Para sorpresa de nadie, la izquierda española debe esforzarse cada vez menos en tejer un discurso fuerte para que su público lo apruebe. Tras el fiasco de Sumar en las elecciones gallegas, Podemos se ha encargado de culpar a la amnistía y pringarlo todo por enésima vez con sus diarreas ideológicas: "el bloque progresista tiene que hablar de los problemas que preocupan a la gente". Es una de las fórmulas más asquerosas de hacer nacionalismo español, porque el bajísimo nivel intelectual que exige para creérsela va del brazo de un gusto insondable por la peor demagogia. Que no se me malinterprete: esto no es una defensa de la amnistía ni de la idea pacificadora detrás de la misma. La amnistía es la última muestra de cómo la clase política catalana mercadea con los anhelos independentistas del país para hacer autonomismo.

El veneno de este juego de ideas radica en la manera de barnizarlas: la izquierda española no habla nunca de incompatibilidades, habla de prioridades. Si el eje social no es preeminente siempre y en todo lugar, tu compromiso ideológico es blando

En la cabeza de un español de izquierdas, la idea de una nación más allá de la española es incompatible con ciertas políticas sociales. El veneno de este juego de ideas radica en la manera de barnizarlas: la izquierda española no habla nunca de incompatibilidades, habla de prioridades. Si el eje social no es preeminente siempre y en todo lugar, tu compromiso ideológico es blando. La trampa es pensar que, en este orden de prioridades, en algún momento la sucesión hará que toque preocuparse del eje nacional. Pero este momento no solo no llegará, sino que el juego de ejes hará que el prioritario siempre encuentre una rendija desde donde ahogar al secundario.

Simulando que no juegan a los nacionalismos, labran el terreno para que nacionalismo solo pueda haber uno: el que trabaja en silencio porque lo tiene todo a su alcance

El teatro ideológico de la izquierda española —y aquí, evidentemente, están los Comunes— está montado para que cualquiera al que le preocupe un poco cualquier cosa que tenga que ver con una adscripción nacional no española, pueda ser acusado de egocéntrico. Si el estado del catalán es uno de los ámbitos desde el que decides tu voto, te importa una mierda la pensión de la abuela del cuarto. Simulando que no juegan a los nacionalismos, labran el terreno para que nacionalismo solo pueda haber uno: el que trabaja en silencio porque lo tiene todo a su alcance. No lo dirán nunca en voz alta porque se les desmontaría el chiringuito, pero si quieres ser de izquierdas de verdad, tienes que ser un poco español. Toda esta deshonestidad política queda perfectamente expuesta en la manera tendenciosa de perimetrar cuáles son "los problemas que preocupan a la gente". Hablar de "la gente" es una artimaña para monopolizar a una masa de votantes mayor que la que representan y definir unos intereses ciudadanos que, en realidad, son su agenda política de partido. De este amojonamiento se encargan de excluir cualquier debate no centralista, es decir, no español.

Espolear el sentimiento de culpa es una táctica que funciona siempre para según qué perfil de votante catalán, siempre dispuesto a salvar España del fascismo

El objetivo es el mismo que el de la derecha española, pero a escondidas. Quizás son más cobardes, pero también más peligrosos, porque espolear el sentimiento de culpa es una táctica que funciona siempre para según qué perfil de votante catalán, siempre dispuesto a salvar España del fascismo. En resumidas cuentas, los que no somos españoles ni queremos serlo tampoco somos "la gente" en el imaginario de alguien de Sumar. Está bien saberlo, la verdad, pero sería mucho más decente decirlo de entrada que dedicarse a hacer este chantaje emocional tan vomitivo. A veces me recuerda el modo en que los partidos independentistas sustituyeron el discurso independentista por el discurso chantajista en torno a los presos y exiliados. Parece que con los catalanes la extorsión siempre funciona, pero con la emboscada psicológica y emocional desmontada y expuesta, la culpa ya no podrá utilizar mi catalanidad a favor de los intereses españoles.