Uno de los compañeros de una tertulia de radio en la que yo participaba intentó colar el argumento de que, a raíz del procés en Catalunya, se había perseguido política y personalmente a las personas que se opusieron. Como es falso, tocaba desmentirlo. Con un solo nombre tuve suficiente: Xavier Garcia Albiol. Quien fue presidente del Partido Popular en Catalunya durante el año 2017, el 1 de octubre, la aplicación del 155 y el inicio de la represión, ganó las elecciones de Badalona en 2019. Después de no lograr formar gobierno, en 2023 obtuvo la mayoría absoluta que le permite ser el actual alcalde de la cuarta ciudad de Catalunya en número de habitantes. En campaña escondió las siglas, pero no se puede decir que nadie haya sido perseguido.

No es el primer caso de alguien que, formando parte de un partido más o menos anticatalanista, obtiene un resultado electoral positivo. Tampoco el PP es el único ejemplo de partido anticatalanista que en alguna ocasión ha conseguido un apoyo electoral notable. Digo anticatalanistas porque son partidos que están en contra de lo que promueve el catalanismo: el reconocimiento de la personalidad política, histórica, lingüística, cultural y nacional de Catalunya, así como de su avance en soberanía y poder político.

Eso no es ser anticatalanista, es ser anticatalán

Aunque discrepo profundamente, nunca habría pensado que, además de anticatalanistas, llegaría un día en que, lamentablemente, habría que calificarlos de anticatalanes, pero después de los episodios de las últimas semanas parece que es así. No tiene ningún sentido oponerse a la oficialidad del catalán en la Unión Europea por una batalla que libran PP y PSOE en Madrid. Y es muy grave que alguien como Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, se marche de una reunión porque se habla catalán. Eso no es ser anticatalanista, es ser anticatalán. Un paso grave. Seguro que lo tienen bien calculado desde Madrid y su cálculo les dice que es mejor perder Catalunya a cambio de ganar en España. Tierra quemada. Mal negocio a largo plazo. Recuerdo a Vendrell y Piqué oponiéndose al nuevo estatuto y alargando innecesariamente la sesión parlamentaria. Pero me resulta muy difícil imaginarlos aceptando la consigna de partido de ir contra su propia lengua y encima presumir de ello.

Con algunos de los actuales dirigentes del PP nos conocemos relativamente. Compartimos años en el Parlament de Catalunya: plenos, comisiones, pasillos —hubo una época en que los grupos de CiU y PP estábamos en la misma ala— y nos saludábamos más o menos cordialmente. Sí que me reservo para mí la conversación con uno de ellos en momentos críticos del año 2017. El caso es que, como los conozco y lo que han hecho me ha sorprendido —me podéis llamar iluso— y me ha enfadado, les escribí por X para ver qué decían.

Con el reconocimiento del catalán en Europa pedí explicaciones a Santi Rodríguez, secretario general del PP en Catalunya. No tiene ningún sentido que saliera él en nombre del PP a decir que se estaban haciendo llamadas en contra del reconocimiento del catalán. Además, con unos argumentos referentes a la batalla de Madrid entre PP y PSOE que no venían al caso. Y encima luego lo desmintieron desde sus propias filas. No me respondió, como era de esperar. Pero no lo entendí.

Cuando uno de los principales referentes del partido en el Estado, Isabel Díaz Ayuso, insultó primero la lengua catalana y después se marchó de una reunión cuando se habló en esta lengua, volví a escribir a Santi. También a Albiol y a Alejandro. Porque una cosa es Millo o Dolors Montserrat, que no vale la pena perder el tiempo, y otra estos otros dirigentes, que si los cito con familiaridad es por la capacidad que han tenido de oponerse al catalanismo y caer más o menos bien a la mayoría.

Les recriminé su silencio. El alcalde de Badalona y el presidente del PP no me respondieron. Esto puede significar dos cosas: un silencio que no defiende a su compañera de partido; bien. O que tienen cosas mejores que hacer. Bien, también. Pero Santi sí me respondió. Lo que sitúa el silencio de los otros dos más en la primera opción que en la segunda. ¿Y qué me dijo? El eslogan de la manifestación del domingo, tú. Que si mafia o democracia, como si yo fuera del PSOE… Le respondí que él se acercaba a los franquistas. Y me dijo que ese era nuestro comodín. Prescindiendo de cualquier gravedad que supone blanquear la dictadura. Solo argumentario de partido. Argumentario de Madrid. Y entonces caí en la cuenta. Santi hace un par de años que es diputado en Madrid. Y debe ser de esos catalanes que quieren gustar. O simplemente quiere seguir siendo diputado en las Cortes. Hay un refrán que dice que, si no entiendes algo, el factor económico puede ser la explicación. Aunque el precio real sea convertirse en un partido anticatalán.