Que gobiernen los mismos partidos en el País Vasco está lejos de significar que todo sigue igual. Es una Euskadi diferente porque EH Bildu ha disputado la hegemonía al PNV. Y porque la izquierda abertzale, por mandato de las urnas y no por la acción de gobierno de Pedro Sánchez, se ha convertido en un actor normalizado en el País Vasco. Tras la polémica de Pello Otxandiano, los abertzales reconocieron que les queda un camino clave por hacer y la imposibilidad de llegar a pactos con otros partidos es la constatación de cómo necesitan pasar esa página habiéndola leído, en palabras del periodista Gorka Landaburu.

Andoni Ortuzar le quita peso a lo estructural, porque, según el presidente del Euzkadi Buru Batzar, la formación abertzale absorbe el voto de Podemos y Sumar. Los seis que suman por los que pierden los morados. Pero incluso esa capacidad de aspirar el voto de todas las izquierdas es una forma de cambio estructural. El PNV tiene ahora que abordar el realismo del resultado, ser primero en votos no exime de tomar nota, enfrentar un periodo a medio plazo que implique cambios y transformaciones internas. 

La peculiaridad de las vascas es que casi todos tienen algo que celebrar, salvo Podemos. En una campaña con una agenda fundamentalmente social, Yolanda Díaz ha conseguido solo un escaño y Podemos ha desaparecido. De ganar las elecciones en 2015 y 2016 a desaparecer y ser irrelevantes. En lo simbólico, Díaz sale reforzada, porque elimina a su enemigo natural y entra por primera vez en un parlamento. Y gana también en el fondo y la forma. Díaz no salió del marco propositivo y así es como se ha garantizado el escaño. Pablo Iglesias planteó una campaña contra el PNV y Aitor Esteban ha terminado troleándole: “Parece que al pueblo vasco le ha parecido mejor echar a Podemos”. Solo les queda una baza, la de Irene Montero en las europeas. 

Puede que la campaña antiamnistía funcione en las europeas, pero está por ver si despunta en Catalunya y el resultado que obtengan el 12-M les sirve para condicionar en algo las políticas del Parlament

Para el Gobierno cambia la posición de salida hacia las catalanas y las europeas. No se vota igual en todas partes, pero las vascas rompen el ciclo de malos resultados. Y apuntala la apuesta de fondo del PSOE. Tejer alianzas de gobernabilidad, ser decisivos en lo posible, desde los pactos y el entendimiento. La campaña del PSE se diferenció de las gallegas porque mantuvo un mensaje diferenciado del resto de partidos. Eneko Andueza no dudó en confrontar con EH Bildu en la condena expresa del terrorismo, es decir, no renunció a un ADN marcado por los años del terrorismo vasco. Y en lo general, defendió un proyecto propio sin demoler al de enfrente. 

El resultado del PP tiene varias lecturas de fondo y coyunturales. No son decisivos, no han expulsado a Vox y no les ha faltado marketing o un buen candidato. El problema es Madrid y la defensa de un constitucionalismo excluyente. Durante la campaña, Alberto Núñez Feijóo ya sonaba desacoplado intentando centrar las vascas en llamar a un notario para que el PSOE no volviera a pactar con EH Bildu. La oferta de gobierno de los populares pasaba por bloquear a los partidos que han sumado un 70% del apoyo vasco y por extensión al PSE por sus acuerdos. Para el PP el peligro está en la imposición de la agenda independentista. El 50% de los militantes de Bildu no lo son y solo está presente en el 30% de los peneuvistas. En la prospección de los populares, es el germen de un futuro procés. Y su respuesta, lejos de tender puentes, es la reedición del aislamiento. El muro que critican cuando Sánchez se lo pone a Vox, lo levanta el PP con Bildu, el PNV, ERC y Junts. 

El proyecto de país de los populares se ha escuchado en la campaña vasca es gobernar España frente a una mayoría de vascos y catalanes. Puede que la campaña antiamnistía funcione en las europeas, pero está por ver si despunta en Catalunya y el resultado que obtengan el 12-M les sirve para condicionar en algo las políticas del Parlament. 

Con los resultados ya reposados, los tres grandes partidos del País Vasco comparten sintonía. Los doce parlamentarios del PSE harán valer su peso “con pactos y acuerdos”, no será “un debate de contrapartidas, sino de contenidos programáticos”, apuntan desde el partido. Andoni Ortuzar asegura que no se plantearon antes de las elecciones romper en Madrid y no lo harán ahora. Lo mismo EH Bildu. “Romper obedece a lecturas de Madrid que aquí no encuentran sustento”, ha dicho Oskar Matute. 

Después de las vascas, la aritmética de la gobernabilidad sigue intacta, pero congelada en el inmovilismo. Solo después de las elecciones en Catalunya se desatascará, o no, la investidura.