De la entrevista a Marc Sarrats en Núvol me queda cómo encara la sobreexposición y la aprobación. Él se había cogido tanto trabajo que no tenía tiempo para validarlo y solo hacía caso a la validación externa. Y que, a raíz de algunas polémicas vividas en primera persona, todavía tiene "algunos miedos y reflejos asustadizos". Es la cara envenenada del reconocimiento público. Siempre que estalla algún beef, alguna escaramuza virtual, acabo aterrizando en la clásica conclusión que en un país pequeño todo se convierte en personal y se hace difícil hacer crítica o comentario sin que parezca que apuntas a la diana del pecho de alguien. Si aquí añades los "miedos y reflejos" que menciona el comediante —en el fondo es el instinto de supervivencia y el deseo de tranquilidad— todo se convierte en un cálculo de daños que hace insoportable cargar con una imagen pública y tener una opinión, supongo.

Esta corriente de buenas profesionales acaban encasilladas en tópicos "de mujeres": el horóscopo, la afectividad, el feminismo, la prensa del corazón o las apps para ligar

Todo esto viene a cuento porque quería escribir sobre el papelón que a veces nos hacen hacer a las mujeres jóvenes en los medios catalanes y he tenido que recalcular una decena de veces cuál tenía que ser el enfoque. Creo que no es una impresión sesgada y personalista señalar que la tendencia es la de utilizarnos una poco de chicas para todo. Es el resultado de la sobreexplotación de modelos que realizan los dos grandes medios de comunicación del país —debe ser una mezcla de conservadurismo y pereza— y del clamor social más o menos de consenso que tiene que haber representados más jóvenes y, evidentemente, más mujeres. El problema no acaba de ser del todo este, sin embargo. El problema es qué pasa cuando por fin obtenemos la representación que creemos merecer. Nos utilizan como chicas para todo porque una buena comunicadora lo es en un plató de televisión, en un canal de YouTube o en un estudio de radio, y con eso van rodando las pelotas. Al mismo tiempo, parece que esta corriente de buenas profesionales acaban encasilladas en tópicos "de mujeres": el horóscopo, la responsabilidad afectiva, el feminismo, la prensa del corazón o las apps para ligar. Esta última quizás os parecerá menos común, pero lo menciono con intención: el día que me llamaron del Tot Es Mou para hablar de las dificultades en ser una mujer "con exposición" me acabaron haciendo hablar de ligar en Tinder, y quería explicarlo.

El problema no es de las mujeres, el problema es de quien decide cuál es la "utilidad" de una mujer de entre dieciocho y treinta años, más o menos

En Catalunya, además, siempre jugamos con la desventaja de saber que todo lo que no comunicamos en catalán será comunicado en castellano. Todos los detalles que no expliquemos nosotros sobre la ruptura de Laura Escanes y Risto Mejide, los explicará el ¡Hola!. Cada novedad que no expliquemos nosotros sobre la ruptura de Shakira y Piqué, lo explicará Sálvame. Es en esta competición para ampliar el abanico de contenidos en nuestra lengua y no convertirla en elitista ni condenarla a la rigidez —más de lo que ya lo está— que repetimos patrones. Seguramente porque pensamos que suerte tenemos que haya alguien ofreciendo material a los medios que nos sacude un poco los clichés y nos acerca a la "normalidad lingüística" —aunque no sea del todo cierto— porque si no estuvieran ellas habría otro programa con Jordi Basté o Mònica Terribas. Pero habiendo entendido que la representación es importante y con afán de ofrecer todo aquello que puede ofrecer una lengua no minorizada, parece que a las mujeres jóvenes solo se las necesita para hacer contenido estereotipado para mujeres jóvenes. Y el problema no es suyo, el problema es de quien decide cuál es la "utilidad" de una mujer de entre dieciocho y treinta años, más o menos. ¿Cuántas mujeres de esta franja de edad hay en los medios hablando de economía? ¿De política? ¿De ciencia? ¿De energía? ¿De la guerra de Ucrania? ¿Nos tenemos que creer que de entre los casi ocho millones de habitantes de Catalunya no hay nadie con este perfil? Yo no me lo creo. Me parece que hay un poco de holgazanería, de "menos mal", y de "al menos hay mujeres jóvenes".

Puede ser que, a pesar de llegar a una determinada audiencia, nos estemos haciendo la zancadilla y reforzando todo aquello con lo que queremos romper

No tenemos que renunciar a tener espacios donde se hable de las cosas del corazón, como no tenemos que renunciar a tener espacios donde mujeres jóvenes hablen con normalidad de cualquier otra cosa, también de lo que históricamente se ha reservado a los hombres. Si no las encuentran, que las busquen. Si las mujeres de cualquier edad solo fueran a los medios a hablar de maternidad, crianza o feminismo, me parece que a todos nos chirriaría un poco. Igualmente, creo que nos tiene que chirriar que se utilice a las que apenas empiezan para llegar a una determinada audiencia. Porque puede ser que, a pesar de llegarles, nos estemos haciendo la zancadilla y reforzando todo aquello con lo que queremos romper. Que haya espacios para cubrir para que los medios catalanes no se conviertan en retransmisiones repetidas de análisis sintáctico de la prosa de Rodoreda es una cosa. Que eso se consiga al precio de etiquetar a las mujeres de mi edad como válidas solo para opinar sobre el mercurio retrógrado y Tamara Falcó, es otra. He intentado escribir esto abandonando mis "miedos y reflejos asustadizos" y priorizando mi validación por encima de la vuestra. Creo que lo he conseguido.