Cada vez tengo más claro que la vida se mueve por rachas. A nivel práctico, las etapas vitales funcionan por una especie de Ley de Murphy que actúa tanto positiva como negativamente, pero que es indestructible.

Seguramente, habréis observado que tras años de sequía sexual y emocional, alcanzáis el máximo nivel de follabilidad justo cuando tenéis pareja. De hecho, toda persona que sienta que no liga lo suficiente debería estar buscándose pareja para remediarlo. Da igual quién, sólo es una excusa, una víctima que te llevará a alcanzar el nirvana en el sexo y el deseo. En cuanto tengas pareja, el hombre o la mujer por quien llevabas dos años perdiendo la dignidad y el hígado en los bares, vendrá como un resorte el día antes de tu boda. Donde por cierto, estás más follable que nunca.

También está la racha del trabajo. Cuando por fin encuentres el alivio del sueldo mileurista a final de mes y vayas al Zara a comprarte la chaqueta amarilla para celebrarlo, tu orgullo proletario se verá desestabilizado por una oferta que no deberías rechazar. Tras haber adquirido un compromiso con tu empresa a nivel alimenticio y psicológico (somos tu familia / te mantenemos / quién te va a querer como yo), descubrirás que Linkedin, como las ofertas de Ryanair, funciona. Una llamada de tu antigua empresa y varios proyectos interesantísimos provocarán que te encuentres trabajando a las tres de la madrugada para cinco empresas diferentes, perdiendo parte de tu lozanía y, cómo no, de tu follabilidad.

Si entro en modo hipocondríaco –y no lo quiero- ya estaría haciéndome pruebas del sida, el ébola y el zica juntos

Después están las enfermedades. Yo llevo un par de días arrastrando una pierna por culpa de la ciática y camino por la calle con la misma elegancia que si me hubiese metido un palo (muy grande) por el culo. Esta misma semana tuve que ir al otorrino porque alguien me ha difamado con lo de mis supuestos ronquidos, y mis dolores de estómago ya son una constante. Si entro en modo hipocondríaco –y no lo quiero- ya estaría haciéndome pruebas del sida, el ébola y el zica juntos.

Lo bueno de trabajar para una empresa (familia) es que no te pides la baja porque no quieres que te echen (quedarte sin familia) y mucho menos convertirte en un parado más, ya que todo el mundo sabe que follan mucho menos.

Las rachas son también un fenómeno colectivo. No hace falta ser sociólogo (¿o antropólogo?) para advertir la tendencia de los grupos humanos a casarse, embarazarse y separarse por rachas. Si estás súper enamorado, te recomiendo alejarte de esa pandilla en la que todas las parejas empiezan a separarse con alegría. La alegría del soltero es lo peor para la correcta estabilidad amorosa. Si lo que quieres es seguir viviendo en pecado, deja de ir a todas y cada una de las bodas a las que te invitan. Son tan cuquis, tan monas, tan qué se yo, que al final querrás casarte vestida de largo. Y por último, no se te ocurra jamás juntarte con esas parejas que hablan todo el día de niños y pañales. Al cabo de unos meses, te encontrarás manifestándote por los niños de otros, en contra la Reválida de Sexto de Primaria con una camiseta verde, o directamente vestida de violeta con un enorme bombo que pone “Nosotras Parimos, Nosotras decidimos”.

Mi madre, que vive en una aldea de Galicia, en donde la muerte ajena alcanza la categoría de verbena popular, asiste a varios entierros a la semana

Y luego están los muertos. La gente se muere por solidaridad con el vecino, para que no eche el luto a lavar. Veo gente que se muere que no debería morirse, pero que se deja llevar por la inercia, y diles tú que paren de estirar la pata. Mi madre, que vive en una aldea de Galicia, en donde la muerte ajena alcanza la categoría de verbena popular, asiste a varios entierros a la semana. El otro día le pregunté por whatsapp qué iba a hacer por la tarde y me respondió “tengo dos muertas” con la misma frialdad con la que podría haberme puesto “tengo peluquería” o “trae pan”. Yo la intento convencer de que deje de ir a los entierros, que cuando ella pase a mejor vida no se va a enterar y a mí mantener conversaciones con fans de la muerte no me va nada. En mi pueblo, ya hay tantos muertos que van a otro entierro justo antes de morirse ellos, que el tanatorio ya parece el juego de la oca. Y a mí no me toca.