El presidente francés, Emmanuel Macron, dice que es delincuencia, cosa que no es verdad aunque muchas veces la ira social se acaba expresando en acciones que puedan estar calificadas así. Lo que está pasando en Francia es una revuelta social en toda regla, se acabe como se acabe, incluso si se acaba hoy mismo y todo el mundo se apresura a decir que solo ha sido un estallido de rabia. En caso de que fuera solo eso ya es lo bastante preocupante, y por eso el presidente francés cambió su agenda.

Más 3.000 personas detenidas en una semana hacen saltar el sistema porque no está preparado para una intensificación de la "delincuencia" de estas proporciones. Incluso si el sistema judicial y penitenciario del país es capaz de absorber esta oleada, el fracaso sigue siendo evidente. Aparte de que se ha puesto en evidencia que la revuelta depende solo de un tiro. Un tiro quizás incluso necesario —y no estoy en absoluto justificando los hechos porque el chico abatido se saltó un control policial— pero, en cualquier caso, muy desafortunado. Tenemos que presuponer que no había intención de poner fin a la vida del joven.

Si lo que he leído es cierto, un conductor de ambulancias —es importante el dato por aquello de formar parte o vivir al margen de la sociedad—, ya lo avisó en la calle, gritando desde la ventana de su vehículo, ante los hechos: "ya veréis esta noche". ¿Sabe más que Macron o que todo un grupo de analistas? Seguramente no o quizás sí. Vive en las mismas calles en que se ha producido la revuelta y no en un palacio. Vive, probablemente, en un barrio, en el que las condiciones de vida —y eso quiere decir las suyas y las de sus vecinas y vecinos— se han visto afectadas por lo que está pasando con la república francesa y con todas las democracias europeas.

Lo que está pasando en Francia es una revuelta social en toda regla, se acabe como se acabe, incluso si se acaba hoy mismo y todo el mundo se apresura a decir que solo ha sido un estallido de rabia

Si tomamos a Francia como símbolo de la lucha de Europa por los derechos y libertades de la ciudadanía y analizamos —con leer las noticias de todo lo que ha ido pasando estos últimos 4 años hay bastante—, tendremos muy clara la deriva autoritaria del gobierno de Macron, el recorte de derechos libertades y las consecuencias sociales de estas. Ciertamente, no pasa solo en Francia, se está produciendo en todos los países europeos bajo la bandera de la democracia.

Una deriva autoritaria que siempre va acompañada de polarización social, no solo de ideas también de patrimonios y condiciones de vida. Ciertamente, no podemos hacer trampas en el solitario: no ha habido ninguna democracia sin desigualdades producto de discriminaciones a colectivos sociales y, desde esta perspectiva, no ha habido democracia nunca para toda la ciudadanía en ningún país. ¿Qué es, pues, lo que ha cambiado? Aparte del aumento de la desigualdad, lo que hay de nuevo es la desesperanza, la pérdida de confianza en el sistema democrático y especialmente en y las políticas.

Ha salido a la calle gente muy joven, que se ha criado delante de pantallas donde la hegemonía la tiene la violencia de todo tipo, y no es que el resto de movimientos que han salido a la calle en Francia en los meses precedentes fueran pacíficos, el problema está en el hecho de que esta revuelta también se ahogará con violencia. Tengo claro a dónde llegaremos por esta vía y no es a una sociedad mejor; más todavía cuando las fuerzas de seguridad del Estado, no solo la policía, en esta deriva se han convertido en defensores a ultranza de los intereses del Estado y han dejado de ser garantes de los derechos y libertades de la ciudadanía. En Francia y aquí.