¿Qué significa pseudoperiodismo? ¿Es la forma o el fondo lo que ofende en la manera de hacer de aquellos a quienes así se califica? Y ¿hay derecho a ofenderse, lo que curiosamente solo sucede cuando las preguntas no provienen del periodismo afín? ¿Y en qué consiste esa afinidad? Porque yo he visto a periodistas cambiar su orientación ideológica al cambiar de medio para el que trabajan sin sonrojarse ni dar explicación alguna; como esos políticos que van de formación en formación buscando refugio y un haber para pagar la hipoteca. También el resto hacemos lo que toca para no perder el sustento, pues en el fondo es una responsabilidad, pero ¿se deben los periodistas en su quehacer a la línea editorial o a su conciencia? Porque no hay que olvidar que pensando en esa violencia sobre el propio pensar se construyó en la Constitución la cláusula de conciencia del periodista, un privilegio que a nadie más se otorga por entenderse que no es tanto su derecho como la protección de su papel como agentes de la opinión pública libre.

Todas estas preguntas, entre otras muchas, nos remiten a la polémica que se ha vivido estos días con esas personas que desde hace ya un tiempo asaltan a los políticos en las comparecencias parlamentarias o por la calle para preguntarles lo que nadie les pregunta en otros ámbitos, sobre todo desde que las ruedas de prensa no se construyen con preguntas que sucedan al discurso de los políticos. Tal vez en algún caso esas preguntas ni siquiera deberían ser formuladas, como ocurre por ejemplo con las que hacen referencia a la vida personal o la discordancia entre lo privado y lo público, si esto no alcanza la ilegalidad o no nos hace descubrir a un individuo hipócrita, lo que puede tener consecuencias en el comportamiento electoral: si Colau decía que al ser alcaldesa se bajaría el lustroso sueldo que tradicionalmente cobra quien gobierna el consistorio en Barcelona, ¿por qué no se le pregunta la razón de que no lo hiciera?

Las preguntas incómodas han de tener, por supuesto, un límite en el cuánto y en el cómo, porque esa es en general la naturaleza de los derechos fundamentales, su carácter limitado. Pero también es cierto que, jugando a las reglas que tradicionalmente son utilizadas en el ámbito del periodismo político, hay algunos sujetos que nunca podrían preguntar, porque nunca se les concede la palabra. Una medida que se aplica con un punto de irracionalidad, argumentada, y vuelta a empezar en el hecho de que son “pseudoperiodistas”.

¿Quiénes serían tales? Porque para ser periodista no se necesita tener la carrera; muchos grandes nunca la cursaron y nadie les negó por ello su merecida gloria. Para colmo, y diciendo ya nombres, Vito Quiles sí está licenciado en esos estudios. Y como en otros casos sin carrera, también él trabaja para un medio. Claro que podemos solucionarlo llamando también al medio “pseudomedio”. Y vuelta a empezar porque ¿es más pseudomedio Periodista Digital que El Plural? ¿O a la inversa? ¿A quién cree cada cual?

La gente en general llama medio de comunicación al que confirma su sesgo de un modo más o menos directo

La gente en general llama medio de comunicación al que confirma su sesgo de un modo más o menos directo. Pero esto ya no es nuevo, aunque quizá lo sea la palabra (pseudomedio) que ahora se utiliza para referir al contrario. En el pasado, para un lector de El País los de El Mundo eran fascistas que hicieron caer a Felipe González y que colaboraron en el engaño del 11M, pero para los lectores de este último entendían que aquellos otros eran quienes lanzaron contra el PP la opinión pública y encubrieron la inmundicia del final del régimen felipista. Y aunque en algún momento pudieron reconocer que aquel otro medio podía tener un cierto valor, hoy ya está todo tan atrincherado que los lectores de un periódico llaman a los del adversario panfleto, y así ahora todos actúan con mayor fervor y más en el extremo. Y como en toda guerra, también en esta la primera víctima es la verdad. Y no, no es equidistancia, es tristeza infinita por saber que son ellos, todos ellos, quienes ganan.