Debo decir para empezar que había visto el vestido de refilón, pero no pensaba que la cosa subiera tanto de tono. Juanma Moreno, el presidente, quiere hacer una queja formal porque en TV3 salió, en el programa Està Passant, la Virgen de Rocío encarnada y expresando sus deseos. En mi caso, solo puedo pensar que, primero, se está inflando políticamente para que haya caso; segundo, que como presidente de la comunidad andaluza, no la puede hacer precisamente por el cargo que ocupa.

Vamos por partes. Me he reído mucho con el gag, no solo la primera vez, sino cada vez que me lo han enviado, y eso que a mí todas las mujeres, vírgenes o no, santas o pecadoras, me gustan, y estoy —a priori o por definición, mientras no queden en evidencia—, de su lado. No veo nada en esta historia que pueda ser una falta de respeto, más allá de la que se puede permitir en el humor punzante, pero considerado —hubiera podido ser chapucero y no lo es—, aunque, evidentemente, no reverencial. ¡Judit Martín sabe mucho!

Nos tenemos que poder reír de todo y es muy cierto que no a todo el mundo nos hace reír lo mismo. Me sería muy fácil hacer una lista ahora de cosas televisivas o no con las que la gente ríe y que se dicen para hacer reír que a mí no me hacen ni pizca de gracia, y no hago de eso ni un tema de Estado ni una cuestión de ofensa personal. Demasiado a menudo se utiliza la muleta de la ofensa para no permitir la diversidad de opiniones, de opiniones o de sentimientos y voluntades. Ahora está muy de moda, ¡cuanto más demócratas somos más nos pisan el callo con todo! Alguna cosa, quiero decir principio democrático, no hemos entendido lo bastante bien.

Es importante que socialmente se acepte la idea de que se puede bromear de todo, excepto de las personas o colectivos que nuestra sociedad discrimina. El humor es una herramienta de disidencia muy importante, poderosa y liberadora, aunque solo lo sea para las almas oprimidas; por eso desde hace mucho tiempo —no quiero decir tiempos inmemoriales—, el pueblo se ha reído del poder, de cómo se ejerce y especialmente de aquellos que lo ocupan. No me parece bien utilizar el humor para ridiculizar a las personas, situaciones o características que reciben un tratamiento peyorativo en nuestra sociedad, los colectivos discriminados, porque entonces ridiculizar, "bromear", pasa a ser una herramienta más de dominación y, por lo tanto, al servicio del poder, y, consecuentemente, de normalización de la discriminación social.

En el caso concreto del gag en el programa de Toni Solé, no me parece que se buscara insultar a nadie y los ritos religiosos católicos no están discriminados en el Estado español. En consecuencia, nada a decir más allá de recomendar el gag; sea o no creyente, te gusten e incluso participes o no, en las procesiones de Semana Santa.

Supuestamente, el Estado al cual pertenecemos es laico si lo decimos ligeramente y si somos más precisos es no confesional según la Constitución Española de 1978, pero de pensamiento y de obra la mayoría de políticos ni acatan ni respetan este principio del ordenamiento jurídico. Para eso no hay que ser ni del PP ni de Vox, la izquierda española también lleva la bandera. De hecho, seguimos siendo un Estado confesional católico; eso sí, con privilegios también para otras confesiones religiosas.

Que el Estado sea laico es muy importante para la separación de poderes, más todavía con los antecedentes politicohistóricos del Estado español. De ejemplos hay un montón, pensad ahora cuando veis en la hoja de declaración de la renta el espacio para poner la crucecita en la Iglesia, pero lo más desgarrador para mí ha sido el de este mismo Jueves Santo en TV1. Por un momento me he pensado que no habíamos salido de la Dictadura. En las imágenes la Legión y la Iglesia: ¡todo un símbolo de España! Estaba helada por la elección de la televisión pública del "gobierno más de izquierdas de la historia", pero las palabras de la ministra de Justicia, a Pilar Llop, que participaba en el acto, todavía me dejaron más "sobrecogida" que a ella misma.