Finalmente han encontrado el talón de Aquiles de Pedro Sánchez. Es lo que conlleva tener tantos enemigos y tan poderosos que buscaban hacerlo caer: la derecha política, la derecha económica, la nomenclatura de las instituciones del Estado, el Poder Judicial, la Policía Patriótica y el resto de las cloacas, la vieja guardia del PSOE... e incluso adversarios internacionales como la administración Trump de Estados Unidos y el gobierno Netanyahu de Israel, que, como se sabe, controla los servicios de espionaje más sofisticados del planeta.

Sánchez no puede eludir su responsabilidad, al menos política, en la corrupción de su partido. La selección de personal, la alineación del equipo, es lo primero que hace cualquier dirigente para asegurar el éxito del proyecto, y ahí es donde sus adversarios han encontrado su vulnerabilidad. Los investigados, principalmente Ábalos y Cerdán, han sido hombres de su máxima confianza, es decir, no eran ovejas descarriadas de una agrupación local. Es más, el informe de la UCO señala que “el 80% (del sueldo de un contratado laboral) era para donar al partido”. Eso significa que las investigaciones se dirigirán hacia la financiación del partido. Es un asunto delicado para un partido que ganó una moción de censura contra M. Rajoy por la corrupción del Partido Popular. Entonces, Pedro Sánchez dijo que la moción “...nace de la incapacidad, señor Rajoy, de su incapacidad para asumir en primera persona las responsabilidades políticas que toda España y la mayoría de esta Cámara le exigen tras conocerse la sentencia de Gürtel. Responsabilidades políticas que serían automáticas en cualquier democracia homologable a la nuestra”.

La conclusión más amarga es que la corrupción es un fenómeno omnipresente en la democracia española. Desde la Corona hasta todos los partidos que han tenido responsabilidades de gobierno. Que haya muchos corruptos no exculpa a nadie. Mal de muchos, consuelo de tontos, pero cuando la corrupción es omnipresente el problema es el sistema que la propicia

También hay que destacar que resulta muy significativo que unos audios que evidencian la corrupción en el Partido Socialista, fruto de una actuación muy determinada de la Guardia Civil, provoquen la inmediata intervención del Poder Judicial y abran una crisis política de consecuencias imprevisibles. En cambio, infinidad de audios, testimonios y documentos que no dejaban lugar a dudas sobre la corrupción del Partido Popular, sobre el uso de la Policía para ocultar pruebas, sobre la guerra sucia para alterar resultados electorales y sobre la persecución de adversarios políticos con policías financiados con fondos reservados... de todo eso no ha habido manera de que jueces ni fiscales hayan actuado de oficio.

Llegados a este punto, la conclusión más amarga es que la corrupción ha sido un fenómeno omnipresente en la democracia española. Desde la Corona hasta todos los partidos con responsabilidades de gobierno en cualquiera de los niveles territoriales, la corrupción ha hecho acto de presencia. El cobro de comisiones ilegales que encarecen las concesiones de obras o servicios a costa del erario público ha sido un modus operandi generalizado. Detrás de un contrato siempre hay un intermediario. Que haya muchos corruptos no exculpa a ninguno. Mal de muchos, consuelo de tontos, pero cuando la corrupción es omnipresente, el problema es el sistema que la propicia. Y, por cierto, siempre pagan las consecuencias los sobornados, pero casi nunca los que sobornan. Por ahora no ha salido ningún nombre de la empresa Acciona, que figura como pagadora del soborno, obviamente con dinero negro.

Políticamente, la evolución de los acontecimientos de las últimas semanas incluso hace sospechar que todo estaba previsto, como si alguien hubiera escrito el guion por adelantado: se imputa a la mujer del presidente, se acusa a su hermano, se procesa al fiscal general del Estado, aparecen los audios de Leire Díez, el PP convoca una manifestación multitudinaria con el grito de “Mafia o Democracia”, Felipe González, Alfonso Guerra y Emiliano García Page lanzan una nueva ofensiva mediática en medios conservadores, se anuncia la investigación a Santos Cerdán y el informe de la UCO se filtra significativamente a medios progubernamentales como El País, que acaba de cambiar de director, y la cadena SER. Y como en las tiras cómicas... Continuará.

Sánchez se ha convertido en el enemigo del Régimen. Lo decía Alfonso Guerra esta misma semana en la COPE: “...se puede llegar a una confederación que le dé la patada al último instrumento sólido que es la monarquía y sustituyéndolo por una república”. Los mismos que antes gritaban “a por ellos” ahora iban “a por él”, y lo han atrapado

Y bien, Sánchez no está en condiciones de convocar ahora elecciones, no solo porque sería una catástrofe para él y para su partido —digan lo que digan las encuestas del CIS—, sino porque no se pueden celebrar comicios en el mes de agosto. Si opta por tirar la toalla, las elecciones serían después del verano, pero en todo caso los meses que vienen serán un calvario para Sánchez y el PSOE. Tampoco puede presentar una cuestión de confianza, porque reiniciar la negociación con los aliados parlamentarios, especialmente con Junts per Catalunya y Podemos, sería como lanzarse desde el Falcon sin paracaídas. Cuidado con Podemos, que no tiene nada que perder y algún incentivo que ganar. Tampoco parece que Sánchez pueda intentar otra huida hacia adelante convocando un congreso extraordinario del PSOE. Con todo lo que ha pasado, los conspiradores de la vieja guardia y sus monaguillos jugarían a ganar o a reventar. De hecho, son quienes exigen elecciones generales, ahora con el argumento añadido de que no deberían ser los candidatos regionales y municipales quienes paguen el primer castigo electoral.

Así que el único dato a favor que tiene el presidente del Gobierno español es que el líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, no tiene ninguna posibilidad de ganar una moción de censura. No es un dato irrelevante; significa que aún hay una mayoría parlamentaria que, insatisfecha con el actual Gobierno, sigue convencida de que la alternativa sería aún peor. Al fin y al cabo, el Partido Popular ha sido la organización política más corrupta de Europa. En todo caso, la corrupción en el PSOE será la munición más eficaz para el asedio al que se ve sometido Pedro Sánchez, pero no por motivaciones morales de quienes no tienen ningún escrúpulo, sino porque se ha convertido, quizás sin pretenderlo, en el enemigo del régimen. Lo ha dicho esta semana Alfonso Guerra precisamente en la COPE: “...plurinacionalidad, bilateralidad... se puede llegar a una confederación que le dé la patada al último instrumento sólido que es la monarquía y sustituirlo por una república”. Los mismos que antes gritaban “a por ellos” ahora iban “a por él”, y lo han atrapado.