Espero que la categoría de "hashtag" me disculpe de la contundencia poco estilosa del título de este artículo, pero más que un improperio, es un grito. Es tan enorme el escándalo del espionaje masivo, y tan indecente el comportamiento de los responsables políticos españoles, que resulta comprensible mandarlos a paseo con una expresión tan rotunda. De hecho, el president Puigdemont resumía este sentimiento en un tuit explícito: "Me sumo: #aneualamerda. No nos podemos sentar nunca más en ninguna mesa con esta gente hasta que tengamos que decidir los términos de la separación. Idos a la mierda todos los que habéis violado nuestras vidas y las de nuestras familias. Miserables los que lo hacéis y los que lo justificáis"

El último en justificarlo ha sido el ínclito Josep Borrell, que no solo ha blanqueado la agresión a la intimidad que representa el #CatalanGate, sino que ha llegado a mofarse del escándalo, cosa acorde con la desvergüenza amoral que acostumbra a desplegar el comisionado, especialmente cuando se trata de la cuestión catalana. Borrell se ha sumado, pues, a una larga lista de impresentables —con tics antidemocráticos— que intentan convertir en "normalidad democrática" aquello que es una feroz destrucción del Estado de derecho: desde la ministra Margarita Robles, actuando como auténtica reina de las cloacas, hasta la misma Paz Esteban, la ecléctica directora del CNI que asegura que se puede espiar a un president de la Generalitat con aval judicial. Y por el camino, toda la hilera de gentuza del PP, Ciutadans y Voxianos que, en cuestiones de Estado, conforman un patético posfranquismo. La razón de Estado parece que justifica, sin paliativos, cualquier crimen de Estado, y este lo es.

Hay que añadir a la lista, con matices y distancia, pero al mismo tiempo con rigor, las tentativas de los Comuneros de salvar, por las buenas o por las malas, la cara de Pedro Sánchez, desviando el foco a "países extranjeros" o, incluso, disparando contra Israel, por aquello de que el software es israelí. Jaume Asens llegó al paroxismo más delirante con un tuit en esta dirección: "Quienes ha espiado son trabajadores de una empresa privada extracomunitaria, quien autoriza la venta de Pegasus es Israel. Hace falta conocer la responsabilidad de este Estado y llamar a consultas a su embajador" Es decir: España compra un software invasivo que destruye toda intimidad; es España quien espía a decenas de independentistas y a sus familias, perseguidos por sus ideas; es España quien reconoce el espionaje en sede parlamentaria; son los ministros españoles los que lo justifican sin escrúpulos, y resulta que la culpa la tiene Israel. Colosal disparate. Suerte que estos de Podemos y los Comuns tenían que ser los que acabarían con el régimen del 78, y mira por dónde, acaban siendo la muleta más efectiva. Finalmente, raro, raro, raro el comportamiento de los líderes de ERC, que también han tenido la tentación de desviar el foco hacia el deep state, como si el PSOE no tuviera nada que ver. Si la naturaleza del escándalo es siniestra, también ha sido siniestra la justificación, minimización, blanqueo y desvío de foco que han perpetrado todos estos.

#aneualamerda todos vosotros, los dirigentes españoles que os creéis por encima del derecho y actuáis como inquisidores; #aneualamerda los que espiáis, mentís, perseguís, destruís los derechos de los otros, convertidos en patéticos salvadores del dogma de la unidad española; #aneualamerda los que calláis, los que justificáis, los que aplaudís, los que blanqueáis, los que minimizáis, cómplices necesarios de la vergüenza

Más allá, sin embargo, de estas miserias a favor del espionaje, el escándalo se ha agrandado a medida que las mentiras se hacían también mayores, todas ellas pensadas para actuar como cortafuegos, y todas ellas desmontadas de un soplo. A estas alturas ya podemos decir que nos han mentido a la cara sin despeinarse. Ni es creíble que el Gobierno no supiera nada —entonces, ¿a quién informa el CNI, al vecino del cuarto?—, ni se pueden creer los datos de la directora del CNI, que quedan desmentidos por la cuidadosa investigación de CitizenLab. Y si otros servicios de inteligencia —Guardia Civil o Interior— o las mismas cloacas también han espiado, este hecho no desmiente la gravedad del CNI, solo lo complementa. La evidencia de que el Estado español se permite destruir derechos fundamentales con toda impunidad, con el fin de controlar el independentismo, es a estas alturas un clamor internacional. Espían y, encima, son chapuceros hasta el mortadelofilemonismo.

Cuestión aparte merece el tema del "permiso judicial", que no se aguanta por ningún sitio porque vulnera sus propias leyes. No olvidemos que la suspensión del derecho al secreto de las comunicaciones y la intimidad, por parte de un juez, obliga a tres condicionantes: tiene que estar sujeta a "la excepcionalidad, la temporalidad y la proporcionalidad" de la investigación; solo puede accederse a las llamadas, pero no a mensajes, fotos y contactos; y siempre tiene que estar sometida a control judicial. Sin embargo, como ha dejado claro Gonzalo Boye en la querella presentada, nada de esto pasa. Primero, Pegasus es invasivo y no discrimina nada: se queda toda la información privada e íntima y puede, incluso, colocar pruebas falsas. Y segundo, ¿qué control judicial puede haber, si toda la información espiada por Pegasus se envía a un servidor del NSO, en Israel, y a los clientes solo se les entrega una copia? ¿Cómo se garantiza la tutela judicial, si el control de los originales está en otro país? Etcétera. Es todo una magna barbaridad que solo puede justificarse desde una mentalidad antidemocrática. España es una democracia que ha normalizado tanto la putrefacción, que ya no siente ni la peste.

Finalmente, un apunte sobre la reacción del independentismo catalán, cuya unidad ante el escándalo solo ha existido durante un cuarto de hora. Nuevamente, aquí hace falta preguntar qué caray pasa con ERC, que ya no puede tragarse más sapos, ni dar una imagen más servil. En este sentido, la frase del president Aragonès diciendo, en Catalunya Ràdio, que "no les haré el regalo de levantarme de la mesa de diálogo", es la expresión más triste de la humillación política. No hay mesa, no la reúnen, no la escuchan, no le ponen fecha, no le permiten que vaya quien quiera, no le permiten según qué temas, pero él no se levantará de la mesa fake que no se reúne, ni tiene fecha, ni le permiten... Causaría risa, si no fuera porque hace llorar.

Acabo haciendo honores al hashtag que encabeza el artículo. #aneualamerda todos vosotros, los dirigentes españoles que os creéis por encima del derecho y actuáis como inquisidores; #aneualamerda los que espiáis, mentís, perseguís, destruís los derechos de los otros, convertidos en patéticos salvadores del dogma de la unidad española; #aneualamerda los que calláis, los que justificáis, los que aplaudís, los que blanqueáis, los que minimizáis, cómplices necesarios de la vergüenza.

Acabo tomando prestada una frase de Ortega y Gasset: "No se puede hablar de decadencia española en sentido estricto, porque para decaer hay que caer desde algún sitio y España no ha llegado a cúspide alguna". Ciertamente, una vez y otra se arrastra por el barro.

FIN.