Fracasada la estrategia de la zanahoria con los diputados de la CUP para conseguir la investidura del president Artur Mas y constatado que las importantes concesiones que se han hecho desde Junts pel Sí, tanto programáticas como de pérdida de la autonomía presidencial al aceptar la presentación de una moción de confianza en el mes de julio, no han servido de nada, parece haberse puesto en marcha un plan B  para tumbar la resistencia de la izquierda anticapitalista. Ahora toca el palo: la puesta en escena coordinada del conseller d'Economia en funciones, Andreu Mas-Colell, y del cabeza de lista de Democràcia i Llibertat y hasta hace unas horas conseller de Presidència, Francesc Homs, va en esta dirección.

Se trataría de arrinconar a los diez diputados de la CUP para que cedan los dos votos necesarios en una tercera sesión de investidura bajo la amenaza de convocar nuevas elecciones al Parlament. Unos comicios que la CUP dice permanentemente no querer, aunque su acción política parece encaminarse en esta dirección por la aparente intransigencia que demuestra en sus posiciones. Al final, una negociación no puede ser la victoria del grupo más pequeño sobre el más grande sino un acuerdo en que el depositario de una mayoría de la voluntad popular representada en el parlamento accede a algunas de las demandas que le plantea la minoría.

En parte, así lo ve también la transversal Assemblea Nacional Catalana (ANC), aunque públicamente su discurso es mucho menos concreto. La ANC, que ha sido la organizadora de las grandes movilizaciones que se han realizado en Catalunya desde 2012 y que han sacado a la calle durante cuatro años consecutivos a más de un millón de personas, teme que el frente independentista acabe siendo arrollado por sus propias diferencias internas. Por ello ha planteado a los 72 diputados de JxSí y la CUP cerrar un acuerdo antes del 27 de noviembre, cuando habrán pasado dos meses de las últimas elecciones catalanas, cosa que hoy no parece ni fácil ni probable.

Mas ha trasladado a sus colaboradores que ha llegado al límite y que una nueva concesión a los 'cupaires' alejaría a amplias capas de su electorado del apoyo que le ha venido prestando en las urnas
La gran pregunta, que no tiene una única respuesta es si realmente Artur Mas ha llegado a la íntima convicción de que lo mejor es celebrar unas nuevas elecciones en la primavera. No es esa, ciertamente, la primera hipótesis, que sigue siendo un gobierno de JxSí en las condiciones que ya ha expresado públicamente en el Parlament. En todo caso, podría haber un margen para explorar un poco más el tema de la vicepresidencia y los responsables de área del gobierno catalán en línea de lo que ha expresado Oriol Junqueras. Pero si la CUP mantiene la resistencia actual, la propia dinámica podría llevar a unas nuevas elecciones y a la implosión (o congelación) del procés. Lo que sí que ha trasladado Mas a sus colaboradores es que ha llegado al límite y que una nueva concesión a los cupaires alejaría a amplias capas de su electorado del apoyo que le ha venido prestando en las urnas. Un colaborador suyo lo define así: "Detenerse antes de seguir caminando hacia el precipicio".