Que la Mijares se haya muerto equivale, en el mundo del vino, a la muerte de Isabel II para los monárquicos. A los que no sean de cofradías báquicas, les sonará por aquella gran frase de "huele a enaguas de monja novicia". Muchos del sector, la inmensa mayoría hombres, se rieron de ella, y todavía hoy en día es caricaturizada con esta frase. Todo para minimizar que fue la mujer que dio un giro copernicano a la manera de hablar del vino estereotipada, técnica, casposa y elitista. Ella hizo camino entrando en clubs exclusivamente masculinos: siempre con una sonrisa trabajada y una seguridad muy inteligente. Porque ser valiente es también ser buena.

Hay una cosa que les encanta a los machos del vino —aparte de la sobada frase que podría estar en el guion de la segunda temporada de Machos Alfa de Netflix "a las mujeres les gusta el vino blanco y dulce"—, y es adivinar la variedad, el año y la zona del vino. Es decir, la famosa competición de la cata a ciegas. Un poco para ver quién la tiene más grande. Pero recordad: lo que importa no es la largura, sino la forma, y cómo se utiliza. De nada.

En el mundo del vino, el mejor sumiller no es el que acierta las cosas que ya están escritas en la etiqueta. Es el embajador del vino en la sala, el que sabe expresar y ayudarte a escoger el vino que te dará más placer. Y para hacerlo, la metáfora no es un simple adorno (cómo podrían ser unos pendientes), sino una necesidad, como las lenguas de especialización de Jakobson. Podríamos plasmar las moléculas aromáticas del vino con una fórmula química, pero los que somos de letras nos perderíamos. Por eso el mundo del vino está preñado de recursos literarios, como las aliteraciones, las hipérboles y las personificaciones. Este vino tiene cuerpo, por ejemplo, no significa que esté cachas de gimnasio, sino que tiene volumen, personalidad y peso en boca. De esos vinos que cuando te los tomas perduran en la boca y en la memoria. Como dice Umberto Eco, es importante cuando la sociedad es capaz de soportar esta tensión metafórica y entender que, si decimos que un cabernet sauvignon tiene notas de pimiento verde, nadie se imagine que se le ha dejado esta verdura macerada. Cuando era niña y decía que mis padres tenían una tienda de vinos, se reían de mí en el cole y bromeaban sobre si íbamos borrachos todo el día. Cuando a los dieciocho años estudiaba el curso de sumiller e iba a una fiesta, todo el mundo me preguntaba qué vino tenía que pedir. ¡Me convertí en la reina de la fiesta! Eso se lo debo a profesionales como ella, por no decir que directamente a ella. La primera que fue capaz de casar emociones y no solo comidas. No me preguntes con qué te tomarás el vino, sino con quién, porque seguramente la preciada armonía será mucho más brutal. Gracias a que las mujeres tienen los dos hemisferios más intercomunicados, tenemos más facilidad para hablar de las sensaciones. Cuando éramos australopitecos, sabíamos perfectamente cuándo el hijo estaba enfermo y cuándo nos estaban poniendo los cuernos. Tampoco ahora nos harían falta ni el termómetro ni las pruebas en el móvil. Somos las de la intuición, como dice Shakira. Hemos sido capaces de revolucionar el mundo del vino, comunicándolo de un modo más sencillo, emocional, didáctico y sensual. A pesar de eso, quien gana los concursos enológicos en un 93% son fálicos. El rey del vino en la Antigua Grecia era quien escogía la cantidad de vino o de agua que se ponía en la mezcla del vino. Recordemos que en la democracia griega solo bebían los hombres y siempre después del banquete para filosofar. También decidían cuántas copas se consumirían. ¡Lástima que después con las bacanales romanas eso se desfasó! Y que Catón escribió que era lícito atravesar con la espada a la mujer que hubiera bebido.

El mejor sumiller no es el que acierta las cosas que ya están escritas en la etiqueta; es el embajador del vino en la sala

Todavía hay quien se disculpa "Es que no sé decir qué olor tiene un vino". Cuando yo no sé ni cambiar la rueda del coche (¡que es mucho más grave!) y no pido perdón. "¿Eso de mover la copa, por qué es?", se pregunta más de uno. Piensa que el vino te hace un striptease y lo primero que se quita es como si fuera tu chaqueta (que es eso último que te has puesto). Por eso los vinos que pasan por madera nos recuerdan a los tostados, y cuanto más los despojamos de los aromas secundarios acabamos notando su ropa interior, que son la frutosidad de la variedad de la que están hechos. La comparación de la monja ha sido la más popular, pero mi preferida era "este vino huele a calzoncillo de mozo en fiestas". Ya sé que ninguno de nosotros ha olido al menos la primera, pero sí que nos podemos imaginar el olor a naftalina. Perro mojado y cuadra para la de la entrepierna. Lo que era importante es que María Isabel Mijares evocaba imágenes potentes. El poema de la Oda al vino de Neruda es una nota de cata de un vino goloso y exuberante. Superior a la prosa de cualquier guía. Ella nos enseñó a decir lo primero que se nos pasaba por la cabeza cuando olíamos la copa. Sin pensar como si fuéramos "triunfitos" y a hacerlo como rapsodas.

Según la escuela nietzscheana y de Wittgenstein, pensamiento es igual a lenguaje, podríamos describir cualquier complejidad aromática en copa en palabras. Las propias puntuaciones Parker son una gran manera de explicar numéricamente un vino. Jancis Robinson es la Margaret Thatcher del vino, un poco lo que es nuestra Mijares para el mundo anglosajón. O no. Porque aquí las mujeres lo hemos tenido más difícil por circunstancias sociopolíticas. Aparte de ser la primera mujer en la Península en estudiar enología en Burdeos, en dirigir una bodega en España, en ser la presidenta de una DO y la experta enológica en la Real Academia de la Gastronomía, dio clases en medio mundo explicando la cultura del paisaje que transmite cada vino. Era incansable todavía a sus 84 años y te pegaba una bronca si hacía falta. Una mujer que iba para perfumista y acabó embriagada por la poesía fermentada para coronarse en la viticultura. De niña yo quería ser la Mijares y ahora que soy adulta prometo seguir su legado.

Con "Les dones del vi" queríamos hacer un homenaje a nuestra pionera, a la profesora de nuestros profesores, pero como parecía inmortal, pensamos que lo podríamos hacer en la próxima ocasión. Si algo hemos aprendido en la vida es que es mejor brindar mientras haya salud. Con su lenguaje soñador, ella ha acercado el mundo del vino a todos y a todas. Premios como el Cervantes en Gastronomía, Premio Víctor de la Serna o el Enosofía lo avalan. Empezó trabajando con el gran Émile Peynaud, padre de la enología moderna. Sí, los y las del mundo del vino nos hemos quedado huérfanos. God save the Queen!