Por importante que pueda parecer, la presidencia de la Generalitat es la menor de las cuestiones que han de decidir los delegados de la CUP que se ven las caras este domingo en Sabadell. Los 3.577 asistentes con derecho a voto van a pronunciarse, en primer lugar, sobre el futuro de la legislatura catalana y la resolución aprobada por el Parlament de inicio de la desconexión con España. Sus votos van a quedar en uno u otro bando de la muy polarizada política catalana por más que en estos tres meses de discusión se haya querido centrar el debate entre Mas sí o Mas no, o bien entre Mas y març (marzo) y se hayan introducido conceptos como el pressingCUP para tratar de explicar la presión a que eran sometidos por la opinión publicada los diputados de la CUP. (Sólo un apunte: el pressingCUP es una broma al lado de los cuchillos largos para acabar con el el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. Aún no he oído a nadie hablar de pressingSánchez).

Al final, lo que quedará de la asamblea de Sabadell, más allá de los titulares del día siguiente, solo tendrá que ver con el futuro de la legislatura catalana, o bien con si el proceso soberanista ha superado la prueba más difícil hasta la fecha o también con la victoria del sector que mira más a una alianza con Podemos que con Esquerra en un futuro no muy lejano. Porque el no a Artur Mas no sería un no a una persona, sería un no a hacer camino junto a los 62 diputados de Junts pel Sí que con 1,7 millones de votos han defendido su derecho democrático a mantener su candidato. Y llegados a este punto no vale esconderse detrás de Mas. Es demasiado fácil... es demasiado hipócrita.