ISIS-K, y su posición crítica con Putin. 

Esta es una línea de investigación. Pero desde el Kremlin, concretamente desde los servicios de inteligencia especiales, se ha apuntado al posible vínculo de Ucrania tras estos ataques. Algo que ha hecho saltar inmediatamente a distintos miembros del gobierno de Zelenski, como a Podoliak, que ha denunciado que cualquier intento de vincular a Ucrania con el ataque terrorista es absolutamente insostenible. El oficial de inteligencia ucraniano, Andriy Yusov, también se ha pronunciado públicamente para decir que se trata de una mentira, de otra más, de los servicios especiales rusos. 

Víctimas inocentes, terror y desinformación como herramientas de presión para oscuras razones que seguro que se nos escapan

Por el momento, resulta demasiado pronto para poder saber quién está detrás de esta terrible masacre. Pero las teorías son ya varias y todas interesantes: desde Estados Unidos, uno de los fundadores del ISIS, pasando por Ucrania, y hasta la propia Rusia en un autoatentado de falsa bandera. Posibilidades, todas, que circulan ahora mismo de la mano de analistas expertos en geopolítica. 

La expectación ante la respuesta de Rusia es máxima, puesto que, precisamente antes del tiroteo, Rusia había llevado a cabo el mayor ataque contra Ucrania en este último año de batalla; y también había bloqueado una propuesta sobre el alto el fuego en Gaza en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas propuesta por primera vez por Estados Unidos. 

Lo cierto es que resulta chocante un ataque del ISIS en Rusia, sobre todo en un contexto en el que se repite como un mantra que Putin quería provocar una Tercera Guerra Mundial (algo que ha sido manipulado ad nauseam por la prensa occidental, cuando en realidad, las palabras del mandatario ruso han sido más bien al contrario). El ansia de la Unión Europea por la compra de armas, por establecer sistemas de alianza entre países para invertir miles de millones de euros en la industria armamentística, y el punto muerto en el que quedó el Consejo el pasado jueves cuando trató de aprobar el uso de los activos rusos congelados para tal fin, presentan un panorama un tanto tenso como para saber claramente qué interés hay detrás de esta masacre. 

La respuesta de Rusia seguramente despeje alguna que otra incógnita. Aunque no podemos olvidar que también lo aprovechará en su propio beneficio estratégico, en un momento en el que Putin ha salido reelegido como líder, con más apoyos que nunca; que está aplastando a Ucrania y su economía ha salido reforzada, así como sus lazos y alianzas internacionales. Por todo ello, cabría preguntarse si este ataque a Moscú responde realmente al interés del ISIS en Siria, o más bien pudiera interesar a otras potencias para provocar una reacción de Rusia. 

Seguramente aflore información de grandísimo interés durante los próximos días. Y muy probablemente, Ucrania quede por el camino más pronto que tarde: cuando consigan deshacerse de todo el material militar que queda, y lleven a cabo un sistema de venta de armas que asegure a los amigos de Ursula las ventas durante los próximos años. 

Mientras tanto, víctimas inocentes, terror y desinformación como herramientas de presión para oscuras razones que seguro que se nos escapan. Como siempre.