El 12 de mayo murió, a los 104 años, Remei Oliva, la última madre viva de la maternidad de Elna. Nacida en Badalona en 1918, en 1939 se exilió a la Catalunya Nord como miles de perdedores más de la Guerra Civil Española. Cruzó la frontera administrativa por el Coll del Belitres el 7 de febrero de 1939 y sobrevivió a los campos de concentración de Argelers y Sant Cebrià de Rosselló. En el campo se quedó embarazada y tuvo a su primer hijo, Ruben, en la maternidad de Elna, creada y dirigida por la enfermera suiza Elisabeth Eidenbenz.

Remei recogió su experiencia en el libro La noia de la capsa de fils. Memòries d’un exili no desitjat, escrito en 1988 en francés y editado en catalán por el Memorial Democràtic. Conocí a Remei hace unos meses gracias a este trabajo maravilloso que es el periodismo. La fuimos a visitar a la casa donde vivía en el pueblo de Granes, en Occitania. Y me enamoró su amabilidad, paciencia y ternura, su mirada, su sonrisa, sus gestos expresivos y esa forma de narrar en un catalán con acento francés y un francés con acento catalán. Quizás porque, a ratos, me recordaba a mi madre, a la que echo tanto de menos. Y descubrí que lo más duro para alguien mayor de cien años no era la salud, era que ya no quedaba nadie de su generación. Y, al irse, siempre con las prisas que llevamos, me dijo que no vale la pena estresarse y trabajar tanto. Algo que ya imaginaba, pero que viniendo de alguien que entonces tenía 103 años, vale la pena apuntarlo como consejo.

Miles de personas refugiadas que solo querían una vida mejor y que debería hacernos reflexionar sobre cómo tratamos nosotros a quienes piden ayuda ahora

Remei encarnaba la historia de miles de personas que tuvieron que marcharse de casa sin nada, ni sin saber si podrían volver, hacia un país desconocido que los recibió con armas, miedo, frío, alambres y arena. Miles de personas refugiadas que solo querían una vida mejor y que debería hacernos reflexionar sobre cómo tratamos nosotros a quienes piden ayuda ahora. Una historia que, en plena democracia, nunca nos contaron en la escuela y que todavía es demasiado desconocida.

Decía que Remei fue una de las madres de la Maternidad Suiza de Elna. Y esta semana hemos sabido que el edificio ha tenido que cerrar de urgencia por unas grietas que aparecieron y que, dicen, la sequía ha hecho más grandes. El caso es que el Ayuntamiento de Elna ha puesto en marcha una campaña para recoger fondos para reparar los daños, valorados en unos 870.000 euros. Anteayer tenían 11.000, de los que 10.000 los ha donado una sola persona, por cierto. El alcalde, Nicolas Garcia, el mismo que se niega a que le prohíban hacer los plenos en catalán, prevé que las administraciones francesas asuman la mitad del coste. Pero avisa que el Ayuntamiento no puede pagar el resto.

Así que, como la maternidad no cerrará, a pesar de todo, y se podrá visitar la planta baja y el jardín, les animo a que vayan. En la entrada del edificio habrá una urna (qué, si no) para hacer aportaciones, que también se pueden hacer a través de la página web del Ayuntamiento. Hazlo por la memoria de Remei Oliva. O por la de Elisabeth Eidebenz. O por los 600 bebés de refugiadas que nacieron allí, muchos de los cuales, obviamente, todavía están vivos. Quizás el lector o lectora sea uno de ellos. Y, si piensas que te queda muy lejos toda esta historia, pero eres uno de los dos millones de personas que votó el 1 de octubre, piensa que sin la Catalunya Nord, quizás no habrías votado. Y ahora piden ayuda ellos.