Ver como España se va inflamando con el discurso de Albert Rivera hace pensar en un libro que Enric Ucelay-Da Cal sacó hace muchos años titulado El imperialismo catalán. Aquel libro trataba de demostrar que el falangismo era una interpretación española del Noucentisme y, en definitiva, que la burguesía catalana había creado el monstruo que lo tenía que devorar.

La tesis no era nueva. Francesc Pujols ya había publicado en plena dictadura de Primo de Rivera un libro que la cultura provinciana del país no ha sabido digerir. La hegemonía catalana en la política española es un libro poco conocido. Cuando lo he oído citar, siempre ha sido en tono en broma. Hoy serviría para explicar la paradoja que supone que el partido español con más vitalidad y proyección, Ciudadanos, sea fruto del pujolismo.

Como Francesc Pujols trataba de señalar con su ironía cáustica, para evitar ir al exilio como Valtonyc, todos los intentos que Catalunya ha hecho de dominar España, sea para liderarla, sea para contener su fuerza, han acabado creando reacciones monstruosas. Ahora no recuerdo dónde leí que el nazismo era una interpretación menestral y bávara del militarismo prusiano, pero la simplificación es ilustrativa.

El resultado de cualquier táctica política está condicionado por las condiciones materiales con las cuales se implementa y, especialmente, por la demografía. No es lo mismo hacer pujolismo en Catalunya que hacer pujolismo en España. No es lo mismo gobernar con un decorado detrás, sin jueces ni policías, que gobernar con la maquinaria de un Estado a disposición. No es lo mismo que Boadella se sienta perseguido que Valtonyc tenga que huir al exilio.

La política del agravio y del peix al cove y del somos un solo pueblo servía para mantener la estabilidad del Estado mientras estaba en manos de convergencia. Pujol podía sostener el último gobierno de Felipe González y el primer gobierno de Aznar porque hacía el papel del asno de los golpes de la política española. Los valores pujolistas funcionaban porque permitían que el PP y el PSOE utilizaran Catalunya para descomprimir la tensión interna del Estado y cohesionarlo.

Interpretado por Ciutadans, el patrioterismo convergente estresará todavía más las tensiones territoriales. El PSOE enfatiza las acusaciones de racista contra el presidente Torra para dar una salida a ERC y tratar de incluirla en un frente antinacionalista, que rompa el independentismo. Pero, a diferencia del recalentamiento social, el recalentamiento de las tensiones nacionales tenderá a hacer más daño a España que a Catalunya.

Ciudadanos es la historia española de siempre del mayordomo que quiere la casa del amo pero expresada en clave nacionalista. A medida que su discurso se extienda, los restos de la Catalunya convergente que han mantenido vivo a Rajoy, igual que mantuvieron vivo a González y llevaron Zapatero a la Moncloa, se acabarán de evaporar, y aparecerá la geopolítica. La misma que aparece de forma cíclica cada vez que el Estado entra en crisis, pero sin barnices ideológicos que la disfracen.