El partido de Pablo Iglesias, en su peor momento desde que entró con fuerza en la política española tras las elecciones europeas de 2014, realizó ayer el golpe de efecto con el que pretende iniciar la remontada, alejarse de la imagen de fuerza sin opciones de gobernar por su radicalidad y aspirar al voto amplio de la izquierda. Podemos presentó en sociedad, como su futuro ministro de Defensa si llega al gobierno y como candidato por Zaragoza en las elecciones generales del próximo 20 de diciembre, al general de cuatro estrellas José Julio Rodríguez, que fue entre 2008 y 2011 Jefe de Estado Mayor de la Defensa. El general Rodríguez, del ejército de Aire, como todos los JEMAD ha sido la persona encargada de planear y ejecutar la operativa militar y dependía directamente del presidente Zapatero y de la ministra Carme Chacón.

Aunque en el mundo de la política no se puede asegurar nunca, el fichaje del general Rodríguez va a ser uno de los más relevantes de las futuras elecciones españolas. Primero, por su rango reciente en el escalafón militar y que desde ayer pasa a ser general del Aire en la reserva; segundo, por la formación política escogida para concurrir a las elecciones; y tercero porque rompe un cierto mito respecto a la opción ideológica de los militares. No en balde, Podemos defiende prácticamente en solitario en la política española el derecho de Catalunya a un referéndum sobre su independencia –también lo respalda Izquierda Unida. Y, en el mismo sentido, el partido morado presentará una candidatura conjunta con EH Bildu al Senado por Navarra. Si nos remontamos a varias décadas atrás, sería tanto como si el general Gutiérrez Mellado hubiera ido a las elecciones de la mano de Santiago Carrillo y el Partido Comunista.

Pablo Iglesias se hace así con una pátina de credibilidad en sectores sociales que le eran muy hostiles. Y, por el perfil de la formación en que se alista el general, habrá que estar muy atento a cuáles son sus posiciones respecto a los temas más polémicos en la vida política española. A ver si el independentismo catalán, sin buscarlo, habrá encontrado a un militar que acepte que la mayoría de la sociedad catalana quiere votar y quiere decidir, como ha asumido en público Pablo Iglesias en nombre de Podemos, antes de que lo acepte un político del PP, PSOE o C's, un intelectual de derechas o de izquierdas o un director de diario.